La definición de “alimento funcional” se remonta a los años 80. En aquella época se introdujo este término para describir los alimentos que contienen sustancias que nos ayudan a mejorar funciones específicas del organismo
Los alimentos funcionales contienen moléculas capaces de modular uno o más procesos metabólicos del organismo, produciendo un efecto saludable que se refleja en la prevención o tratamiento de ciertas patologías.
En general, se trata de fitoquímicos derivados de plantas, aunque recientemente se han incluido algunos productos derivados de animales (probióticos, ácido linoleico conjugado, ácidos grasos poliinsaturados omega 3 -6 -9 o péptidos bioactivos en productos animales como por ejemplo la leche o los productos fermentados). Se han identificado más de 900 fitoquímicos en los alimentos. Y pensad que en una sola porción de los vegetales puede haber hasta 100!
En la siguiente infografía os dejo los distintos tipos de alimentos funcionales y los benenficios que aportan para la salud:
Podemos agrupar alimentos funcionales en diferentes grupos:
Carbohidratos (no almidón)
Se trata de azúcares que no son metabolizados por las enzimas digestivas, debido a su estructura química. Son fermentados por la microflora intestinal; Se incluye en este grupo tanto las fibras como fucoidanos.
La fibra insoluble
La fibra soluble, que se encuentra principalmente en la avena, hortalizas (manzana, mango, naranja, brócoli, zanahorias ..), legumbres, fruta y frutos secos; se fermenta en el intestino grueso, formando ácidos grasos de cadena corta que ayudan a reducir los niveles de colesterol, disminuir la tasa de absorción de azúcar, y eso comporta menos riesgo cardiovascular y más protección contra la diabetes tipo 2.
Por último están los fucoidanos, que están presentes en algunos tipos de hongos y algas verdes. Son un alimento funcional muy popular en Japón, donde se utilizan sobretodo por sus propiedades protectoras de la mucosa gástrica, el fortalecimiento del sistema inmune, como “antitumorales”, anticoagulantes o para reducir los niveles de colesterol y presión arterial.
Sustancias antioxidantes, anticancerígenas y moduladores del sistema inmune
Los antioxidantes son un grupo de sustancias químicas que neutralizan los radicales libres. Éstos radicales se forman en el cuerpo después de haber estado expuestos a contaminantes, humos, rayos UV, estrés, sustancias tóxicas o por los propios procesos endógenos (producidos por el propio cuerpo con las distintas interacciones y reacciones químicas que se dan en el cuerpo).
Los carotenoides (como el licopeno o la luteína) son pigmentos lipídicos que se encuentran en plantas de color rojo / naranja que tienen fuertes propiedades antioxidantes y antitumorales.
También son importantes los polifenoles. Una clase amplia que engloba más de 8000 sustancias químicas presentes en el té verde, las uvas, la cebada o los cereales integrales, las cebollas y los puerros, el brócoli, las fresas, las bayas y muchos otros alimentos vegetales.
Éstos son capaces de reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer y de fortalecer las defensas del cuerpo contra los radicales libres. De este mismo grupo destacamos los fitoesteroles
Finalmente, cabe hablar de los fitoestrógenos presentes en la soja, que son capaces de reducir los síntomas asociados a la menopausia, reducen también los niveles de colesterol y protegen contra ciertos tipos de cáncer.
Probióticos y prebióticos
Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios para el organismo. Se les llama comúnmente “fermentos lácticos” y no son más que bacterias que habitan en nuestros intestinos, como los Lactobacilos o las Bifidobacterias.
Los prebióticos, sin embargo, son los “alimentos” que permiten la supervivencia de estas bacterias intestinales, proporcionándoles una nutrición adecuada. Entre estos últimos se encuentran los fructo-oligosacáridos (FOS), que están presentes en las frutas, en yogures y en los alimentos fermentados como el kéfir. Son buenos para mejorar la funcionalidad intestinal, la permeabilidad de la mucosa e incluso la digestión.
La buena salud intestinal también influye positivamente en nuestro estado de ánimo, la calidad del sueño, nuestras emociones y nuestra salud en general.
Ácidos grasos poliinsaturados
Están presentes tanto en alimentos de origen animal (salmón y pescado azul) como vegetales (semillas de lino, chia) y son capaces de reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, de mejorar la función cognitiva y de reducir los niveles de colesterol.
Una “dieta funcional”, rica en todos estos alimentos de los que hemos hablado hoy, puede desempeñar un papel muy importante para mantener un buen estado de salud, prevenir diversas enfermedades y mejorar nuestra calidad de vida.
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