25 junio 2019

Recarga tu energía y elimina tóxicos de tu cuerpo

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Nutrirse, relacionarse y eliminar los tóxicos son procesos esenciales para mantener la salud física y emocional.

Karmelo Bizkarra
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La salud de nuestro organismo se mantiene gracias a tres sistemas principales que llevan la energía vital a cada una de nuestras células. Son los sistemas de nutriciónrelación y eliminación. En ciertas etapas, necesitamos además energía para el crecimiento y para la reproducción.
El sistema de eliminación se complementa con la regeneración en las zonas alteradas o enfermas.

1. Sistema de nutrición

El sistema de nutrición aporta energía a los procesos digestivos y de asimilación de los nutrientes, pero no lo hace solo a través de los órganos del aparato digestivo (estómago, intestino, hígado y páncreas), sino también a través de cada una de nuestras células, al final del proceso de asimilación.
La respiración forma parte de este sistema y es la encargada –junto con la circulaciónsanguínea– de proporcionar oxígeno, la energía del aire y nutrientes al microcosmos celular. La energía que recibimos de los cuatro elementos de la naturaleza (aire, sol, tierra y agua) es indispensable para nuestra supervivencia.

2. Sistema de relación

Está compuesto por los órganos que nos ponen en contacto con el mundo y con las demás personas. Dirigido en gran medida por la voluntad consciente, también está estimulado –como diría Jung– por nuestra "sombra", esa parte inconsciente que impulsa las formas no aceptadas de nuestro carácter y que, de alguna manera, "tiñen" y constituyen nuestra manera de estar en el mundo.
Cuando nos movemos, pensamos, hacemos ejercicio, percibimos estímulos exteriores a través de nuestros sentidos, escuchamos con atención, sentimos y nos emocionamos, nos comunicamos, hablamos… nuestro organismo lleva gran parte de su energía vital hacia la función de relación, concretamente a los músculoshuesoscerebrosistema nervioso y órganos de los sentidos y del lenguaje.

3. Sistema de eliminación

Los órganos relacionados con este proceso, que expulsa las sustancias tóxicas del organismo, son los riñones, los pulmones, el aparato digestivo (hígado) y la piel. Es un sistema clave para mantener la salud, ya que una de las principales causas de cualquier enfermedad es la acumulación de tóxicos en el organismo.
Paralelamente a la eliminación, tiene lugar el proceso de regeneración de las zonas afectadas por la intoxicación y la falta de energía, por los malos hábitos de vida, el poco contacto con los cuatro elementos de la naturaleza y una forma insana de relacionarse con los demás (o de falta de relaciones).
El sistema de eliminación funciona a pleno rendimiento durante la noche. Mientras descansamos, el cuerpo aprovecha para eliminar las sustancias tóxicas acumuladas, como la urea, el ácido úrico o el exceso de colesterol. Asimismo, renueva los tejidos y realiza una "puesta a punto" de los órganos metabólicos. Por la mañana, el proceso de eliminación continúa.
Durante las horas de sueño, realizamos un "ayuno" que favorece la limpieza y la reparación del organismo. El cuerpo vive de sus reservas y no gasta energía en la digestión ni en la asimilación de las sustancias nutritivas. Toda esa energía se aprovecha para la regeneración orgánica. De ahí que los niños y los animales, cuando no se sienten bien, lo primero que hacen, por instinto, es dejar de comer.
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Cómo se reparte la energía

Hablamos de salud cuando la energía vital se reparte de forma equilibrada entre estos tres grandes sistemas. Pero, además de para la nutrición, la relación y la eliminación, el ser humano necesita energía para el crecimiento, la reproducción y la regeneración celular.
Al comer, una gran cantidad de sangre y energía se acumula en los órganos digestivos, y el resto de actividades que realizamos, físicas e intelectuales, se ralentizan. El sistema circulatorio toma parte también en el sistema de nutrición. Esto se refleja en el aumento de las pulsaciones que se produce durante el proceso digestivo.
Comer en exceso provoca que la energía se retire del sistema de eliminación. Los riñones, que eliminan por la orina; el aparato digestivo y el hígado, que eliminan por el intestino y por la bilis; el pulmón, que lo hace a través del aire exhalado, y la piel, que desintoxica por transpiración, pierden energía. Como consecuencia, la eliminación de sustancias de desecho y tóxicas se reduce

