26 febrero 2019

Montse Bradford: “Lo que pensamos genera emociones, pero también lo que comemos”

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Usted defiende que ciertas emociones nos vienen dadas por lo que consumimos.--Tenemos que ver de dónde vienen las emociones. ¿Las compramos en el supermercado? 

--Las emociones tienen dos orígenes. El pensamiento, lo que pensamos genera emociones, pero también lo que comemos. Si tomo un vaso de agua o de whisky mis emociones serán muy distintas. ¿Y por qué generarán distintas emociones? Porque atacarán a diferentes órganos. Si yo ingiero alimentos que me bloquean el hígado, o la vesícula biliar, tendré emociones de ira, cólera, agresividad, impaciencia… porque cada órgano, dependiendo de si funciona bien o mal, genera unas u otras emociones. Esto está totalmente constatado en la medicina china de hace tres o cuatro mil años.

¿Cree usted que el ciudadano de a pié tiene esta percepción?

--Falta conciencia, porque la alimentación no se ve desde esta perspectiva. Se mira desde un ángulo muy primitivo. Sería el primer nivel alimenticio: ¿tengo hambre?, pues como lo que sea, voy a un McDonald’s o donde me apetezca en ese momento. Habría dos niveles más: el sensorial y el emocional. Las personas están vibrando en estos tres niveles, nada más. Y tenemos que ir un poco más allá, al nivel de la energía que provocan los alimentos. Porque con la alimentación podemos generar salud o enfermedad. Es muy importante.

Usted explica que el ser humano cuenta con tres cuerpos: físico, emocional y mental…

--Efectivamente, y cada uno de ellos necesita cosas diferentes. Las personas sólo identifican el físico, el que vemos cada día en el espejo. En cambio, hay mucho miedo en prestar atención al emocional. Nos pasamos años sin reciclar nuestras emociones, bloqueando totalmente este cuerpo. También está el mental. Los alimentos que necesita cada uno son distintos. No podemos darle chocolate al emocional porque no funciona. Si el novio nos deja, comiendo chocolate no haremos que vuelva. El único cuerpo que tiene sistema digestivo, dientes y estómago es el físico. Al cuerpo emocional, por ejemplo, hay que alimentarlo, sí, pero con emociones. Cada uno tendrá su método, a unos les gustará ir a bailar, a otros ir a caminar por la playa… Acabamos alimentándolo, sin embargo, con cosas físicas que no funcionan.

¿El bienestar radicaría en conseguir un equilibrio entre todos ellos?

--Sí. Yo siempre hago la metáfora de los tres amigos que van por el camino de la vida cogidos de la mano. Si los tres están más o menos equilibrados, y digo más o menos porque la armonía absoluta no existe, sumarán un equipo y buscarán juntos la misma meta. Sin embargo, si el cuerpo físico está debilitado, el emocional bloqueado, sobre todo porque lo desconocemos, y el mental centrado en controlar nuestra vida, es muy difícil conseguir ningún logro. Es lo que pasa hoy en día, falta de claridad, la gente está desorientada y desconcertada. Empezar a conocer los tres cuerpos, aunque sea poco a poco, sería muy importante.

¿Se puede establecer una relación de causa-efecto entre lo que comemos y nuestro estado de ánimo posterior?

--Por descontado, porque si yo como cosas que me están debilitando, que me están desmineralizando, notaré efectos emocionales de desmotivación, de mucho frío, no tendré ganas de hacer nada. Las personas estarán física, emocional y mentalmente con estas energías de deficiencia. ¿Y cómo me desmineralizo? Pues consumiendo alimentos que tienen un pH ácido. La tónica general de la sociedad es que tenemos un hígado muy bloqueado y un riñón con muchas deficiencias, y el riñón necesita minerales. Si no, aparecen las emociones negativas. La principal emoción negativa del riñón es el miedo. Hoy en día tenemos miedo de todo. No somos emprendedores, nos falta espíritu de aventura… La gente está muy ácida, muy desmineralizada.

Precisamente, usted explica en su libro que hay alimentos que generan una sangre ácida (con la que construimos estrés, enfermedad y desequilibrio) y otros que, por el contrario, la alcalinizan (con lo que obtenemos energía, vitalidad y salud)…

--Exactamente. Es fascinante. Podemos generar nuestro propio estado de ánimo. Somos los creadores de nuestra vida, en todos los niveles de nuestro ser. Cómo escogemos pensar es muy importante. Decíamos antes que una de las vías por la que se crean las emociones es a través de los pensamientos. Pero claro, si injerimos whisky, difícilmente podremos ser conscientes de nuestros pensamientos. La alimentación, sin duda, es la número uno para darnos un poco más de estabilidad, de armonía, de paz… y luego debemos mirar con tranquilidad la calidad de nuestros pensamientos, que también forman emociones, por descontado.

También defiende que hay alimentos con energía yin (chocolate, alcohol, estimulantes, azúcares, levaduras artificiales…) que conducen a la hipersensibilidad, mientras que hay otros, con energía yang (carne, jamón, embutidos, huevos…) que nos ponen tensos y coléricos…

--Así es. El alcohol, los vinagres, los estimulantes… todo ello estimula al sistema nervioso generando una energía falsa. Cuando una persona, a media tarde, se siente fatigada, busca ingerir café, chocolate, beber una cola… en definitiva, generar una energía que no tiene. Pero claro, si hacemos esto durante muchos meses acabaremos creando una fibromialgia o una fatiga crónica, y es que estamos destruyendo la energía de los riñones. Todos estos alimentos crean una energía de expansión. Nos inflaman y nos desmineralizan. Nos dicen que tenemos que tomar mucha leche para los huesos. Pero hay gente con osteoporosis que a pesar de haber tomado mucha leche, y haber ingerido carne y queso, tienen este problema. Esta claro que no deja de ser un tópico que se ha demostrado que no funciona.

Y la yang…

--Son alimentos que tensan, que acumulan. Son de grasas saturadas. Nos bloquean órganos como el hígado, la vesícula biliar, el bazo, el páncreas y nos crean estas emociones de mucha tensión, agresividad, cólera… en definitiva, emociones que se llaman de exceso. Tenemos emociones de exceso, por una parte, y de deficiencia por otra, como el miedo, la falta de autoconfianza, que nos dan, por ejemplo, los azúcares refinados.

Según sus explicaciones, abusar de productos yang nos conducirá irremediablemente hacia la ingesta compulsiva de alimentos yin.

--Efectivamente. Cuando yo tomo una parte de alimentos con energía yang, alimentos que nos tensan, quiero consciente o inconscientemente siete partes del extremo contrario. Es lo que llamamos la rueda energética o el yoyó. No falla, cuando tomo una parte de yang, quiero siete de yin. La gente dice “¿qué me pasa que no puedo parar de comer chocolate?”. Y yo les digo, deja de comer huevos, jamón, y verás cómo podrás dejar de comer chocolate.





¿La idea es evitar productos con energía yin o yang para intentar alcanzar el bienestar? ¿O comidos con moderación no tienen por qué ser dañinos para nuestro cuerpo?

--Siempre nos llevarán a un desequilibrio. Estos alimentos de grasas saturadas bloquean el hígado y además no son el ejemplo de una alimentación sostenible. Tenemos en el planeta 7.000 millones de habitantes y debemos empezar a comer mucho más del reino vegetal. El reino animal no es una alimentación sostenible. Hay 1.400 millones de personas que no pueden comer ni beber nada. Y nosotros, en cambio, estamos comiendo jamón y queso, por ejemplo. Tenemos que ser conscientes de ello. Hay que tener en cuenta que para ‘cultivar’ un kilo de carne se necesitan 1.500 litros de agua, y todo ello para que, después, una familia lo ingiera en una comida. Y esto sucede a la vez que hay personas que no pueden beber ni una gota de agua. ¡Es alucinante! Nos estamos cargando el planeta. No podemos pensar sólo en nosotros, sino también en las generaciones futuras. Necesitamos una alimentación sostenible, sana, natural y energética, conociendo la energía de cada alimento.


En una comida principal, dice usted, no puede faltar: cereales integrales en grano, legumbres, un alga, una verdura verde y una pequeña porción de semillas o frutos secos. Alguien podría decir, ¡qué aburrimiento!

--En absoluto. Lo que hacemos es volver a la vida natural. Empezar a comer lo que comían nuestros abuelos. ¿Cuánto hace que apareció el donut? Tampoco hace tanto. Tenemos que volver a la dieta de antes, a comer legumbres, verduras, piñones, nueces, semillas, frutos secos, fruta de la temporada. Tampoco hace tanto que comíamos esto. Lo que hay que hacer es comer los alimentos naturales de toda la vida, los que necesitamos, pero de la forma que deseemos. Podemos hacer fideuás, pizzas, hamburguesas, pero sin que sean de carne. Comemos lo que necesitamos en la forma que deseamos y de esta manera el cuerpo emocional también esta contento.


Pero disfrutar de una buena mesa también puede generar emociones positivas…

--Según lo que entendamos por emociones positivas. Después de la comida de Navidad, las vibraciones empiezan a subir y todos los comensales, durante la sobremesa, creen tener la razón. Para mí esto no es positivo. Lo ideal es la armonía, la tranquilidad, el silencio… para mí esto es armonía. Es verdad que el placer sensorial existe y tiene relación con las emociones. Pero es por eso que te puedes comer un fricandó, pero no de carne, sino, por ejemplo, de seitán. O una lasaña. Yo hago una lasaña fenomenal. También hago donuts, pero no con azúcar, sino con manzana, por ejemplo.


--Hablaba usted de vibraciones. Defiende que tanto los alimentos como los diferentes cuerpos del ser humano (físico, mental y emocional) vibran de distinta manera…

Así es. El físico vibra tan lentamente que lo podemos ver y tocar. El mental, por su parte, es la torre de control. Vibra más rápido que la velocidad de la luz. Pensamos mentalmente que vamos al Taj Mahal y hemos ido y venido. Es instantáneo. El emocional no lo podemos ver, pero sí sentir. Cuando estamos mal emocionalmente lo sentimos claramente. Éste no necesita ni chocolate ni alcohol ni nada por el estilo, lo que pasa es que la gente los utiliza para evadirse.


¿Y es cuando se resiente?

Evidentemente. Se queja porque no tiene vibraciones de armonía. Está bloqueado porque nunca le prestamos atención. Al cuerpo físico lo mimamos a diario, lo duchamos, lo alimentamos… al emocional nunca lo hemos limpiado. Nunca hemos tenido en cuenta las emociones bloqueadas. No vamos a un terapeuta para gestionarlas, no lo hacemos. Ni tan siquiera las expresamos, escribiendo, por ejemplo. Hablo de coger un papel y escribir cómo nos sentimos, o pintar, o ir a bailar… el caso es que afloren de alguna forma. No lo hacemos, no lo depuramos, no lo limpiamos cada día. Y el mental lo mismo. Vibra tan rápidamente que nos descontrola. Es importante para gestionarlo el silencio, la paz, para poder observar esos pensamientos que tenemos descontrolados. Todo el mundo tiene dos minutos al día para detenerse, pero no lo hacemos. El alimento ideal para el cuerpo mental es el agradecimiento, estar agradecidos con la vida.


