Embadurnarse con barro natural, darse un baño en casa, acudir a un balneario... Cualquier opción es válida para beneficiarse de las propiedades de la arcilla.
La arcilla ha sido uno de los primeros remedios de la historia, hoy en día poco utilizado pero al alcance de todos. Se consigue fácilmente, está disponible todo el año, es útil para la elaboración de alfarería y posee sorprendentes propiedades.
Al igual que hacen muchos animales, es posible que el ser humano haya usado la arcilla desde los albores de la humanidad. En la naturaleza no es extraño ver a animales salvajes revolcarse en la tierra o en el lodo para reforzar la piel y limpiarla de eccemas, callosidades o parásitos.
Ahora bien, la arcilla no es tierra, sino una parte de esta desprovista de arena y elementos orgánicos y finamente micronizada de forma que posee una gran plasticidad. Se puede definir como partículas menores a dos micras de diámetro compuestas esencialmente de silicatos de calcio, magnesio y aluminio. Aun así, la composición de las arcillas, respetando estos componentes mayoritarios, varía mucho en función del terreno donde se han recogido y de ahí que puedan encontrarse incluso en diferentes colores.
¿QUÉ CUALIDADES TIENE LA ARCILLA?
Las arcillas se caracterizan por tener una estructura laminar con alta superficie específica y una carga eléctrica. Ambas cualidades les confieren a todas ellas una gran capacidad para absorber agua y para fijar e intercambiar iones, entre otras propiedades. Además, por su composición específica a algunas arcillas se les puede atribuir alguna propiedad más, especialmente cuando se consumen por vía interna.
Las propiedades comunes a todas las arcillas, debidas a sus características físicas, son:
- Absorción. La absorción es la capacidad que tienen muchos elementos de absorber líquidos. La capacidad de retención hídrica de las arcillas fácilmente quintuplica su peso en seco; sin embargo, esto depende de la fluidez o consistencia que se desee luego, ya que tiene menos agua la arcilla modelable que la arcilla con textura de chocolate espeso o las "leches" arcillosas. Al absorber líquidos las arcillas también absorben todas las sustancias que están disueltas en ellos. Así, cuando se aplican externamente absorben los líquidos corporales de la piel y muchas de sus grasas, por lo que en general ejercen una acción secante. De ahí que se aconseje precaución a las personas de piel seca.
- Adsorción. El mismo proceso que tiene lugar cuando la arcilla entra en contacto con los líquidos sucede también con los gases. La arcilla es un gran adsorbente, y esta es una de las razones por las que el consumo interno de arcilla reduce en general los gases digestivos y se considera depurativo. Sobre la piel también actúa como adsorbente, aunque en este caso no existe una gran cantidad de gases que absorber, excepto los propios de la transpiración, sobre los que ejerce un efecto desodorante que, aunque pasajero, es interesante.
- Capacidad de retención del calor. Es una de las propiedades más interesantes de la arcilla, ya que es un mal conductor del calor. Cuando se calienta (a diferencia del agua, que se enfría rápidamente), mantiene el calor durante largo tiempo. Esta baja conductividad permite, además, realizar aplicaciones de arcilla más calientes de lo que se podría soportar con el agua. Cuando se aplica la arcilla sobre la piel, inicialmente da una sensación de calor intensa pero muy soportable, pues se forma una capa superficial en contacto con la piel que reduce su temperatura en relación con el núcleo o centro de la aplicación. Cuanto más espesa sea la arcilla, a mayor temperatura se puede aplicar, mientras que las aplicaciones más líquidas pueden quemar más si se aplican calientes. Esta capacidad calorífica es especialmente útil en los procesos dolorosos y reumáticos.