Un exceso de trabajo ingrato causa preocupaciones y tensiones. Si además vivimos en la ciudad, con ruidos, luces artificiales, pantallas, pensamientos negativos… tarde o temprano la desgana y la depresión nos invadirán.
La energía vital (sin la cual no podemos vivir) asumirá inicialmente ese "gasto extra", pero una vez alcance cierto nivel, tendrá que "robar" energía a los sistemas de nutrición y eliminación. Una disminución brusca de este último será causa directa de enfermedad, ya que las sustancias de desecho no se eliminarán e irán intoxicando el organismo.
Las crisis de desintoxicación –enfermedades agudas– descargan al cuerpo de sustancias de desecho. Durante estos procesos, la energía vital del organismo se centra en la eliminación y los otros dos grandes sistemas se ven energéticamente disminuidos. El catarro o la gripe son claros ejemplos de estas crisis.
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Cuando falta energía

La falta de energía en el sistema de nutrición indica un "cerrado por limpieza y renovación" del organismo. Acompaña frecuentemente a las crisis de desintoxicación y produce ciertos síntomas como falta de apetito, estreñimiento o diarrea. El aparato digestivo "cede" parte de su energía al sistema de eliminación.
La falta de energía en el sistema de relación, que tiene lugar en la enfermedad aguda, cuando dicha energía se concentra en la eliminación, explica la fatiga, los mareos, las piernas frías, la cabeza embotada y las pocas ganas de pensar (retirada de la energía mental). La persona está emocionalmente más sensible y pide muchos cuidados, "mimos". Explica también las molestias que ocasionan los ruidos, las luces fuertes (retroceso de la energía en los órganos de los sentidos) y la sensación de frío, en general.
La falta de energía en el sistema de eliminación trae consigo la acumulación de sustancias de desecho y tóxicas en el organismo. El cuerpo va "tolerando" esas sustancias, sin ser consciente de la intoxicación y, por lo tanto, no reacciona contra ella.
Agudización de las crisis. La persona que tiene poca energía en el sistema de eliminación, poco a poco va dejando de tener crisis de desintoxicación: catarros, vómitos, diarrea, flemas… Y aparecen, por el contrario, enfermedades crónicas y luego degenerativas, descendiendo de manera considerable la capacidad de autocuración y autorregulación del organismo vivo.
En estos casos, la persona va enfermando gravemente sin que el cuerpo o la mente se den cuenta de ello y sin que tengan, como consecuencia, la capacidad de curarse. La persona va muriendo poco a poco o, lo que es peor, muere a los 40 años y es enterrada a los 80 años.

Crecimiento y reproducción

Una vida estresante y competitiva suele generar, a la larga, una insuficiencia energética en los sistemas de nutrición y eliminación que afectará –tanto en hombres como en mujeres– a su etapa reproductiva. Puede provocar esterilidad en ambos casos, e incluso anormalidades en la formación del feto.
De la misma manera, podrá generar anomalías en la etapa de crecimiento del niño. No olvidemos que la herencia genética influye, en un alto porcentaje, en la salud de los hijos y que los cuidados que estos reciben durante la infancia, por parte de sus padres, resultan claves para su correcto desarrollo, tanto físico como emocional.
La inteligencia de nuestro cuerpo es la que equilibra, de una manera instintiva, la energía entre los tres grandes sistemas que hemos visto: nutrición, relación y eliminación, dependiendo del momento vital y las circunstancias exteriores de la persona, entre otros factores. Ya lo decían nuestras abuelas: ¡el cuerpo es sabio!

El Origen Emocional De Las Adicciones ¿Cómo Superarlas?



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El Origen Emocional De Las Adicciones ¿Cómo Superarlas?
Las adicciones son condiciones donde la persona se involucra en el uso de una sustancia, cuyos efectos momentáneos gratificantes proporcionan un incentivo para continuar repetidamente con esa conducta a pesar de las notorias consecuencias perjudiciales.
La adicción puede involucrar el uso de sustancias como el alcohol, inhalantes, opiáceos, cocaína, nicotina y otros, o también se refiere a comportamientos nocivos como las apuestas, el exceso de comida, los videojuegos, compras compulsivas, etc.
Todas las adicciones en general, se utilizan inconscientemente como “anestesia” ante una realidad percibida de forma aterradora.
Existe evidencia científica de que tanto las sustancias como las conductas adictivas comparten una característica neurobiológica clave: activan intensamente las vías cerebrales de recompensa y refuerzo, muchas de las cuales involucran al neurotransmisor dopamina.
Las adicciones son utilizadas como “analgésicos” que calman el dolor emocional existente en el fondo del alma. Generalmente una persona cae en adicción cuando en su niñez-adolescencia ha habido fallas graves en manifestaciones de amor y por otro lado vivió excesos de ira, rabia, rencor, miedo, ansiedad, angustia, pena y tristeza.
Las adicciones representan una enfermedad emocional con efectos de gran alcance:
Generalmente la familia y amigos de una persona adicta, se sienten agobiados al ver a ese ser querido luchar contra las garras de la adicción.
Pero hay algo que no se nota a simple vista, y es que muchas de las emociones que puedes sentir son las mismas emociones que siente ese ser querido tuyo que está luchando contra la adicción.
No somos tan diferentes..
Aunque una persona con adicción y su ser querido puedan parecer polos opuestos, la verdad es que no son tan distintos después de todo. Los seres queridos de las personas con trastornos por uso de sustancias o adicciones a ciertos comportamientos, suelen quedar paralizados por la culpa.
Los padres a menudo se preguntan si no criaron a sus hijos adecuadamente, mientras que los miembros de la familia, los cónyuges o los amigos pueden preguntarse qué podrían haber hecho de manera diferente para prevenir dicha adicción.
Más que cualquier otra emoción, la vergüenza trata de despojarnos de nuestra dignidad… Trata de convencernos de que de alguna manera somos menos persona sólo por nuestra situación. Y es la razón principal por la que muchas personas con trastornos por uso de sustancias y enfermedades mentales dudan en buscar el tratamiento que tan desesperadamente necesitan.
Mientras que las razones detrás de las emociones pueden ser diferentes, el caos interno provocado por esas emociones es el mismo; y puede ser igual de debilitante para ambas partes.
La incapacidad de resolver la adicción de un ser querido puede ser enloquecedora. Al mismo tiempo, la persona que lucha contra la adicción también se siente impotente.
Su sustancia de elección ha secuestrado su cuerpo y su mente, y ya no tienen el control. Debido a que se sienten impotentes, no es raro que simplemente acepten su situación, no importa lo terrible que sea… por eso no se les puede culpar.
Las personas que luchan contra la adicción pueden sentir que no han cumplido con sus expectativas, ya sea las suyas propias o las de un ser querido, y que su vida es una decepción.
No importa cuán simples o complejas sean las amenazas percibidas, todas ellas son muy reales para la persona que las siente. El miedo puede afectar negativamente el pensamiento y la toma de decisiones de las personas con adicción y de sus seres queridos por igual, y puede llevar a un comportamiento irracional e impulsivo.
5 Emociones que comparten las personas con adicción y los seres queridos:
Entendiendo las mezclas de emociones que se conjugan en una relación donde está incluido un adicto, tenemos la forma de encontrar la solución a ese mal tan común, y liberarlo de la manera más sutil y fluida. Lo importante es saber que no solo hay que tratar las adicciones como síntoma, sino que hay que indagar profundamente en el dolor emocional que ha generado esa adicción.