A la hora de cocinar, “no sabemos extraer el sabor dulce a los alimentos”, asegura usted. Por eso, añade, buscamos la compensación en el postre…
Exactamente. En la cocina mediterránea no hay dulzor.
 Está usted cuestionando un referente…

--Pero es verdad. No hay dulzura, en el plato, en la cocina mediterránea. Hay mucho salado, mucho aceite, mucho picante y mucho ácido… pero dulzura no, en absoluto. Y claro, acabamos de comer platos de esta cocina con tanto ajo, con tanto vinagre, que buscamos el dulce en las natillas o en el flan. Y estos postres tienen mucho azúcar, y de ahí los niños tan hiperactivos que tenemos. El sabor dulce está en el plato. ¿Y de dónde lo sacamos? Pues de las verduras dulces: calabaza, moniato, zanahoria… todas son muy dulces. Y si las cocinamos durante mucho tiempo dan una dulzura increíble. Cada gusto tonifica diferentes órganos del cuerpo.

Explíquemelo…

--El sabor dulce nos equilibra estómago, bazo y páncreas. Son órganos emocionales todos ellos, que necesitan mucha dulzura y relax. Esta dulzura natural es muy importante, no me canso de repetirlo. La gente esta muy estresada y le falta un poco de dulzura. Cuando incorporemos esto a nuestro cuerpo, seguramente podremos relajarnos más y contar con un poco más de armonía en nuestra vida. Si vamos por la vía del azúcar, pues vemos el nivel de hiperactividad que tiene la gente. El azúcar nos desmineraliza, nos afecta al sistema nervioso, además de dejarnos mal el riñón, los huesos, etc. Ya vemos cómo están los niños de hiperactivos. Yo defiendo que no existen por naturaleza niños hiperactivos. El niño actúa en función de la energía que le damos. Si le damos una cola, pues actuará según la energía que le produce este producto. Si no le damos este tipo de alimentación, estará como un angelito. Tenemos que entender esto, es muy importante.


Hacía usted referencia a cocinar con tiempo, algo de lo que carecen hoy en día muchas personas…

--Yo también tengo un ritmo de vida muy ajetreado y como muy bien. Tenemos tiempo, lo que pasa es que no lo dedicamos a la cocina. Lo empleamos, por ejemplo, para chatear. No valoramos que a través de la comida podemos modificar la calidad de nuestra sangre. Es cuestión de adquirir el hábito. Poner una olla de cereales supone un minuto y medio, y tienes para tres días. Cocinar una verdura verde lleva tres minutos, es muy fácil. Poner una calabaza al horno sí lleva más tiempo, pero tampoco tenemos que estar todo el rato vigilándola. Realmente es muy fácil cuando se aprende. Lo que pasa es que la gente quiere cambiar leyendo un libro, y para ello hace falta un instructor. Si quiero aprender a conducir no puede hacerlo únicamente leyendo un manual, necesito un instructor que me enseñe, porque si no después habrá carencias. La gente vendrá y dirá “esto no funciona”, y sí que funciona, pero hay que aprenderlo.


Leyendo su libro, uno se da cuenta de que usted no es muy partidaria de las ensaladas o de la fruta cruda. Incluso no le hace demasiada gracia la miel, cuando es un alimento, según muchos expertos, tan nutritivo…

--La fruta y la ensaladas crudas sí las recomiendo, pero según para quien. A una persona que tenga frío no se las aconsejaré. A Don Quijote, por ejemplo, no le recomendaré comer mucha ensalada, porque está muy delgado. Pero a Sancho Panza sí, cada día le daría una ensalada. Depende de la persona. Las ensaladas y todo lo crudo lo que hace es enfriar mucho. A una persona con exceso de peso, que ha comido mucha carne y que tiene un hígado muy bloqueado, que le reporta emociones de exceso, de ira, de cólera, le irán de maravilla. En cambio, una persona que esté decaída, con anemia, con osteoporosis, pues no se las recomiendo. La cocina energética me aporta conocimiento y me da libertad para escoger. Yo no soy partidaria de dietas, de prohibir. Yo explico los efectos que producen los alimentos, luego que cada uno escoja.


Y con respecto a la miel…

--Cuando tomo una cucharada de miel de abeja, a los treinta segundos tengo mucho calor. Esto me está diciendo que este es un alimento que no transcurre por el sistema digestivo, sino que va directamente al riego sanguíneo y me da una hiperactividad al instante. ¿El día idóneo para tomar miel? El día que queramos correr un maratón, no hay problema. Tomamos algo de miel y ganamos la carrera (risas). Pero para el día a día no, porque nos dará mucha hiperactividad. Si tomamos mucha, nos desmineraliza, porque todo aquello que da energía al momento acidifica la sangre. Y cuando la tengo ácida, el pH cambia y el cuerpo busca minerales de donde sea. Por eso yo no recomiendo tomar miel cada día, en absoluto.


¿Qué le diría a aquella persona que no acabe de estar convencida del método alimentario que usted propone?

--Que lo pruebe, que lo siga durante seis meses. La gente que lo prueba gana en calidad de vida. Gana en concentración, claridad mental, en ganas de hacer cosas, en perder peso o ganarlo, si es necesario… No podemos opinar de algo si no se prueba, si no se vive. Yo en mis clases doy libertad. Explico qué energía aporta cada alimento, y luego la gente decide.


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La vibracion del cuerpo fisico y los alimentos

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“Deje que los alimentos sean su medicina y que la medicina sea su alimento” Hipócrates


Hola a tod@s
Continuamos en este boletín con el tema de la vibración y nos acercamos a conocer la vibración de los alimentos y su importancia y repercusión en nuestra propia vibración
Como comentábamos anteriormente
Todo en el Universo vibra. Todo lo que tenga energía material e inmaterial. Absolutamente Todo! Desde el mas pequeño átomo, las moléculas de agua, las células, hasta las piedras, los planetas, las galaxias, etc. Incluso hasta la luz y los sonidos son frecuencias de vibración. A esto se refiere la Ley Metafísica de Vibración y la Ley de Correspondencia que dice “Como es arriba, es abajo”, es decir, tal como es en el mundo micro (átomos, células, etc.) es en el mundo macro (planetas, galaxias, etc).
Nuestro cuerpo es energía y como materia universal que es, como seres de luz que somos y debido a que nos componemos de muchos átomos, partículas, moléculas y células, este no esta exento de vibraciones. Es a estas vibraciones l  están tanto en nuestro cuerpo físico como en nuestros cuerpos sutiles (mentales, emocionales, espirituales, etc)
Los cuerpos sutiles son bandas de energía de diversa intensidad y de diferentes frecuencias de vibración que rodean e interactuan con el cuerpo físico.Estos cuerpos trabajan de forman conjunta, afectando e interactuando unos con otros todo el tiempo.
Existen una variedad de campos de energía que rodean y emanan del cuerpo físico   Estos incluyen, pero no se limitan a energías de luz, electricidad, calor o térmica, de sonido, magnético y electromagnético. Algunos de estos campos de energía son generados dentro del cuerpo y otros son recibidos de afuera y luego transformados por el cuerpo a través de los chakras, que son el enlace entre el mundo fisico y los cuerpos sutiles.
Vamos  a hacer un alto en el primer cuerpo, el cuerpo físico o eterico El CUERPO FÍSICO es el más denso de todos y es el que nosotros los humanos (gracias a la ciencia occidental) conocemos tan bien.
Dentro del mismo plano físico encontramos lo que se denomina el CUERPO ETÉRICO. Por definición científica, el éter es considerado como un estado intermedio entre la materia y la energía pura. Algo de eso encontramos en el cuerpo etérico de todos los seres
El etérico es un cuerpo de energía formado por finísimos hilos de luz, que se entrelazan formando algo así como una red intrincada.
El cuerpo etérico funciona como el intermediario entre el físico y los demás cuerpos que integran al ser humano.
 La imagen puede contener: texto
Toda la información que viene del cuerpo físico y deba alcanzar a los cuerpos (o planos) más elevados, pasa necesariamente a través del etérico. De manera inversa, todo aquello que desde los cuerpos más sutiles deba llegar a manifestarse a través del cuerpo físico, pasa necesariamente a través del cuerpo etérico.

