El cloruro de magnesio se encuentra naturalmente en la cebada, frijoles, arroz integral, calabaza, almendras y otros alimentos que nos ayudan maravillosamente a vernos y sentirnos bien.
Se puede conseguir también como suplemento alimenticio, al tratar padecimientos como depresión, migrañas, problemas de articulaciones y del corazón; apto para todas las edades y con todos estos beneficios:
1. Ayuda con la presión arterial
El magnesio disminuye la tensión de los vasos sanguíneos, por lo tanto ayuda a bajar la presión arterial. Algunos tratamientos para la hipertensión se combinan con magnesio para disminuir los medicamentos hipertensivos.
2. Controlar el asma
El magnesio es un buen aliado para pacientes asmáticos, porque tiene un efecto sedante que disminuye la inflamación de los bronquios y sistema respiratorio; a la vez que mejora las defensas.
3. Alivia las migrañas
El cloruro de magnesio actúa directamente en el hígado y acumulación de bilis. Estos influyen directamente en los estados biliosos que provocan migraña. La dosis debe ser prescrita por el médico.
4. Evita el cansancio y la fatiga crónica
Cuando tus niveles de magnesio bajan, se presenta la fatiga. El magnesio ayuda a procesar mejor los nutrientes de los alimentos, al absorberlos mejor tu cuerpo rinde más. Es muy usado por deportistas de alto rendimiento.
5. Mejora el cabello y las uñas
La deficiencia de magnesio en el cuerpo puede afectar al crecimiento o incluso pérdida del cabello de manera anormal, la razón es que los folículos pilosos necesitan este suplemento para mantenerse fuertes.
Igualmente las uñas quebradizas o que se abren en capas, son consecuencia de bajos niveles de magnesio.
Ahora que sabes todas las bondades del cloruro de magnesio, consulta con tu médico la dosis adecuada para tu edad, peso y condiciones médicas; y disfruta de una vida más saludable.
La dieta antidepresiva por sí misma no revertirá ningún trastorno psicológico hasta hacerlo desaparecer. Ahora bien, dentro de ese enfoque multidisciplinar que necesita cada paciente, está sin duda el plano de la nutrición. Así, algo tan simple como consumir alimentos antiinflamatorios, ricos en antioxidantes y vitamina C puede ayudarnos sin duda a mejorar nuestro ánimo y bienestar.
Decía Mark Twain con su ingenio de siempre, que la única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer. Parece como si de algún modo, sentirnos bien y disfrutar de un adecuado equilibrio interno estuviera reñido con el deleite de la alimentación. Sin embargo, los buenos nutricionistas y los propios psicólogos nos dirán que nada de esto es cierto.
«La comida que comes puede ser la más poderosa forma de medicina o la forma más lenta de veneno».
-Ann Wigmore-
La simple realidad es que nos alimentamos mal. Llega un momento en que nuestro abanico de intereses culinarios es el mismo que el de un niño de 8 años. Preferimos algo que se prepare rápido y que nos genere ese agradable «subidón» que producen por ejemplo los carbohidratos, la sal y el azúcar. A ello se le añade otro factor. La mala calidad de nuestros cultivos, de esos suelos faltos de una adecuada materia orgánica, y de una producción en masa donde las frutas y verduras acaban perdiendo parte de sus propiedades.
Una dieta deficitaria e inadecuada impacta en nuestro bienestar. Es necesario por tanto que complementemos todo tratamiento psicológico y/o farmacológico con una nutrición adecuada. Los resultados a largo plazo se acaban notando.
Dieta antidepresiva ¿de verdad puede ayudarme?
En el 2017, diversas universidades de Australia y Nueva Zelanda llevaron a cabo una serie de estudios en colaboración con varios hospitales. El trabajo fue publicado en la reviste médica «BCM Medicine» y tenía como objetivo saber si el hecho de llevar a cabo una dieta antidepresiva, tenía algún efecto en los pacientes diagnosticados con esta enfermedad. Los resultados fueron positivos y los resultados empezaron a hacerse visibles al cabo de las 12 semanas.