1. Vergüenza:
El científico social y autor Brené Brown define la vergüenza como “el sentimiento o experiencia intensamente dolorosa de creer que somos defectuosos y por lo tanto indignos de amor y pertenencia”.
Esos son sentimientos que ningún ser humano debería tener que experimentar nunca, pero, lamentablemente, van de la mano con la adicción. Debido a que muchas personas todavía piensan que el abuso de sustancias es una debilidad moral o un defecto de carácter, las personas que luchan contra la adicción y sus seres queridos pueden sentirse inferiores, avergonzados y temerosos de hablar.
2. Desamparo:
Tener un ser querido que sufre de adicción hará que incluso la persona más capaz se sienta indefensa. Claro, tu no causaste la adicción, no puedes controlarla y no puedes curarla, pero eso no ayuda a que te sientas menos frustrado.
3. Tristeza:
No hay nada positivo en la adicción, así que no es de extrañar que todos los afectados por ella sientan tristeza. Ver como la adicción descarrila las esperanzas y los sueños de una persona que es increíblemente importante para ti, es muy rudo. Al igual que la persona que sufre de adicción, pueden preguntarse: “¿Por qué yo?”
4. Miedo:
La adicción es una enfermedad peligrosa, lleva consigo una gran cantidad de situaciones a las que todos los involucrados suelen temer, como relaciones rotas, problemas financieros, encarcelamiento y muerte.
Esas cosas encabezan la lista de los miedos del ser querido de un adicto, mientras que los mayores miedos de la persona con adicción pueden ser más rudimentarios, como “de dónde vendrá su próximo producto del vicio”.
5. Culpa:
Las personas que son adictas a una sustancia pueden no tener sentimientos de culpa mientras están bajo la influencia, pero durante los períodos de sobriedad, las conductas cuestionables en las que se han involucrado – mentiras, manipulación, engaño, robo – probablemente pesarán sobre ellas. También pueden sentirse culpables por hacer sufrir a su familia, ya sea emocional, física o económicamente.
“Las adicciones comienzan con DOLOR y acaban con DOLOR” – Eckhart Tolle
Como sanar las adicciones a partir de la consciencia emocional que los genera:
El siguiente cuestionario ayuda muchísimo a autoanalizarse para sacar a flote la emoción que ha generado la adicción. Responde con sinceridad.
Cuál es mi dolor más profundo?
De qué quiero escapar?
Estas consciente de que las adicciones que te dominan te separan de tu YO interior?
Quién te ha rechazado emocionalmente?
Has sufrido abandono?
Te has sentido desprotegido?
Tu madre te ha dado suficiente amor?
Perdiste a un ser querido y no lo has podido superar?
Dependes emocionalmente de alguien?
Estar conscientes de que ante ciertas carencias emocionales buscamos en la adicción una solución inmediata, aparente y superficial, es un paso importante para entender el porqué nos hemos metido en ese mundo. La solución está dentro de nosotros mismos, sólo es cuestión de abrazar nuestras carencias con amor.
Convivir con el dolor hasta que sane, aprender a gestionar mis emociones desagradables, ser YO mismo en cualquier cirscunstancia, y entender como funciona mi mente conectada a mi corazón.
Formas de cambiar tu realidad:
Observa tus pensamientos, conviértete en un observador de ti mismo
Entiende que autogestionarte es un proceso del día a día
Busca un proyecto de vida que te apasione
Concéntrate en tus fortalezas y recursos
Medita diariamente
Repite afirmaciones
Cuestiona tus creencias sobre ti mismo más a menudo
Apóyate en tus fortalezas
Ámate por sobre todas las cosas!
Recuerda que la coherencia sana tu alma y la incoherencia causa enfermedad, y las adicciones son parte de esa oscuridad que nos resta calidad de vida!
Aprende a conocerte a ti mismo explorando tu lado oscuro a través de la meditación.
Texto tomado de: " Mundo del yoga "