Una función sumamente importante del cuerpo etérico es la de conferir vida al cuerpo físico. Es por esta razón que en otras disciplinas similares, al cuerpo etérico se lo denomina “cuerpo vital”.  

Como ya hemos explicado Toda energía manifestada, incluso en forma material,tiene su particular Código Energético, cada pensamiento que tenemos, cada emoción y sentimiento que experimentamos, cada palabra que decimos, cada actitud que adoptamos, tiene su particular frecuencia vibratoria que afecta a nuestra Energía Vital(Cuerpo eterico) y tiene también  su repercusión en todo el Sistema Energético  afectando a cada uno de nuestros cuerpos.
Pues bien, CADA ALIMENTO QUE TOMAMOS TAMBIÉN TIENE UN CÓDIGO VIBRATORIO, su particular energía y frecuencia vibratoria que afecta directamente a nuestro cuerpo físico-eterico afectando asi al resto  de nuestros cuerpos, , a todas nuestras células  órganos y a la calidad y cantidad de nuestra energía vital.
Para que un alimento pueda contribuir al mantenimiento y mejora de nuestra salud física y bienestar emocional, es totalmente necesario que la energía, y la frecuencia vibratoria del alimento, armonice con nuestra propia Energía Vital y frecuencia vibratoria
Cuando la frecuencia vibratoria de un alimento, armoniza con la frecuencia vibratoria de nuestras células, se establece una sinergia o interacción positiva, la cual repercute positivamente en todos nuestros cuerpos, incrementando nuestra VITALIDAD y SALUD.
Cuando la frecuencia vibratoria del alimento, no armoniza con la de nuestras células,  lo que se produce es un desequilibrio en todo nuestro Sistema Energético, creando el ambiente ideal para que proliferen las enfermedades.
Muchos de los alimentos que tomamos, ya sea por la sobrecarga tóxica que contienen (restos de abonos químicos, fitosanitarios, hormonas, aditivos, etc.), ya sea por la propia naturaleza del alimento, tienen una vibración negativa, que afecta negativamente a nuestra salud cuando los tomamos.
Para verlo mas claramente hablemos de las frecuencias vibratorias de salud y de las frecuencias vibratorias de la enfermedad
En 1992, Bruce Taino llevó a cabo en la Universidad Estatal de Cheny (Washington), el estudio de la frecuencia vibratoria media del cuerpo humano sano y determinó que durante el día esta era de 62 a 72 MHz. Averiguó igualmente que cuando se reduce la frecuencia vibratoria de una persona, el sistema inmunológico se ve comprometido. Si la frecuencia se reduce a 58 MHz, aparecen los síntomas del resfriado o la gripe a los a 42 MHz sobreviene el cáncer y a los 25 MHz se inicia la muerte. A medida que baja el tipo de vibración, las sinapsis del cerebro se dañan. Sus conclusiones fueron contundentes, dietas grasientas y altas en hidratos de carbono matan de hambre a las células del cerebro. Los sustitutos del azúcar tales como los edulcorantes destruyen las terminaciones nerviosas. Sus investigaciones recogían el testigo de las iniciadas por el Dr. Royal Raymond Rife (1888-1971).
Veamos las frecuencias vibratorias de los alimentos
Actualmente, hay estudios que han demostrado que, en sólo tres segundos, tras un sorbo de café, la frecuencia de una persona se reduce en 14 MHz. Sin ninguna intervención para reequilibrarla, la frecuencia de esa persona tardará tres días en volver a la normalidad (algunos expertos señalan que la inhalación de aceites esenciales recupera la frecuencia bioeléctrica perdida en menos de treinta segundos). De la misma forma, un pensamiento negativo puede reducir la frecuencia de una persona de 10 MHz, mientras que una actitud mental positiva puede elevarlo en 10-15 MHz.
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Considerar los alimentos desde el punto de vista de la luz que contienen contribuye a una visión más holística sobre la nutrición humana.
Del estudio de las frecuencias corporales se desprende el interés de conocer las frecuencias de las sustancias que comemos, respiramos o absorbemos. Hoy diversas investigaciones nos permiten conocer la frecuencia vibratoria (la luminosidad de los alimentos.). Los alimentos procesados o en conserva y los de procedencia animal tienen una frecuencia de cero. Los productos frescos se sitúan de media en los 15 MHz, las hortalizas de 12 a 22 MHz y los frutos de árboles y arbustos de 20 a 27 MHz. Entre los alimentos de mayor frecuencia luminosa, por encima de los 50 MHz, encontramos el cacao y chocolate sin procesar, la espirulina, el limón, las algas, etc. Esto también demuestra que el régimen alimentario rico o basado primordialmente de estos alimentos es a la vista de la "pirámide de luz de los alimentos” el que mejor se adapta para mantener un alto grado de energía en el conjunto del cuerpo.
La medida de la luminosidad de los alimentos es un dato que ilustra su capacidad nutritiva en una visión más holística. En síntesis, no hay duda que la luz, como frecuencia vibratoria nutritiva, absorbiendo la que contienen los alimentos, es esencial en la dieta humana.
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Entonces voy a decirte
Si continuas ingiriendo alimentos de baja vibración energética de nada te servirá estar meditando 6 veces al día, estar haciendo las posiciones más complicadas de Yoga, repetir mil veces las palabras “te amo, lo siento, por favor perdóname, gracias” o cualquier otro método espiritual . La vibración que logres subir con cualquier técnica espiritual, la bajarás de nuevo al comer alimentos de baja vibración
Entonces, Busca tu propio  equilibrio , escucha a tu cuerpo, RESPONSABILIZATE DE TU PROPIA VIBRACIÓN!!
Alimenta tu cuerpo con consciencia
“Deje que los alimentos sean su medicina y que la medicina sea su alimento” ~Hipócrates
CON AMOR, LUZ Y PRESENCIA
MARIA