Esa relación entre nuestro estado de ánimo y la alimentación es un campo emergente dentro de lo que se conoce ya como la «psiquiatría nutricional». Es más, existe una creciente evidencia científica de que lo que comemos afecta de forma significativa a nuestras emociones y bienestar. Por tanto, vale la pena tenerlo en cuenta y tomar nota de estas pautas que conforman la dieta antidepresiva.
1. Granos integrales
Los granos enteros o integrales son una fuente excepcional de vitaminas, minerales, fibra dietética, antioxidantes y fitonutrientes. Así, opciones tan acertadas como el arroz integral, la avena o el trigo sarraceno nos aportarán una cantidad más que adecuada de triptófano, ese aminoácido esencial que nos permite sintetizar serotonina, la hormona del bienestar y la felicidad.
2. Vegetales de hojas verdes
Los vegetales de hojas verdes forman parte indispensable de la dieta antidepresiva. Ahora bien, existen más opciones que las clásicas espinacas, esas que siempre nos vienen a la mente cuando pensamos en este tipo de vegetal. Tenemos también los berros, el brócoli, la acelga, el berro, el kale…
Son propuestas muy nutritivas, pero además, su aporte en antioxidantes, vitamina B, C y el ácido fólico nos permitirán reducir el estrés y la ansiedad.
3. Pescado azul
Dentro de este estudio llevado a cabo en Australia y Nueva Zelanda, el pescado azul se tomaba entre dos y tres veces por semana. Tenemos un sinfín de opciones a nuestro alcance, como el salmón, el atún, la trucha, el arenque, la caballa… El principal beneficio para los pacientes con depresión es la riqueza en ácidos grasos omega 3 presentes en este tipo de pescados
Este tipo de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga son unos neuroprotectores excepcionales.
4. Pollo y pavo
La dieta antidepresiva deja a un lado las carnes rojas y opta por las carnes magras. Entre ellas tenemos dos propuestas más que adecuadas: el pollo y el pavo. Son ricas en proteínas y contienen un aminoácido llamado tirosina que nos permitirá aumentar los niveles de dopamina en el cerebro. Si las cocinamos a la plancha con un poco de limón y aceite de oliva el beneficio será maravilloso.
5. Los beta-carotenos
Zanahorias, calabazas, tomates… Todas aquellas hortalizas de color rojo o naranja contienen beta-carotenos, un tipo de nutriente esencial que se convierte en nuestro organismo en el precursor de la vitamina A. Gracias a este componente, nuestro organismo disfruta de un adecuado equilibrio interno, se optimiza la circulación, combatimos los radicales libres, mejora nuestro ánimo e incluso reducimos el dolor de cabeza.
6. Las nueces
Las nueces son parte indispensable en la dieta antidepresiva. Cada mañana, en compañía de nuestro desayuno, podemos tomar entre 4 y 6 nueces. En general, la mayoría de frutos secos son muy beneficiosos para los trastornos de ánimo. El aporte de omega 3 y vitamina E, además de sus potentes antioxidantes y el zinc, actúan como poderosos neuroprotectores y mediadores del bienestar.
7. Probióticos
Entre los mejores probióticos que podemos consumir está el kéfir. Su nivel de lactosa es bajo y lo que es aún más importante: fortalece y cuida al máximo de nuestra flora intestinal. Un hecho que no podemos dejar de lado es que gran parte de la serotonina no se produce precisamente en el cerebro, lo hace en nuestro sistema digestivo. Es imprescindible por tanto disponer de una microbiota intestinal fuerte y sana que medie de forma adecuada en ese proceso.
Esas bacterias presentes en nuestro intestino, no solo benefician nuestra digestión o el que absorbamos los nutrientes de forma adecuada. Además, su actividad revierte en nuestra función cognitiva, emocional y sensorial. Un poco de kéfir en nuestro desayuno combinado con fruta puede hacer milagros a largo plazo.