La negatividad es contagiosa: Rodéate de personas que saquen lo mejor de ti


El efecto negativo de las neuronas espejo


Tanto las actitudes como los estados de ánimo resultan ser contagiosos, y más aún cuando permanecemos expuestos a ellos durante mucho tiempo. Gran parte de la responsabilidad depende de las neuronas espejo o cubelli, fundamentales para la empatía y para poder ponernos en el lugar de los demás. Esta habilidad es positiva, pero también tiene un impacto negativo, porque podemos propagar fácilmente la negatividad de quienes nos rodean.

La negatividad genera más negatividad

Aunque no siempre estamos dispuestos a admitirlo, un estudio realizado por la Universidad de Indiana ha revelado que las opiniones de los demás nos afectan e influyen en nuestro comportamiento. Estos psicólogos han encontrado que las opiniones negativas tienen un mayor impacto y generan un cambio de actitud en comparación con las opiniones positivas.
En el experimento, los participantes examinaron varios productos. Luego compartieron sus opiniones con los demás, tanto positivas como negativas. Los investigadores encontraron que las opiniones negativas influenciaron las actitudes de los participantes hacia los productos, haciéndolos sentir aún peor. Y lo peor es que aquellos que anteriormente tenían una actitud positiva eran los más susceptibles a la influencia de las opiniones negativas de los demás.
Además, cuando la gente tenía la oportunidad de interactuar cara a cara con aquellos que tenían estas opiniones negativas, era más probable que fortalecieran su actitud negativa y se apreciaba una polarización aún mayor. Este experimento lanza un mensaje claro: la negatividad genera más negatividad.

La tristeza se propaga como un virus

Los psicólogos de la Universidad de Harvard han analizado el vínculo entre los estados emocionales y los modelos relacionales. No tuvieron en cuenta las emociones espontáneas o compartidas que a menudo experimentamos cuando compartimos las mismas experiencias con otras personas, sino que se centró en el impacto de los cambios emocionales que afectan los estados afectivos de las personas más cercanas a nosotros.
Han descubierto así que existe un “patrón de propagación”, como para los virus, y que las fuentes de contagio son mayores en el caso de la tristeza que la felicidad. En otras palabras, cada amigo feliz aumenta nuestras posibilidades de ser felices en un 11%, pero solo necesitamos un amigo triste para duplicar nuestras posibilidades de ser infelices.
Estos psicólogos concluyen que las emociones negativas son como la gripe: cuantos más amigos tengas que padezcan gripe, mayores serán las probabilidades de infectarse, lo mismo se aplica a la tristeza y la desesperación.

También la hostilidad y el mal humor son contagiosos

Rápidamente percibimos el mal humor y la hostilidad, y tan pronto como lo hacemos, algo cambia en nuestro cerebro, cambia nuestra forma de percibir el mundo. Interpretamos las interacciones más groseramente, y esto nos hará asumir la misma actitud que terminará difundiéndose.
Esto fue demostrado por psicólogos de la Universidad de Florida que pidieron a un grupo de personas que asistieran a una reunión con un compañero asignado al azar. Descubrieron que aquellos que habían estado expuestos a actitudes groseras eran más propensos a ser groseros con su próxima pareja. Y lo interesante es que esta actitud podría durar toda una semana.
En un segundo momento, pidieron a los participantes que identificaran las palabras en una serie de letras confusas. Vieron de esta manera que aquellos que habían sido expuestos a una actitud grosera eran más propensos a encontrar palabras relacionadas con emociones negativas. Esto muestra que las interacciones que mantenemos actúan como un filtro, por lo que si estamos expuestos a interacciones negativas, tenderemos a analizar todo desde un punto de vista más negativo y eso es exactamente lo que veremos.

Rodéate de personas que sacan lo mejor de ti

Incluso si no lo queremos, los estados de ánimo de las personas que nos rodean pueden terminar teniendo un gran impacto en nuestras emociones y actitudes. Es por eso que es importante tener mucho cuidado al elegir a quién dejamos ingresar en nuestro círculo íntimo.
Estar constantemente expuestos al mal humor y la negatividad terminará presentando una factura para pagar, por lo que es crucial estar rodeado de personas que puedan sacar lo mejor de nosotros. Por supuesto, también tenemos que asegurarnos de convertirnos en personas con quienes los demás puedan percibir una energía positiva.
La buena noticia es que cuando somos conscientes del hecho de que existe un contagio emocional, podemos actuar como equilibradores de jugadores al alentar a los demás a centrarse en el lado más positivo de las cosas. Es cierto que las emociones positivas son mucho menos contagiosas, pero sigue siendo el mejor regalo que podemos hacerle a alguien cuando está pasando por un mal momento.