El café excita, la carne enerva, la sopa es balsámica y el arroz confiere serenidad. ¿Qué importancia tiene lo que comemos en el equilibrio de nuestras emociones?
Desde la primera toma de la leche materna, a lo largo de nuestra vida buscamos en la comida una forma de llenar el vacío, buscar el afecto o el consuelo, entre otras necesidades. Pero debemos ser responsables de lo que ingerimos, pues hay alimentos que influyen poderosamente sobre nuestro ánimo.
Algunos causan alergias y modifican el nivel de glucosa en sangre, alterando nuestro estado mental. El chocolate negro, en pequeñas dosis, es un antidepresivo, mientras que, en exceso, genera angustia, pues irrita el hipotálamo. De igual forma, la deficiencia de vitamina B6 puede desencadenar hiperactividad. Nos cambia el carácter cuando variamos de dieta, y muchos terapeutas sostienen que hace más por nuestra salud mental una correcta ingesta de alimentos que ciertos tratamientos psicológicos.
El estrés tiene una estrecha relación con nuestra alimentación. Si queremos compensar ese desequilibrio nervioso, los frutos secos y las legumbres compensan el déficit de magnesio en las células que se produce ante una ansiedad prolongada. Sería utópico hablar de alimentos relajantes propiamente dichos, pero sí hay un grupo de nutrientes que ayudan a nuestro cuerpo a alcanzar cierta calma.
Algunos causan alergias y modifican el nivel de glucosa en sangre, alterando nuestro estado mental. El chocolate negro, en pequeñas dosis, es un antidepresivo, mientras que, en exceso, genera angustia, pues irrita el hipotálamo. De igual forma, la deficiencia de vitamina B6 puede desencadenar hiperactividad. Nos cambia el carácter cuando variamos de dieta, y muchos terapeutas sostienen que hace más por nuestra salud mental una correcta ingesta de alimentos que ciertos tratamientos psicológicos.
El estrés tiene una estrecha relación con nuestra alimentación. Si queremos compensar ese desequilibrio nervioso, los frutos secos y las legumbres compensan el déficit de magnesio en las células que se produce ante una ansiedad prolongada. Sería utópico hablar de alimentos relajantes propiamente dichos, pero sí hay un grupo de nutrientes que ayudan a nuestro cuerpo a alcanzar cierta calma.
Por ejemplo, las carnes blancas son fuente de proteínas con bajo contenido en grasa y ricas en aminoácidos. En épocas duras para nuestro sistema nervioso, nada como reforzar el desayuno con queso o yogur. De igual modo, habría que evitar los alimentos que potencian la ansiedad, como el café, el vinagre, el marisco o los picantes. Por último, comer deprisa, de pie y mal es la antítesis de una digestión sosegada.
Objetivo Bienestar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario