Se acerca el verano y toca recuperarse de los excesos cometidos durante el invierno. Las fiestas, las vacaciones de Semana Santa, el frío… hay muchos motivos que nos han hecho poner unos kilos de más, y ahora tenemos prisa por perderlos.
Sin embargo, no hay que cometer locuras. El truco es un cambio de hábitos que vaya más allá de este verano. Ese es el primer consejo para alcanzar el éxito: la operación bikini no debe tener una fecha final.
Si empezamos ahora en verano estaremos un poco mejor, en otoño mejor aún, y seguramente para el verano del año que viene hayamos conseguido un estado óptimo que mantendremos tanto tiempo como nos propongamos.El segundo consejo también es incontestable: hay que hacer ejercicio. No se trata de machacarse una hora diaria en el gimnasio de buenas a primeras. Nuestro cuerpo no está acostumbrado, ni mantendremos la motivación mucho tiempo. Hay que comenzar poco a poco, poniéndonos objetivos que vayamos a cumplir. Podemos empezar andando deprisa un par de ratos a la semana, para luego ir aumentando el ejercicio en tiempo e intensidad a medida que el cuerpo nos pida más actividad.
Tanto para lograr estar en forma como para sacar adelante las rutinas de ejercicio, una buena alimentación será clave. El truco no son las dietas milagrosas ni comer menos. El truco es comer bien.
Es importante eliminar comidas (¡y bebidas!) muy calóricas que no nos aporten nutrientes. Una buena rutina para ello es evitar esos “ataques” de media mañana y tarde.
Para llenarnos de sabor en esos momentos, una buena opción son las barritas de Bicentury, que podemos llevar en cualquier situación, cuentan con varios sabores originales para irlos alternando, y realizan un importante aporte de proteínas,imprescindibles para nuestro cuerpo.
De este modo nos iremos acostumbrando a realizar 5 comidas diarias, logrando así que comidas y cenas sean menos copiosas, y nuestro estómago digiera todo con más calma.
Como veis no se trata de privarse de nada, sino de realizar nuestras acciones con sensatez. No hay que dejar de salir con nuestros amigos, sino pedir platos más sanos cuando comemos
fuera, sustituir bebidas alcohólicas, refrescos y zumos por bebidas con menos calorías (¡comer con agua es sanísimo!)
De hecho, es importante mantener nuestra visa social y un ánimo alegre. Sentirnos positivos nos ayudará a mantenernos constantes en nuestro reto (como en cualquier otro que nos propongamos), y evitar la ansiedad o el aburrimiento también evita esas incursiones a la cocina que pretenden alimentar el alma, y no el cuerpo. Si eres de esas personas que es incapaz de separar su estado anímico de la cocina, entonces quizá el yoga u otra actividad que revitalice la mente puede ayudar más de lo que crees en tu operación bikini.
En definitiva, una buena operación bikini no se trata de sufrir, sino de todo lo contrario: de sentirse bien. Y para ello la forma más sencilla e inteligente es sentirse un poco mejor cada día.
Sin prisas, pero sin pausas.
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