Se conocen como el "oro de América" por su agradable sabor y gran poder antioxidante. Combaten los procesos inflamatorios y degenerativos.
Muy parecidas a las bayas de Goji, las bayas incas o bayas doradas son nativas de la región amazónica y pertenecen a la familia de las solanáceas. Su aspecto es de un tamaño un poquito más grande que las pasas; son de un color amarillo y tienen un sabor cítrico agridulce.
Las semillas han sido utilizadas desde hace siglos para regular el tránsito intestinal y evitar el cúmulo de toxinas en el tracto digestivo.
Y en la medicina tradicional inca, las bayas fueron utilizadas por sus propiedades curativas en casos de cáncer, leucemia, malaria, asma, diabetes, dermatitis y reumatismo.
Las bayas incas (Physalis peruviana) raramente se encuentran frescas, pues son unos frutos muy perecederos. las podemos encontrar en mercados especializados o como decoraciones de pasteles. Su forma más habitual es deshidratada, como pasas. Se suele consumir en granolas, como aperitivos, batidos y postres.
Bayas doradas, energía concentrada
Las bayas doradas, que hoy se cultivan en África, Asia y el Pacífico, además de Sudamérica, son una fuente de energía y pocas calorías: según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, 100 g de estas bayas tienen solo 53 kcal.
Contienen aminoácidos (el 16% de su composición son proteínas), fósforo, provitamina A, buena para la vista; vitamina C, para fortalecer el sistema inmunitario; y vitaminas del grupo B como la B1, B2, B6, que nos ayudan a regular el ciclo de los carbohidratos y la metabolización del resto de los nutrientes, y contribuyen a la salud de la piel, mucosas y cabello.
Repletas de bioflavonides antioxidantes
Son ricas en antioxidantes (especialmente bioflavonoides, conocidos por sus propiedades antiinflamatorias, antihistamínicas y anticancerígenas) y pectinas, un tipo de fibra que nos ayuda a regular los niveles de colesterol en la sangre.
Previene numerosas enfermedades crónicas y degenerativas como el cáncer. Los antioxidantes –como los carotenoides y polifenoles que contiene– pueden neutralizar los efectos de los radicales libres, culpables de la mutación y degeneración celular.
Sus antioxidantes también ayudan a reducir la inflamación. Si sufres de artritis, gota o cualquier tipo de dolor muscular, pueden suavizar esta condición y mejorar tu salud general, incluida la salud cardiovascular, pues reducen la inflamación de las arterias y venas, disminuyen la presión sanguínea y previenen el desarrollo de arteriosclerosis.
Estabilizan los niveles de colesterol y glucosa
Los ácidos grasos oleicos y linoleicos de estas bayas contribuyen a la reducción de los triglicéridos y del colesterol "malo" (LDL), restablecen los niveles de colesterol total y protegen la salud cardiovascular.
El extracto de las hojas ha demostrado tener propiedades positivas para la regulación de los niveles de glucosa en sangre.
Un estudio de la Universidad Nacional de Ruanda y la Universidad Oficial de Bukavu (República del Congo) demostró que ingerir 100 mg de este extracto por cada kilo de peso reducía significativamente los niveles de glucosa pasados 30 minutos de la ingesta.
Los efectos positivos de los withanolides
Las bayas doradas podrían prevenir el cáncer. Contienen withanolides, un tipo de esteroides muy parecido a los ginsenósidos del ginseng. Poseen una potente actividad antioxidante y antiinflamatoria, con capacidad de inducir la muerte de las células enfermas.
Aunque aún faltan más evidencias científicas, se ha visto que uno de los withanolides de las bayas doradas se asocia a la prevención de cicatrices en el hígado y la reversión de la degradación hepática. Además, a nivel renal también ayuda a eliminar toxinas por la estimulación de la micción, y expulsión de grasas, sales y toxinas del sistema linfático.
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