Existe un hecho tangible que puede tocar nuestras vidas en cualquier momento, y no existe en la tierra nada, ni nadie, ni poder alguno, capaz de evitar que ocurra, por más esfuerzo que haga. El hecho de contactar con la magia divina que todos tenemos, genera en nuestra vida y en nuestros caminos un eterno milagro!
La magia se percibe en nuestro entorno cómo el brillo especial que algunas personas poseen, al que no se le encuentra sentido aparente.
Podemos tener el talento más grande del mundo, o dar todo en entrenamientos y prácticas para ser óptimos en lo nuestro, incluso podemos ser dueños de todo el saber del universo, pero si no incluimos esa parte de la divinidad que hay en nosotros (llámese Dios, Universo, ser interior, ser superior, etc), para activar la chispa divina, no pasará nada especial.
Al elevarnos como seres humanos amorosos y compasivos, recibimos la Magia Divina, y nos convertimos en seres que irradian su luz para ayudar a sanar al universo.
El maravilloso regalo de la Magia Divina:
La magia no tiene que ver con la belleza física, ni con el status social, y mucho menos con el dinero. La magia que otorga la divinidad es algo intangible, invisible a simple vista. Es una energía que es posible sentir sólo con el Alma, pero que llena el ambiente y atrae admiradores. Es una sensación que impresiona y se queda. Como el perfume de una flor que ya se ha secado, pero que jamás será olvidado.
No importa cuánto mal te deseen en la vida, no importa toda la mala intención que pueda sentir otro ser humano hacia ti, ni tampoco cuánto ellos deseen intentar entorpecer tu éxito, si el universo decidió que es tu momento, nada ni nadie podrá hacer que las cosas para ti sean de forma diferente.
Debemos hacer nuestra parte en este mundo, ayudar a curar el dolor de aquellos que se cruzan en nuestro camino, evitar el egoísmo, controlar el orgullo. Irradiar buenas vibraciones, ser auténtico y ayudar a resistir el flujo natural de los movimientos de la existencia. Este es el camino.
Es irradiando nuestra energía positiva en el mundo, que alcanzamos la magia reservada para elevarnos. Cuando nos acostumbramos a dejarnos llevar por el flujo de las demandas del universo, estamos en un lugar de sabiduría, desde donde la magia es otorgada.
Cuando nos entregamos a nuestra verdad y a la realidad que nos rodea, abrimos nuestra alma para recibir esa energía divina que nos coloca en otro nivel humano, y llama todas las atenciones hacia nosotros, ya sea caminando en la calle o haciendo realidad nuestros sueños.
La magia está en el aire, sólo basta mirar con el corazón, porque, para creer en los milagros, es preciso ser realista.
Pero si tu luz anda un poco apagada, piensa en esto. Evalúa qué tipo de energía estás enviando al universo, que no sea de arrogancia ni de victimización, sino que sea la energía de una persona sensata que sabe leer los signos de la vida. Una persona que tiene la intuición para saber diferenciar con destreza lo cierto del mal, con la suficiente empatía para ser tocado por el sufrimiento humano. Una persona capaz de vibrar en armonía con la felicidad del prójimo.
Imagina que el universo es una pista de baile, y tu parte Divina es la música. Así que, lo que hay que hacer es bailar al ritmo de la luz. Porque es sólo cuando tú dejas la puerta de tu corazón abierta al amor, es que se gana espacio para llenar de bendiciones tu viaje por la vida.
Y, desde el momento que tú eres tomado por esa vibración de paz, nada ni nadie será mayor que la magia Divina que mora en ti, esa fuerza interior que te guía y custodia siempre estará allí para ti!