De hecho, para los científicos, la dopamina es una sustancia que nos ayuda a saber por qué nos comportamos como lo hacemos en el amor, los negocios, la política o la religión. “Entender la dopamina nos ayudará a predecir nuestro comportamiento. Pero también el de los demás”, es tan solo una de las ideas que podemos extraer de “Dopamina”, un ensayo publicado por Ediciones Península en el que el doctor Daniel Z. Lieberman y el físico Michael E. Long nos explican los aspectos más relevantes acerca de este neurotransmisor que permitió que nuestros ancestros pervivieran.
Con el paso del tiempo podemos ir aprendiendo de nosotros mismos y las decisiones que tomamos. Sin embargo, no podemos controlar lo que sucede por encima de nuestras expectativas cuando se activa la pasión o la necesidad de progresar. Ese click o ese cambio en la percepción tiene mucho que ver con el impulso que nos ofrece la dopamina.
Para la dopamina lo importante es conseguir algo, cualquier cosa, con tal de que sea nueva
Para llevarlo al terreno práctico, podríamos decir que esta sustancia es la causante de que un trabajador ambicioso lo sacrifique todo en pos del éxito, o que pongamos en riesgo nuestra relación más preciada por una noche de sexo con un desconocido. Es decir, nos sitúa en una balanza entre tomar una carta o dejarla estar. Por un lado, nos sirve de motivación para superarnos a nosotros mismos. Por el otro, nos lleva a arriesgarlo todo y fracasar en el intento.
Y tú, ¿hacia dónde miras?
Mira hacia abajo. Quizá tienes frente a ti un ordenador, unos libros, un vaso de cristal. Son objetos que puedes tocar, que te conectan con la realidad y con lo tangible. Pero, sobre todo, son cosas que posees. ¿No es cierto?
Ahora mira hacia arriba. O bien ves el techo, con sus cuadros en la pared, o quizá las cosas que hay tras la ventana, la calle, las casas, los edificios, el cielo azul… En definitiva, todas aquellas cosas que están lejos. Para alcanzarlas, tienes varias opciones: planear, pensar o calcular. Y, a diferencia de lo que vemos cuando miramos hacia abajo, el ámbito de arriba nos muestra cosas en las que tenemos que pensar y trabajar para obtenerlas.
“En el cerebro, el mundo de abajo está dirigido por un puñado de sustancias químicas, los llamados neurotransmisores, que hacen que sientas satisfacción y disfrutes de lo que tienes aquí́ y ahora. Pero cuando prestas atención al mundo de arriba, el cerebro cuenta con la ayuda de una sustancia química distinta, una única molécula, que no solo deja que te muevas más allá́ del ámbito que tienes a tu alcance, sino que también te motiva a perseguir, controlar y poseer el mundo que está fuera de tu alcance inmediato”, explican los autores en el libro.
La dopamina te impulsa a buscar esas cosas lejanas, tanto físicas como las que no puedes ver, como el conocimiento, el amor y el poder
Dopamina: fuente de creatividad y de progreso
Mirar al cielo en busca de redención no es ninguna casualidad. Tiene todo su sentido si tenemos en cuenta que cuando estamos perdidos, o en busca de un cambio, la dopamina nos arroja al mundo de la experimentación, del devenir, de aquello que todavía no ha sucedido, pero que puede suceder lejos de nuestra zona de confort.
Este neurotransmisor del "arriba" es al mismo tiempo el que lleva a unos a triunfar en la escritura, la música o las matemáticas. Pues la dopamina es “la fuente de la creatividad y, más lejos en el espectro, de la locura”. Al mismo tiempo, es la clave para la adicción y la vía para la recuperación. Una absoluta sensación química que despierta algo en nuestro organismo. Los autores de este ensayo, que goza de una precisión excelente, lo definen con riguroso detalle: “Es la fuente del innegable gusanillo que lleva a los científicos a encontrar explicaciones y a los filósofos a encontrar el orden, la razón y el sentido”, confirman.
Podemos llamarle gusanillo o excitación ante el cambio. Pero, ante todo, lo que sí es seguro es que la dopamina es mucho más que una molécula. Es un mecanismo que nos invita a actuar, a tomar las riendas, a construir, a querer formar parte de un progreso muchas veces inevitable. Como bien explican los especialistas, es la sustancia que “nos insta a dejar atrás el placer de la mera existencia y explorar el universo de posibilidades que llegan cuando las imaginamos".
Ahora solo queda mirar hacia arriba, imaginar, ponerla al mando. Para ello, queremos dejarte con algunas reflexiones en torno al amor, el dominio, la creatividad y la locura o la política. Y es que, en todos estos aspectos, la dopamina tiene ciertas implicaciones que nos ayudan a entender por qué el amor pasional se convierte tan rápidamente en desinterés o por qué algunas personas son liberales acérrimos y otras, conservadores extremos. ¿Te asomas al universo de la conocida molécula del deseo?
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