Cuando comenzó a practicarse el shinrin-yoku, en la década de los ochenta, la idea se basaba en la intuición de que rodearse de la belleza de los bosques de Japón podría ser beneficioso para la salud. El término lo acuñó en 1982 el entonces ministro nipón de Agricultura como parte de una campaña de protección de los bosques. Pero ¿qué tienen los árboles que nos hacen sentir mejor? En 2004, el doctor Qing Li, fundador de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal, participó en la creación del Grupo de Estudio de Terapias del Bosque, con el objetivo de descubrir cuál es el vínculo científico entre naturaleza y salud. Y lo consiguieron. "Demostramos científicamente que un baño de bosque puede potenciar el sistema inmunitario, aumentar el nivel de energía, reducir la ansiedad, el estrés, la depresión y la ira, y propiciar un estado de relajación", afirma el autor de El poder del bosque, el libro que te ayudará a ser una experta en esta práctica.
Mucho más que abrazar árboles
El arte de los baños de bosque es en realidad el arte de conectar con la naturaleza a través de nuestros sentidos. Para ello, lo primero que debes hacer es dejar en casa el teléfono y salir a encontrar tu lugar en el bosque caminando lentamente y sin rumbo fijo durante dos horas. No has de dirigirte a ningún sitio en concreto. De hecho, el experto recomienda dejar que sea tu propio cuerpo el que te guíe. Tú solo debes concentrarte en disfrutar de los sonidos, los olores y las imágenes de la naturaleza, y dejar que esas sensaciones penetren en tu interior. Te ayudará apoyar las manos sobre el tronco de un árbol, sumergir los dedos de los pies o las manos en un arroyo, tumbarte en el suelo sin más o, si el terreno lo permite, caminar descalza. Cuando sientas que liberas una sensación de alegría y de calma, entonces, sí, habrás conectado con la naturaleza.
Evidentemente, no a todos nos gustan las mismas cosas, y por eso es tan importante que encuentres tu lugar. Si te fascina el olor a tierra mojada, busca un paraje húmedo; si hay algún paisaje de tu infancia que sea especial para ti, no lo dudes: acude a él. Allí es donde la conexión con la naturaleza será más fuerte.
¿Qué hacer una vez hayas encontrado tu lugar? Después de dar un lento paseo, puedes elegir entre varias opciones. Desde sentarte con las piernas cruzadas mientras te concentras en activar tus sentidos, meditar, practicar yoga o taichí... o, simplemente, observar las plantas a tu alrededor. Por supuesto, no es necesario viajar a Japón para beneficiarte de la práctica del shinrin-yoku. Cualquier paraje natural puede convertirse en el escenario perfecto para conectar con la naturaleza. En su libro, el doctor Qing Li recomienda 25 preciosos bosques españoles, entre los que destacan el de los Espejos, en Salamanca; el de Valsaín, en Segovia; el de Muniellos, en Asturias; la Selva de Irati, en Navarra; el bosque de las Blancas, en Valencia; el Parque Natural de la Sierra de Aracena, en Huelva, o el de la caldera de Taburiente, en la Palma.
En la ciudad, también
Lo cierto es que no siempre tenemos la oportunidad de adentrarnos en el bosque y escaparnos a la naturaleza. En ese caso, también podemos aprovechar los parques o jardines de nuestras ciudades para darnos un baño de bosque. Eso sí, el doctor Qing Li aconseja no ir con ninguna expectativa, dejar cualquier distracción en casa, no pensar en el tiempo e intentar entrar en contacto con el presente. Al llegar al parque, busca un lugar donde sentarte, bien sea en la hierba o en un banco, como prefieras. El experto recomienda dedicar dos horas, si es posible, a observar y escuchar aquellos sonidos que más te gusten (solo debes concentrarte en ellos y no en otros; si te cuesta, cierra los ojos). Nada más. Solo concéntrate en respirar relajadamente y sentir. Según el experto, los efectos se empiezan a notar a los veinte minutos.
Para potenciar tu baño de bosque, puedes echarte dos gotas de aceite esencial de aromas en las manos, como el de hinoki, y aspirar su fragancia: te elevará el ánimo y te recargará de energía. Ten en cuenta que además muchos de estos aceites ayudan a potenciar la estabilidad emocional y a aliviar ciertas afecciones y dolores. Solo debes aprender a usarlos, y esta guía también nos enseña a ello. Que lo disfrutes.
'El poder del bosque. Shinrin-yoku', del Dr. Qing Li (Roca Editorial), a la venta a partir del 10 de mayo.
CONVIERTE TU CASA EN UN JARDÍN DE SALUD
Llena la casa de plantas porque ayudan a respirar, ya que absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno. De noche algunas hacen lo contrario, pero no todas. En tu dormitorio puedes poner orquídeas o suculentas. Además, las plantas son purificadores naturales. Las mejores, según un estudio de la NASA, son el espatifilo, el poto, la hiedra común, el crisantemo, la gerbera, la sansevieria, la palmera de salón, la azalea, la drácena de borde rojo y la cinta.
Aromatiza con aceites esenciales para recrear un ambiente forestal. ¿El mejor? El de hinoki, el de madera de cedro, pino, eucalipto... Los olores a bosque, en resumen. Todos los de coníferas te recordarán la paz y tranquilidad de la naturaleza.
Haz tu propio difusor para que el olor sea constante aunque no estés en casa. Solo necesitas un frasquito con una abertura estrecha, varitas difusoras o palitos de bambú que midan el doble que el recipiente. Ellas serán las que absorban la esencia. Mezcla un aceite de base, como el de almendra dulce, con uno esencial, como el de madera de cedro. La proporción, 70 % y 30 %, respectivamente.
Usa velas japonesas, de venta en tiendas eco, porque su cera es de árbol y no de petróleo, y la mecha se hace con junco en lugar de hilo.
Pon bolsas de astillas de madera de cedro en los cajones de los armarios. Además del buen olor, protegen la ropa de polillas e insectos.
Pilar Manzanares