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Resulta una tarea bastante sencilla para cualquier persona que se precie, el tratar de establecer una analogía entre las emociones o sentimientos que podemos experimentar a lo largo de nuestra vida y los diversos sabores que paladeamos, procedentes de la mezcla de alimentos que conforman nuestra dieta.
Ese placer que experimentamos al degustar una comida excelente, que recorre nuestros 5 sentidos y nos sumerge en una especie de estado de plenitud y armonía, debido en parte a la destreza de un gran chef para combinar y cocinar los alimentos, puede ser similar al estado de abstracción subyacente a la contemplación de un paisaje natural hermoso o a los primeros días de un amor que parecía imposible, por ejemplo.

El sabor de las emociones

La vida también puede evocar ciertos sabores en determinados momentos, como así se ha sugerido en u sinfín de obras literarias, canciones o películas, que forman parte del imaginario colectivo a modo de sinestesia emocional. De este modo, podríamos encontrar la siguientes asociaciones entre otras:
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1. Dulce

Siguiendo la filosofía popular, entendemos que los momentos dulces son aquellos que se asocian a momentos de éxito, bien sea personal, profesional o similares. Entendemos que una persona atraviesa un momento dulce cuando las cosas le están saliendo en la línea de sus expectativas o incluso mejor. Podríamos comparar dicho sabor entonces con emociones como la alegría o estados sentimentales como la euforia, la satisfacción, el amor, etc.
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2. Salado

Decir que una persona es salada (o ‘salá’ que dirían los andaluces) o que tiene salero, fundamentalmente tiene que ver con la capacidad que dicha persona tiene para superar su miedo a hacer el ridículo o al qué dirán los demás. Es decir, para orientarse hacia la diversión en situaciones cotidianas o en definitiva, para disfrutar de determinados acontecimientos, sabiéndoles aportar una pizquita más de sal.
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3. Amargo

Cuando nos imaginamos a una persona amargada, normalmente nos imaginamos a una persona cabreada con el mundo, quejica o malhumorada, que no tiene dificultad alguna para expresar sus iras a diestro y siniestro. También podemos pensar en personas tristes, o melancólicas que encuentran dificultades para poder disfrutar de sus vidas, independientemente de que existan o no factores objetivos que así lo justifiquen.
cristina brondo4. Picante
Decir que una situación se ha puesto picante o que tal o cual persona es “picantona”, normalmente evoca cierto estado de excitación de naturaleza sexual principalmente, relacionado con la tensión emocional de naturaleza placentera, en la mayoría de los casos, suscitada por una situación “subidita de tono”. Sí es verdad que no se puede decir que todo el mundo disfrute con el picante, de igual modo que existen personas que, bien sea por inexperiencia, pudores personales o factores adicionales varios, encuentran cierta dificultad para experimentar esta sensación excitante como placentera.

5. Ácido

En el caso del sabor agrio, no puedo dejar de pensar en un tipo de humor sin filtros, al más puro estilo Hugh Laurie -protagonista de la serie de “House”-, en el que se expresan los propios sentimientos sin considerar en exceso los ajenos.
También refleja a la perfección los estados de presión a los que se someten determinadas personas con niveles elevados de autoexigencia, que experimentan ansiedad, estrés o tensiones emocionales varias, derivadas de estilos obsesivos de pensamiento en formato premonitorio pesimista, también denominado preocupaciones.
Curiosamente, dichos estados emocionales se asocian a trastornos digestivos fundamentalmente del tipo gastritis, acidez de estómago y demás problemáticas de naturaleza psicosomática.

La regulación emocional es como elaborar una receta

Aprender a gestionar nuestras emociones, sabiendo interpretar las situaciones y vaivenes que nos depara la vida es un arte, un arte que se puede aprender, de igual modo que un magnífico chef combina los ingredientes para enriquecer sus salsas, podemos aprender a favorecer determinadas interpretaciones de nuestra realidad, para que nuestra degustación vital sea más plena. ¡Bon appetit!