06 abril 2018

Los Griegos llamaban a la Moringa el árbol de la eterna juventud. Esta es la causa.

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 Remedios Naturales 

La moringa, el Árbol de la Eterna Juventud, ya era conocido en la antigüedad por griegos, romanos y egipcios que habían descubierto sus propiedades medicinales. También se utiliza en la India, en la medicina Ayurveda, e incluso hoy en día ha ganado gran popularidad, dado que poco a poco muchos están volviendo a las viejas prácticas de la medicina natural.
Una de las mayores ventajas que ofrece la Moringa es que se trata de un árbol de hoja perenne que crece muy rápido y prácticamente todo es aprovechable y comestible. Las hojas pueden consumirse frescas como un ingrediente más en ensaladas o pueden mezclarse con otras verduras y hortalizas para preparar sopas y guisos. También pueden desecarse y almacenarse deshidratadas. Con las semillas de la Moringa se pueden preparar aceites comestibles.
Este árbol es casi milagroso para algunas sociedades de países pobres que tienen dificultades para encontrar el alimento y en donde el crecimiento infantil es lento. La Moringa es una alternativa para el desarrollo infantil, puntualmente enfocado en el desarrollo cerebral y en las capacidades cognitivas.
Tiene un alto valor proteico y es altamente apreciado por las madres que dan de mamar porque el consumo de las hojas incrementa la producción de leche.
El árbol de la Moringa crece en zonas tropicales sin necesidad de recibir muchos cuidados y algunos países dependen de él como principal fuente de nutrición.
La Moringa también cuenta con flores que son comestibles y que pueden incluirse como un ingrediente más en ensaladas. Tiene grandes cantidades de vitaminas, minerales, proteínas y aminoácidos y en sus raíces gruesas y muy parecidas a la zanahoria encontramos otra fuente de alimento que puede molerse y son aptas para preparar infusiones.
Entre sus aportes principales encontramos que cuenta con importantes dosis de vitamina A, vitamina C, potasio, hierro, fósforo y proteínas.
La vitamina A, es decir los betacarotenos, previenen los problemas en la vista y los antioxidantes junto con los flavonoides, ayudan a evitar el efecto nocivo de los radicales libres en el organismo. Sus compuestos retrasan el envejecimiento porque además cuenta con todas las vitaminas del grupo B.
Las pequeñas hojas de la Moringa junto con las vainas suman minerales y aminoácidos como el calcio, cobre, magnesio, manganeso, selenio, cromo, hierro y zinc.

Pequeñas hojas, grandes beneficios.

¿Y en qué nos beneficia concretamente la Moringa?
Este árbol es un proveedor de nutrientes sin igual. La concentración de vitaminas, proteínas y minerales hace de la Moringa una alternativa válida para evitar ciertas enfermedades e incluso combatir otras tantas.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, las hojas secas y deshidratadas concentran mayor cantidad de nutrientes que las hojas frescas y la relación con otros alimentos es más o menos esta:
- Tiene más vitaminas que la zanahoria. Las hojas frescas, 4 veces más. Las hojas secas, 10 veces más.
- Tiene más potasio que las bananas. Las hojas frescas, 3 veces más. Las hojas secas, 15 veces más.
- Tiene más calcio que la leche. Las hojas frescas, 4 veces más. Las hojas secas, 15 veces más.
- Tiene más hierro que las espinacas. Las hojas frescas, 4 veces más. Las hojas secas, 25 veces más.
Vamos a conocer que relación directa tiene la Moringa con el tratamiento de distintas enfermedades o el efecto preventivo sobre otras. No dejes de utilizarla para:
- Aliviar los efectos de la diabetes.
- Combatir el colesterol.
- Evitar el envejecimiento prematuro.
- Combatir la ictericia.
- Eliminar hongos.
- Actuar como antiinflamatorio.
- Actuar como diurético.
- Combatir la anemia.
- Utilizar como antimicrobiano.
- Prevenir problemas en la vista.
- Utilizar como antibacteriano.
- Combatir la hepatitis.
- Aliviar enfermedades respiratorias.
- Contrarrestar la hipertensión.
- Aliviar enfermedades renales y hepáticas.
- Utilizar como analgésico en enfermedades articulares crónicas.
- Combatir la formación de células cancerígenas.
- Prevenir problemas cardíacos.
- Estimular una buena circulación sanguínea.
- Favorecer la digestión y propiciar un buen tránsito intestinal.
¿Cómo consumirla?
Existen varias formas de incorporar todos los nutrientes y los beneficios que ofrece este árbol maravilloso. Vamos a conocer algunas.
- Té de Moringa: El té puede prepararse a partir de las hojas secas que previamente lavarás muy bien. Hervir agua suficiente, retirar del fuego, introducir las hojas y dejar reposar por 10 minutos. Colar y beber. (Recuerda no hervir las hojas porque perderán sus nutrientes).
- Hojas de Moringa: Las hojas pueden consumirse directamente masticándolas o combinándolas como un ingrediente más en ensaladas. Hasta 10 hojas, es un número diario ideal para consumir.
- Semillas de Moringa: Las semillas tienen altos contenidos de Omega3, Omega6 y Omega9. También pueden prepararse en infusiones con las semillas machacadas.
- Moringa en polvo: Este tipo de presentación de Moringa que se adquieren las herboristerías es mucho más concentrado, de modo que una cucharada al día en el desayuno será suficiente pero otra en la noche te asegura una buena digestión y propicia el buen descanso.
- Moringa en cápsulas: Esta es una forma de administración fácil y simple de las propiedades de la Moringa. Concentran todos los nutrientes y se recomienda tomarlas antes de las comidas.
Otros usos prácticos.
Como ya habíamos dicho, de este árbol tan noble se puede utilizar casi todo, pero también se le pueden dar otros usos que van más allá de los beneficios directos para la salud. A saber:
- Sirve como purificador del agua.
- Elaboración de aceites comestibles.
- Elaboración de aceites industriales.
- Elaboración de productos cosméticos.
- Alimentación de ganado (forraje).
- Producción de biogás a partir de sus hojas.
- Elaboración de productos de limpieza biodegradables.
- Elaboración de fertilizantes con sus hojas y semillas.
- Fabricación de sogas y caucho a partir de la corteza.

