Con una serie de cambios en nuestra rutina, tenerlo lento de fábrica ya no nos servirá como excusa para que nuestro cuerpo trabaje
El metabolismo. Ese concepto que se convierte en coartada para los fracasos propios y los éxitos ajenos a la hora de hacer una dieta o de perder peso. Podemos vivir tranquilos con nuestro metabolismo hasta que intentamos perder unos kilos para vernos o sentirnos mejor y detectamos que, aunque comamos menos o hagamos más ejercicio, la cifra no baja.
Algo no funciona en nuestro metabolismo. Quizás sea más lento que el de los demás. La genética nos marca y sus condiciones afectan de forma diferente a cada persona. Cada cuerpo realiza los procesos físicos y químicos que ayudan a convertir los nutrientes de los alimentos en energía de una forma más rápida o más lenta.
Algo no funciona en nuestro metabolismo. Quizás sea más lento que el de los demás. La genética nos marca y sus condiciones afectan de forma diferente a cada persona. Cada cuerpo realiza los procesos físicos y químicos que ayudan a convertir los nutrientes de los alimentos en energía de una forma más rápida o más lenta.
Pero no tenemos por qué conformarnos con las cartas que nos han tocado. Ya sea porqué el paso de los años nos ha oxidado la maquinaria o porqué venimos de fábrica con unas piezas y unos sistemas más lentos, con una modificación de las rutinas de ejercicio y alimentación, podemos llegar a activar nuestro metabolismo y que este se acelere realizando sus procesos más rápido y ayudando, de paso, a nuestra figura. Hay consejos y trucos que, como un coche que se ha quedado sin batería, nos pueden ayudar a activarlo, a que coja “carrerilla”.
No te saltes nada
Come varias veces al día en pequeñas cantidades, así el metabolismo y el cuerpo están siempre activos. Esta es una ley que preside muchas de las dietas que corren por el mundo y, para acelerar nuestro metabolismo, también es aplicable. En el mismo sentido es muy importante desayunar antes de que pase una hora de levantarnos para despertar el metabolismo. Y, al final del día, no te vayas a la cama sin cenar.
Hasta el agua de los floreros
A lo largo de nuestra jornada debemos beber cantidades suficientes de agua, que además de hidratarnos acelerará la digestión y la quema de calorías. Pero no solo podemos vivir de agua. El café o el té verde son buenas bebidas para acelerar nuestro metabolismo. Especialmente el té matcha ya que, al consumirse toda la hoja y no solamente su infusión, tiene una concentración más alta de las sustancias que activan el metabolismo como la teína.
Como un bebé
Cierra el ordenador, para de ver series o cierra el libro que tanto te engancha. Vete a dormir a una hora prudencial. Piensa que si no llegas a las 7 horas de sueño diarias, tu metabolismo va a sufrir. Dormir poco y mal nos lleva de cabeza a los hidratos de carbono de absorción rápida como los azúcares o las pastas. Pero lo más importante es que la falta de sueño aumenta la hormona llamada cortisol -la del estrés- y esto nos puede producir un desequilibro hormonal que nos alterará el metabolismo.
¡Caliente caliente!
Si te gusta el picante en tus comidas, tu y tu metabolismo estáis de suerte. Diversos estudios han demostrado que ingredientes como el chile, la cayena o los pimientos rojos picantes contienen un elemento –precisamente el que le da el picante- que es, también, el encargado de disminuir los lípidos corporales. Comer estos alimentos picantes pone el metabolismo al rojo vivo y produce una quema de grasas a corto plazo. Si le pones especias picantes a tus platos, cuando los comas tu actividad metabólica aumentará de inmediato y durante una buena media hora en un 20%. Un win-win en toda regla ya que, al tratarse de especias, las puedes incorporar a tu dieta como condimento sin sufrir en exceso por las calorías
Intensa y musculada
Una de las últimas corrientes que se han apoderado de los gimnasios y los entrenos físicos son los intervalos de alta intensidad. Y es por algo que esto ha sucedido. Estos ejercicios llevan el cuerpo al límite y este pide y gasta energía más tiempo. Además, los trabajos aeróbicos de siempre no forman músculo y, si tenemos más tono muscular, nuestro metabolismo será más rápido. Para mantener el músculo se necesitan más calorías que para mantener las grasas ya que, aunque no los utilicemos, queman energía. Así que si que, cuando vayas al gimnasio, elige bien tus entrenos y no le tengas miedo a las pesas.
Bonus: Incorpóralos a tus platos
Son múltiples los alimentos que contribuyen a una aceleración del metabolismo. Entre la larga lista que podríamos destacar, hemos apostado por esos alimentos que, en los últimos años, han ganado mucho protagonismo en las cocinas modernas. Así por ejemplo, el aceite de coco quema hasta tres veces más calorías que los otros aceites por sus ácidos grasos. Su prima, el agua de coco también es una buena bebida para incorporar a nuestra dieta. De la misma forma, no tengas miedo con las algas –wakame, chlorella o espirulina-, las semillas de Chía o de lino, los hongos Shiitake o el kale. Y si a estas alturas aún falta en tu cocina, baja ahora mismo a comprar jengibre.