- Transmineralización. Se discute mucho si la arcilla puede inducir un proceso de transmineralización (paso de minerales a través de la piel) o no. En general, la capacidad de paso de minerales a través de la barrera cutánea suele ser limitado, así que no aporta una gran cantidad de elementos nutritivos a la piel. De todas formas, el alto contenido de la arcilla en silicatos es interesante. A pesar de su escasa solubilidad, el silicio puede ayudar a regenerar el colágeno de la piel, por lo que, aunque sea poco, contribuye a mejorar la tersura de la piel y a reducir su flacidez .
- Nutrición. No se puede hablar de nutrición específicamente cuando hablamos de la cura interna de arcilla. De hecho, en general la arcilla no nutre o es directamente un antinutriente, porque reduce la absorción de algunos principios alimentarios. Los elementos más solubles de la arcilla, como las sales magnésicas, sí se absorben con cierta facilidad, y pueden amortiguar el efecto astringente que ejerce la arcilla. También puede contribuir al aporte de una mayor cantidad de oligoelementos, pero debido a la gran variabilidad de los componentes secundarios de las arcillas es difícil recomendarla en este sentido.
¿QUÉ TIPOS DE ARCILLA EXISTEN?
- Arcilla blanca. Suele ser de este color porque contiene caolín y, en menor medida, feldespato. Se denominan genéricamente caolinitas y son de una gran plasticidad (técnicamente son las "arcillas grasas", aunque no contengan grasa), muy adecuadas para el tratamiento interno, ya que diluidas forman la "leche de arcilla". Son muy apreciadas en cosmética por su riqueza en talcos (caolín), que le dan una untuosidad y delicadeza especiales. También en alfarería, para la fabricación de porcelanas.
- Verdes. También muy apreciadas. Una de las mejores es la bentonita (o montmorillonita), que en realidad no es verde, sino grisácea. La illita, también una "arcilla verde", es muy rica en calcio, plástica y se adhiere muy bien a la piel.
- Rojas. No son de menor calidad que las anteriores, pero son las más frecuentes y su color suele deberse a la presencia de minerales de hierro (óxidos e hidróxidos generalmente).
CURAS EXTERNAS CON ARCILLA
La cura externa de arcilla es la más habitual y conocida, y se puede efectuar de muchas maneras. Lo que sigue a continuación es tan solo una selección de las más importantes.
1. Cataplasma calorífica
Las cataplasmas de arcilla se preparan amasando la arcilla con agua muy caliente hasta que adquiera una consistencia moldeable y no manche excesivamente. Luego la masa de arcilla se extiende sobre un lienzo, por ejemplo de algodón, y se deposita una capa de un grosor aproximado de 1 a 2 centímetros (a mayor grosor, mayor capacidad de retención del calor). Sobre la capa más externa se aplica una cobertura de plástico que evitará que se disipe el calor y que se manchen las ropas externas.
Esta cataplasma se aplica sobre la zona o articulación escogida, preferiblemente al ir a acostarse, y se deja actuar entre 40 y 90 minutos, en todo caso hasta que se disipe el calor. Se pueden realizar aplicaciones hasta dos o tres veces por semana.
Se recomiendan especialmente en los procesos reumáticos dolorosos de las articulaciones, aunque también resultan muy útiles en otros procesos dolorosos, como la menstruación, y en las terapias de depuración genérica del abdomen.
2. Mascarillas y pincelaciones
Cuando la arcilla se diluye con agua hasta obtener una consistencia de chocolate espeso, o algo menos, se pueden realizar pincelaciones sobre la piel y disfrutar de su efecto regenerador, desintoxicante y de limpieza.
Este tipo de aplicaciones, sin embargo, no retienen el calor pues se emplea poca arcilla y mucha agua. Estas preparaciones arcillosas de aplicación sobre la piel pueden prepararse con tisanas de plantas en lugar de agua, como manzanilla, agua de azahar, jugo de pepino... Incluso se puede añadir algún aceite como el de rosa mosqueta o de zanahoria, que ayudarán a mejorar la sensibilidad de la piel.