7 motivos para tomar té verde.

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La conexión intestino-cerebro es poderosa"

Emeran Mayer

ENTREVISTA A EMERAN MAYER

Trastornos digestivos como el síndrome de intestino irritable, o neurológicos, como la depresión o el Alzheimer, pueden tener su origen en las alteraciones de la microbiota intestinal.

Cristina Sáez
El doctor Emeran Mayer es uno de los mayores expertos mundiales en las comunicaciones entre cerebro y sistema digestivo, investiga el efecto de distintas técnicas psicofísicas y él mismo las practica. Es gastroenterólogo, profesor de la Universidad de California Los Ángeles, y codirector del Centro de Investigación de Enfermedades Digestivas.
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La ansiedad o el bienestar pueden originarse en el aparato digestivo

–Se suele decir que el aparato digestivo es nuestro segundo cerebro. 
–Y así es. La conexión intestino-cerebro, mente-cuerpo, es poderosa. Me parece maravilloso porque relaciona nuestro organismo con el entorno, con el medio en que vivimos. Nos conecta. La ansiedad o el bienestar que sentimos pueden tener su origen en el aparato digestivo. Por no hablar del efecto de los antidepresivos…
–¿Qué ocurre con ellos? 
–El prozac y otros similares puede que actúen en el intestino y no en el cerebro, como se cree. Estos fármacos tratan de aliviar la depresión aumentando los niveles de serotonina. La mayoría de expertos considera que ese extra de este neurotransmisor en el cerebro es lo que ayuda a mejorar el estado de ánimo.
Pero el 95% de la serotonina en el organismo se encuentra en el sistema digestivo. Podría ser que esos fármacos estimularan la producción de serotonina en el intestino y cambiaran las señales químicas que se envían por el nervio vago al cerebro.
El 95% de la serotonina en el organismo se encuentra en el sistema digestivo.
–El intestino influye sobre el cerebro, ¿y al revés? 
–También. Sabemos que el cerebro influye en los mediadores del estrés en el intestino y eso hace que cambien los microbios que albergamos.
–¿Hay algún momento en la vida en que esa relación entre cerebro e intestino sea más relevante? 
–Hay dos momentos en los que las bacterias desempeñan un papel más importante. En primer lugar, durante los primeros meses o años de vida, que es también cuando se está desarrollando el cerebro; en ese periodo, por ejemplo, el estrés de la madre o una infección puede afectar a la microbiota del niño.
Y en segundo lugar, al final de la vida, cuando se producen enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer o Parkinson, pues los cambios en la microbiota y en el intestino comienzan antes de que empiecen los síntomas neurológicos en ambas enfermedades.
–¿Qué suele recomendar a sus pacientes con trastornos como el síndrome de colon irritable?
–Que lo mejor que pueden hacer para cuidar de su salud es practicar algún tipo de meditación, como mindfulness, también yoga o alguna técnica de reducción del estrés. Asimismo, claro está, que vigilen su alimentación.
Si eres una persona muy estresada y sufres ansiedad, es muy importante que sigas una buena dieta, equilibrada, muy rica en verduras y frutas. Es como un pez que se muerde la cola: si sientes ansiedad, eso provoca en el intestino contracciones y secreciones que cambian la microbiota intestinal y entonces esta produce diferentes metabolitos que van al cerebro. Y así.
Lo mejor que se puede hacer por la propia salud es practicar algún tipo de meditación, como mindfulness, también yoga o alguna técnica de reducción del estrés.
–¡Un círculo vicioso! 
–Pero se puede romper, tanto por arriba, actuando sobre el cerebro, como por abajo, haciéndolo sobre el intestino. La meditación es una excelente manera de conseguirlo y, además, a los pacientes les encanta. Eso sí, cuando la gravedad del estado del paciente es superior les recomendamos que sigan una terapia psicológica cognitiva.
Justo ahora estamos haciendo un estudio para averiguar si la meditación y la terapia cognitiva modifican la comunidad de bacterias de su intestino. ¡Son tiempos realmente fascinantes en medicina!
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