Es habitual sufrir melancolía y desánimo en invierno. Sin embargo, mantener el mismo ánimo y energía vital que en otras épocas del año posible. Simplemente debemos prestar atención a lo que podemos gozar de esta estación fría, a lo que esta etapa del año nos puede enseñar. Si lo hacemos, seremos mucho más felices y dispondremos de mayor energía
- En realidad, la vitalidad que parece mermar cuando llega el invierno no se va, sigue ahí. Lo que cambia son sus manifestaciones exteriores. Aunque inconscientemente la asociamos con estímulos externos, lo cierto es que estos no son del todo necesarios para avivarla, si uno sabe reconocer la energía que abriga dentro.
- Según Eckhart Tolle, autor del conocido libro El poder del ahora, la clave es hacer del presente un amigo, no un enemigo. Cuando una persona consigue conectar con su caudal de energía propia, con ese estado de serenidad interior y receptividad, todas las situaciones las vive con las mismas ganas, disposición y gozo.
No existen muchas diferencias entre el trabajo y el ocio, entre la semana que se desarrolla de lunes a viernes y el fin de semana, entre el verano y el invierno.
Las barreras solemos ponerlas nosotros a través de nuestra mente. Puede ser que en invierno cueste más esfuerzo conectar y sacar naturalmente esa energía y vitalidad que cada uno alberga en su interior. A continuación presentamos algunas propuestas que ayudan a potenciar esta energía de la que disponemos todos.
1. MANTÉN UNA ACTITUD POSITIVA
Vivir los días con una actitud positiva ayuda a llevar la energía y la conciencia a todo aquello que se realiza. Se puede aplicar tanto en el trabajo como con la familia, mientras se hace la compra o al charlar con un amigo.
Si se procura permanecer cien por cien presente en la situación, eso ayudará a que aflore la atención y a que nos sintamos ligeramente más vitales y felices.
Si cuesta hacerlo en un primer momento, se puede probar mientras, por ejemplo, se realizan manualidades (como tricotar o pintar), o al cocinar un plato para un ser querido, abrazar a un niño o leer un buen libro. La misma atención y gozo que se pone en esas acciones se puede sentir a lo largo del día.
2. CONECTA CON LA NATURALEZA
A pesar de las bajas temperaturas y de las escasas horas de luz del invierno,
durante estos meses es importante intentar seguir en contacto con la naturaleza. Salir a caminar a la montaña, la playa, el campo o, simplemente, a un parque público es una forma de abrirse a los olores, colores y sonidos de la estación.
Cuando se camina en invierno y con frío no solo se entra en calor sino que al salir al exterior se aprovechan las ventajas de la luz para el organismo y el ánimo.
Si se va bien abrigado, no hay por qué pasar frío. Incluso se puede ver como una ventaja ya que se suda y se bebe menos que cuando hace calor y uno se siente menos cansado y se libera del entumecimiento que provoca el frío.
Además, respirar aire fresco revitaliza. Y sobre todo es una excelente forma de ponerse en movimiento. Caminar mejora la circulación y la relajación mental, previene la descalcificación de los huesos, eleva el tono muscular y la movilidad articular, y reduce las molestias típicas del síndrome premenstrual.
La combinación de frío y ejercicio resulta ideal para el entrenamiento físico y mental, y para potenciar lo que la medicina naturista ha llamado vis naturae medicatrix: la fuerza curativa de la naturaleza.
Así se practica lo que se denomina una cura de aclimatación, muy recomendable para una sociedad que tiende a abusar de la calefacción y el aire acondicionado.
3. PRACTICA LA INTROSPECCIÓN
El invierno es una época que invita al recogimiento y a la introspección, lo que no tiene por qué ser sinónimo de aislamiento. La estación, con sus largas horas de oscuridad y sus bajas temperaturas en el exterior, ofrece una oportunidad única para conectar con el propio interior, con la energía y serenidad naturales de las que disponemos.
Una excelente manera de mantenerse presente y gozar de lo que la estación ofrece es
meditar. Dedicar entre 10 y 15 minutos al día a meditar, preferiblemente por las mañanas, permite vivir con vitalidad y plenitud el resto del día.
Es aconsejable sentarse en un lugar tranquilo, con la espalda recta, y tomar conciencia del cuerpo, atendiendo a sus diferentes sensaciones y, en particular, al movimiento de vaivén de la respiración.
Un buen ejercicio meditativo consiste en, tras unos minutos, evocar una imagen que transmita ánimo y energía. Se intenta mantener la atención en el sentimiento que provoca y, tras unos minutos, se suelta la imagen para vivir unos instantes esa vitalidad y energía sin asociarla a nada. Para, simplemente, sentirla y nada más.
4. RECURRE A LA AROMATERAPIA
Los
aceites esenciales pueden constituir excelentes ayudas para elevar el ánimo de manera natural. Algunos de los más efectivos son los que contienen una cantidad notable de
linalol y limoneno, dos sustancias presentes en algunos aceites con potentes propiedades ansiolíticas.