Para concluir. Si en este momento estamos atravesando una depresión (o cualquier otro tipo de problema psicológico), seguir una dieta adecuada, variada y saludable no hará que ese problema desaparezca. Lo que sí hará es generar las condiciones orgánicas para que el ese proceso de curación y tratamiento sea más óptimo. Para que nos sintamos bien por dentro y nuestro cerebro disponga de esos compuestos necesarios para producir más serotonina, más dopamina…
Elegir un buen diseño o un estudio en el que las condiciones de salud sean adecuadas no son ya las únicas preocupaciones a la hora de optar por un tatuaje. Que el tipo de tinta no contenga componentes tóxicos es uno de los puntos que se tienen en cuenta desde que la Comisión Europea publicara un informe sobre el peligro que suponen algunos de los colorantes empleados en esta práctica.
La falta de estudios clínicos sobre esta materia, sin embargo, ha mantenido hasta la fecha la incógnita sobre los efectos concretos que provocan en la salud ciertos conservantes y contaminantes asociados a los pigmentos que decoran la piel. Ahora, un grupo de científicos alemanes y franceses han desvelado por primera vez, en la revista Scientific Reports, que estas sustancias viajan por el cuerpo hasta los ganglios linfáticos.
Allí se acumulan, tiñen estos órganos con los mismos colores que se incrustan en la piel y los engrosan de manera crónica. "Cuantos más tatuajes se tenga, mayor será el número de partículas que se acumularán en los nódulos linfáticos", ha afirmado a EL MUNDO Ines Schreiver, investigadora del Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos y coautora del estudio en el que también participa el Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón de Grenoble (Francia).
La composición química de la tinta empleada en los tatuajes es muy variada y puede incluir desde pigmentos orgánicos a impurezas que contienen metales pesados como el níquel, el cromo, el manganeso o el cobalto. En particular, el pigmento blanco que se utiliza para causar los efectos de brillos y sombras de estas ilustraciones está formado de dióxido de titanio, del que se ha descrito que produce un retraso en la cicatrización, inflamación de la piel y picazón. Este compuesto también se usa en la industria alimenticia, protectores solares y pinturas.
Los investigadores han encontrado, en muestras de tejido humano analizadas post mortem, que tanto el dióxido de titanio como otros pigmentos orgánicos procedentes de un tatuaje quedan retenidos en el tejido cutáneo pero, además, las partículas más pequeñas pueden ser transportadas por células inmunes fagocíticas (que se encargan de capturar células y partículas nocivas para el organismo) hasta los ganglios linfáticos, donde se acumulan.
Y, aunque estos compuestos viajan hasta ganglios linfáticos colindantes, "a partir de este estudio, podemos decir que el nódulo más cercano obtiene esas partículas, pero otras viajan más lejos por el cuerpo", ha asegurado Schreiver.
Por otra parte, el color más popular que se aplica en un tatuaje, el negro, se compone de hidrocarburos aromáticos policíclicos, un compuesto orgánico que produce cáncer. En todos los casos, el estudio demuestra también que cualquiera de los pigmentos inoculados en la piel produce una alteración en las proteínas de la membrana de las células que lo rodean, aunque este efecto no se ha visto en los nódulos linfáticos.
Entre otros posibles efectos adversos producidos por tatuajes, los autores han destacado que la tinta acumulada en un ganglio linfático puede interferir a la hora de detectar la presencia de células cancerígenas. "Si hay pigmentos acumulados allí, estos pueden interferir con las técnicas de diagnóstico del cáncer", ha aseverado Schreiver.
El borrado de tatuajes mediante técnicas de láser no elimina el problema sino todo lo contrario. Al aplicar este método "las partículas grandes de pigmento de la piel se romperán en fragmentos más pequeños que viajarán por el cuerpo y serán transferidos al nódulo linfático. El láser además produce un cambio químico en estas partículas", ha concluido la investigadora
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