Muchas veces nos cuestionamos por escoger una pareja determinada en lugar de otra, o bien cuando repetimos una y otra vez patrones en nuestras relaciones, sin saber el porqué. Pero resulta que nada de ello es casual, lo que atraemos a nuestras vidas está netamente relacionado con lo que albergamos en nuestra mente a través de parámetros de merecimiento.
Estos parámetros los vamos ajustando a lo largo de nuestras vidas y están relacionados con toda la información procesada que almacenamos en nuestra mente. La relación de nuestros padres, los ejemplos que hemos tenido, los afectos que nos han rodeado, la manera de fomentar u opacar nuestra autoestima, los factores religiosos, son algunas cosas que influyen en la formación inconsciente de la pareja que encaja para nosotros.
Es por ello que resulta tan necesario sanar las heridas del pasado, trabajar con cada una de las cosas que aún nos duelan e indagar un tanto en cómo tenemos algunas creencias sembradas en nuestra mente, qué podemos hacer para desmontarlas, en caso de que nos desfavorezcan y si hay posibilidades de sustituirlas por algunas de mayor beneficio para nosotros y para quienes nos rodean.
Todos tenemos unas expectativas de lo que debe ser una pareja, aunque no nos demos cuenta de ello, la persona que se acerque a nosotros contribuirá o nos alejará de nuestra felicidad en la medida que nosotros hayamos reservado el espacio para que así se ejecute.
Si nos sentimos culpables por algo o tenemos el traje de víctima colocado, inconscientemente tendremos tendencia a vincularnos con personas que nos maltraten. Si hemos sido víctimas de abandono, habrá dos opciones en general, la primera que no nos permita comprometernos por miedo al dolor, la segunda que nos relacionemos desde el miedo al abandono.
Inconscientemente buscamos repetir patrones o evitarlos, debemos tratar de llevar nuestra conducta a la luz y descubrir nuestras tendencias. Y lo más importante que podemos hacer por nosotros mismos y por nuestras relaciones es amarnos realmente, desde el fondo de nuestro ser.
Desde el amor sincero e incondicional, atraeremos a personas que nos hagan bien, que contribuyan de forma positiva en nuestro crecimiento y en nuestra felicidad. Solo amándonos atraeremos a personas con las que podamos recorrer caminos que podamos realmente disfrutar.
Cuando nos amamos entendemos que merecemos lo mejor, que no debemos castigarnos, que no debemos temer al abandono, que no necesitamos un traje de víctima, que quien nos ame lo hará sin presiones, porque le nace, porque lo merecemos. Solo desde el amor propio estaremos en un círculo de amor sano a nuestro alrededor e irradiaremos lo necesario para atraer solo lo mejor.
Por: Sara Espejo