Como explica la aromatóloga Antonia Jover, entre ellos se encuentran los extraídos de la cáscara de los cítricos (que contienen limoneno). Sería el caso de los de bergamota, limón, mandarina, naranja y pomelo. Todos ellos se utilizan de manera olfativa (no se aplican en la piel), con un difusor o directamente oliendo del frasco, y entre sus efectos está el de mejorar el humor, calmar la agresividad, fomentar la alegría y facilitar la apertura hacia los demás.
Otros aceites esenciales que también elevan el ánimo son los que contienen linalol, que además ejercen una acción ansiolítica.
Entre los más efectivos se encuentran los de tomillo, flor de azahar y lavanda, o el de hoja de naranja amarga.
A diferencia de lo que ocurre con el grupo anterior, estos aceites sí se pueden administrar tópicamente sobre la piel. Resultan especialmente efectivos aplicados en el interior de las muñecas y en el plexo solar.
5. TOMA INFUSIONES ESTIMULANTES
Existen numerosas plantas y raíces naturales que, tomadas en forma de infusión o en polvo, pueden ayudar a estimular la energía interna. No es recomendable prolongar su ingesta durante mucho tiempo, puesto que la intención es que a medio plazo la vitalidad brote naturalmente.
Entre las más efectivas se encuentra el hipérico o hierba de San Juan (Hypericum perforatum), considerado el mejor antidepresivo vegetal para casos leves y estados decaídos. Se prepara una infusión a razón de una cucharada sopera de la planta seca por taza de agua y se toma hasta tres veces al día. Debe evitarse si ya se toman fármacos antidepresivos del tipo IMAO.
Puede dar problemas de fotosensibilidad y es incompatible con varios tipos de medicación, por ejemplo con los anticonceptivos. En caso de estar tomando cualquier fármaco conviene siempre consultar a un especialista. Otras opciones naturales para elevar el ánimo son la jalea real, el eleuterococo, el guaraná y la maca.
Todas ellas se han de tomar por la mañana, con zumo o agua.
6. DEJA QUE LA LUZ DEL SOL TE ANIME
La luz del sol es la fuente de energía que sostiene nuestro universo. Su falta puede impulsar al desánimo, la apatía, el cansancio e incluso la depresión.
La ciencia ha demostrado que la falta de luz natural afecta a los procesos biológicos humanos, sobre todo al sistema endocrino.
Este es el responsable de la producción y regeneración hormonal, que tanto influye sobre el estado anímico, físico y mental.
La falta de luz perjudica también a los neurotransmisores cerebrales, y llega a modificar la atención, el humor, el comportamiento o el rendimiento laboral. Como el sol en invierno se deja ver pocas horas, es importante disfrutar de él cuando se asoma.
Se puede planificar pasar unos minutos al día al aire libre para, si es posible, beneficiarse de su respiración cálida luz. Ayuda a tener mejor ánimo y más energía. Proponerse ir andando al trabajo con ropa adecuada o dar un paseo al mediodía son excelentes prácticas para movilizar la energía y segregar endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.
7. DESCANSA Y DUERME BIEN
Durante el invierno los días ofrecen más horas de oscuridad que de luz, lo que debería traducirse en un mayor tiempo para el descanso y el sueño. En los meses más fríos la energía que se destina a mantener el cuerpo caliente y activo debe almacenarse, y no derrocharse con un exceso de actividad.
Es lo que hacen los animales que hibernan. Por ello el sueño, uno de los remedios curativos más antiguos y eficaces, se puede considerar una auténtica terapia invernal. Durante el descanso nocturno el organismo se recupera de su desgaste físico y mental, y las células se regeneran.
8. TOMA INGREDIENTES QUE ALIMENTAN EL ÁNIMO
Una buena alimentación proporciona vitalidad y energía. Puede ser útil moderar el azúcar blanco y los alimentos refinados, así como los alimentos crudos considerados de naturaleza fría, e incluir en la dieta más cereales integrales (arroz, trigo sarraceno) y legumbres.
Se pueden aprovechar los beneficios de las
verduras y raíces de temporada, y de los
frutos secos y las semillas. Conviene que las cocciones de los alimentos sean lentas y acuosas (opta por sopas, guisos y horneados), y toma bebidas calientes, que ayudan a estimular la circulación y reconfortar.
9. DISFRUTA DE LOS SERES QUERIDOS
La estación invernal es una época de recogimiento, idónea para disfrutar del calor y afecto de los seres queridos, algo que a veces resulta difícil de conseguir en otros momentos del año porque la actividad es mayor y se tiende a la dispersión. Estos meses constituyen una excelente oportunidad para disfrutar de la familia, de los amigos, de la pareja.
10. HAZ UHAZ UN EJERCICIO PARA AFIRMAR LA VITALIDAD
Un buen ejercicio puede ser, por la noche, antes de dormir, dirigirse a uno mismo, a la parte más inconsciente, y decirse: soy energía y felicidad, y quiero vivir el invierno a partir de ellas. El día 21 de diciembre el sol alcanza su posición más baja, pero también da comienzo a un nuevo ciclo de ascenso. La gran enseñanza del solsticio podría ser que todo vuelve a comenzar.