En cualquier caso, recordemos que después de una aplicación de este tipo sobre la piel es conveniente quitarse toda la arcilla sobrante, por ejemplo con abundante agua fresca, y luego aplicarse algún producto hidratante. En todo caso, no debe esperarse a que la arcilla se seque del todo antes de retirarla.
Las pincelaciones de arcilla pueden dejarse sobre la piel durante un tiempo variable. En general se recomienda una primera aplicación corta, de unos diez minutos, que sirve de test para evaluar cómo responde la piel.
Cuando se aplica la arcilla sobre la cara hay que tener un cuidado especial puesto que puede resecarse excesivamente. Este tipo de aplicaciones se suele recomendar realizarlas como máximo una o dos veces por semana.
3. Baños de agua arcillosa
Para las pieles más sensibles puede ser útil el baño de agua arcillosa. Se requieren unos 100 gramos de arcilla en una bañera llena de agua caliente. Previamente se dejan reposar aparte durante unos quince minutos en un cazo o una palangana sumergidos en agua bien caliente; de esta manera se diluirá mejor la arcilla cuando se eche en la bañera.
El baño de agua arcillosa se puede mantener durante 45 minutos. Está especialmente indicado en procesos de dermatitis húmeda de la piel, en los que la aplicación de arcilla más espesa podría tener un efecto irritante.
¿SE PUEDE INGERIR LA ARCILLA?
El agua arcillosa para realizar una cura interna se prepara dejando reposar una cucharadita de postre colmada de arcilla (ocasionalmente dos) en agua mineral y dejándola actuar toda la noche, para tomarla por la mañana. Al inicio de la cura, es más comida, y procurando que el desayuno posterior sea muy pobre en grasas. Se recomienda habituarse poco a poco, evitando ingerir el poso de arcilla al principio de la cura.
La cura interna se plantea generalmente durante un periodo no superior a los 20 días (mejor dos semanas) y puede repetirse varias veces cada tres o seis meses.
La arcilla tiene muy pocas contraindicaciones, y la más importante es que no siente bien al estómago, lo cual con estas dosis y periodos es más bien raro, pero observar estas precauciones permite beneficiarse de la arcilla sin correr riesgos:
- Interacciones. Debido a su poder absorbente, la arcilla puede interferir en la absorción de medicamentos, por lo que su consumo por vía interna deberá realizarse siempre una hora antes o después de tomar cualquier medicación. La arcilla por vía externa reduce la efectividad de muchas cremas.
- En ayunas. La arcilla debe consumirse en ayunas, fuera de las comidas, ya que la mezcla con grasa forma literalmente un "ladrillo", endureciéndola, reduciendo su capacidad de absorción y adsorción, y provocando más alteraciones intestinales.
- Dosis. La arcilla debe consumirse en dosis bajas. Las dosis elevadas pueden provocar estreñimiento y alterar la absorción de nutrientes. Una o dos cucharaditas al día durante periodos determinados de tiempo es una dosis adecuada.
- Beber muchos líquidos. Durante la cura interna de arcilla, se ha de beber líquido en abundancia para evitar la formación de grumos.
EL PODER CURATIVO DE LOS PELOIDES
Un peloide (pelos en griego significa "barro") es una mezcla de materia orgánica (humus) y no orgánica (minerales) que puede utilizarse con fines terapéuticos. La arcilla es un peloide, si bien no todos los peloides son arcillas; muchos ni contienen arcilla.
Los más interesantes desde el punto de vista medicinal son los fangos extraídos de lechos de lagos, albuferas o incluso el mar. Otros, en cambio, se fabrican fermentando una materia vegetal con fangos o lodos (muchas veces con hierba o heno reposados en piscinas con los fangos durante meses), o se comercializan en envases con parafina, que les da mayor plasticidad.
Estos peloides, sin embargo, no son habituales en casa ya que son más difíciles de encontrar y aplicar, y suelen usarse en balnearios.