Mario de Andrade, en su poema golosinas, compara a la vida con disfrutar de un paquete de dulces, igual que cuando éramos niños. Disfrutando de esos primeros caramelos con prisas, incluso con cierta ansia… hasta que, de repente, al ver que nos quedaban pocos, la velocidad cambiaba e intentábamos extender lo máximo posible ese placer en el tiempo, disminuyendo la velocidad. Así, nos hace reflexionar sobre cómo los años nos ofrecen otra perspectiva vital, sin tener tiempo para ciertas cosas y valorando más otros aspectos, como pequeños detalles que hacen vibrar nuestras almas.
Un buen amigo me hizo llegar hace unos días este maravilloso poema que acaricio mi alma con cada palabra. Hoy quiero compartir este gran descubrimiento con vosotros. Espero que leer el poema golosinas os haga disfrutar como los niños lo hacen cuando saborean sus ansiados dulces y reflexionar sobre los aspectos que realmente son importantes en nuestras vidas.
Mario de Andrade
Mário Raul de Morais Andrade nació el 9 de Octubre de 1893 en São Paulo. Fue poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño reconocido mundialmente. Se le ha considerado como uno de los propulsores del Modernismo Brasileño.
Durante su vida tuvo dos grandes pasiones, la música y la literatura. Escribió poesía desde su niñez, aunque su primera vocación fue la música, y en 1911 decidió matricularse en el Conservatorio de São Paulo. Se introdujo en la literatura como crítico de arte en revistas y diarios.
Durante los años 20, decidió centrarse en el ámbito musical de su carrera. Viajó por Brasil estudiando su folclore, llegando a formular una teoría de la música folclórica, tanto nacionalista como personal. Fue uno de los principales animadores la Semana de Arte Moderno celebrada en São Paulo en 1922, donde conoció a otros jóvenes con sus mismas inquietudes y crearon el conocido Grupo de los cinco. Mario de Andrade falleció el 25 de febrero de 1945, en su residencia de São Paulo, a causa de un infarto de miocardio a la edad de 52 años.
Mi alma tiene prisa (Poema Golosinas)
“Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir al lado de gente humana, …muy humana.
Que sepa reír de sus errores.
Que no se envanezca con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de la hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quienes los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma.
Sí…
tengo prisa… -por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
tengo prisa… -por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y, la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una…”
-Mario de Andrade 1945-
Poema Golosinas: un alma con prisas
Cuando nos hacemos mayores, recordamos nuestra infancia con cariño y nostalgia; una óptica tamiza por la nostalgia que nos envuelve en la sensación de que cualquier tiempo pasado parece/fue mejor. Con el paso de los años, crecen las responsabilidades, nos cargamos de tareas y el tiempo para disfrutar se diluye entre el trabajo y las responsabilidades familiares.
Mariao de Andrade, en su Poema Golosinas, con cada verso nos hace viajar a una etapa de nuestra vida. Comienza con nuestra niñez para ir creciendo… hasta ser adultos y tener que acudir a reuniones a las que no queremos ir, hasta llegar a una edad en la que ya tenemos más tiempo vivido que el que nos queda por vivir.
Si nos damos cuenta de ello, tal y como él nos dice comenzará nuestra segunda vida, en la que tendremos la oportunidad de conectar con lo esencial, con aquello que realmente es importa. Disfrutar de nuestro tiempo con personas autenticas llenas de humanidad, generosidad y amor. Con el objetivo de llegar al final de la vida con la conciencia tranquila,en paz y satisfechos con lo vivido, con la historia de vida que hemos construido día a día.