LOS ALIMENTOS DE LA FELICIDAD






El Té

Según los investigadores el responsable es la teanina un aminoácido presente en el té, al igual que la cafeína mejora la concentración y la capacidad de atención.
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El Azafrán

Según los estudios, el azafrán es un anti-depresivo que facilita la producción de serotonina, se estima que su mecanismo de acción y sus efectos podrían ser comparables a los del Prozac.
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El Coco
Un estudio de la universidad de Columbia mostró que las personas que inhalaban aroma a coco recobraban mas rápidamente la tensión después de un reto. Se cree que es debido a la sensación agradable que deja el aroma a coco.
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El Chocolate
El cacao y el chocolate negro contienen feniletalamina, una sustancia química que se produce de forma natural en el cerebro y cuyos niveles se elevan cuando estamos felices, éste neurotransmisor facilita también la liberación de dopamina, noradrenalina y serotonina. 
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La Fruta
La ingesta de los antioxidantes de las frutas están relacionados con índices más bajos de depresión.
Los Carbohidratos
La ingesta de carbohidratos de calidad proveen de energía sostenible al organismo y facilitan la síntesis de la serotonina, la llamada hormona de la felicidad, ya que afecta positivamente sobre el humor y el sueño.
La Verdura
Las verduras y legumbres son ricas en folatos, un tipo de vitamina B que abunda en verduras de hoja verde, con efectos positivos en los neurotransmisores y por lo tanto en el estado de ánimo.