02 mayo 2018

SOMOS LO QUE COMEMOS

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 Mercè Moreu 

Te proponemos las claves para un estilo de vida saludable y una nutrición equilibrada.


“Somos lo que comemos” que decía Hipócrates… seguro que muchos de nosotros estamos pensando “Ojalá no sea verdad!” porque el consumo excesivo de comida basura y la propia “dieta moderna” nos aportan un exceso de grasas saturadas e hidrogenadas y alimentos hipercalóricos.

Así que si queremos cuidar nuestra salud nos debemos trabajar un estilo de vida saludable y una nutrición equilibrada, pero.. ¿cómo?
Te proponemos un plan de buenas intenciones para que lo planifiques y dejes la improvisación a un lado:

1. Dormir más, mínimo 6-8 horas cada día
2. Hacer ejercicio moderado de forma diaria. No vale con ir al gimnasio una vez al mes ;) A partir de ahora a andar y subir escaleras!!
3. Eliminar el tabaco y el exceso de alcohol. Cuídate con una copita de vino con la comida, y nada de abusar.
4. Come de forma ordenada respetando las horas y el tiempo de comida. Haz 5 comidas al día.
5. Aumenta la ingesta de alimentos integrales, frutas (¡¡ahora en verano podrás disfrutar de una gran variedad de frutas frescas!!) y verduras. Prepárate ensaladas variadas y originales mezclando, por ejemplo, una ensalada verde con frutas de tropicales como el mango o el kiwi.
6. Toma el agua necesaria cada día. Se recomienda beber de 1,5 a 2 litros al día.
7. Reduce alimentos fritos y rebozados.
8. Los complementos alimenticios pueden ser una gran ayuda para alcanzar el “bienestar”.
Por ello es básico usar los adecuados y de forma acertada.
No se trata sólo de vernos mejor por fuera, sino de adquirir unos buenos hábitos que nos harán estar bien por dentro y por fuera. 
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30 abril 2018

21 Consejos Para Despertar Tu Alma Y Sacudir Tu Vida


El amor que mereces debe tener algo de esto




Si deseamos fervientemente algo, el universo no tendrá más opciones que dárnoslo…
Cuando de amor se trata podemos decir o pensar que queremos muchas cosas y nuestro pensamiento profundo pueden decir lo contrario. Primero que todo debemos partir de que no podemos querer algo que consideramos imposible, así que debemos soltar cualquier creencia que generalice en relación al amor y nos perjudique y a partir de allí sentir que somos merecedores del amor más bello, más sublime, más puro e incondicional.
Debemos creer que estamos listos para recibirlo, para cuidarlo, para confiar y entregar de nosotros lo mejor… Si no tienes claro lo que te gustaría en el amor o quieres simplemente leer nuestras ideas en relación a lo que merecemos en el amor, te dejamos estas ideas con la intención de que si te agradan, las adoptes para ti:

El amor que mereces no debe querer cambiarte

La persona que decida estar a tu lado deberá quererte tal y como eres, con el paquete completo lleno de muchísimas virtudes, pero también muchos defectos, podrá ser acompañante en tus cambios, podrá verte evolucionar, podrá inspirarte, pero cualquier cambio solo emergerá de tu interior.

Mereces un amor que te llene de sonrisas y no de dudas

Hay quienes piensan que las personas que dudan de sus parejas lo hacen porque tienen un déficit de seguridad en ellas mismas, sin embargo esto no corresponde a la mayoría de los casos. Muchas veces las parejas no ofrecen confianza o se han encargado de agrietarla, haciéndola frágil y del otro lado hay una persona que quiere confiar, pero que se encuentra con un camino de pendiente pronunciada.
Las dudas no deben ser parte del amor, el amor debe llenarnos de alegrías, de suspiros, de deseo y sobre todo de tranquilidad, esa que solo se siente cuando sabes que te aman tanto que no harían nada que los llevara a perderte.

Mereces un amor que te acaricie las alas

Todos merecemos un amor que disfrute de nuestros logros, de nuestros avances, que ame vernos soñar y que nuestra decisión de volar lo haga tan feliz como a nosotros. Merecemos un amor que nos alimente de entusiasmo, que nos de ánimo, que nos apoye, que aleje de nosotros nuestros miedos y que esté dispuesto a reparar nuestras alas las veces que sean necesarias.

El amor que mereces te elige cada vez que puede

No merecemos las sobras del tiempo de nadie, ni estar ubicados en los lugares menos privilegiados de la lista de prioridades, de la persona que hemos decidido vaya de la mano con nosotros en el camino de la vida: Merecemos atención sin necesidad de demandarla, merecemos tiempo, merecemos ganas, merecemos interés. Porque quien quiere estar, lo demuestra estando.

Mereces a alguien que sienta orgullo de mostrarte

No merecemos a nadie que nos esconda, que no nos dé el lugar que nos corresponde, merecemos a quien le brillan los ojos de orgullo cuando nos presenta, que nos sujeta la mano como si llevara el tesoro más preciado entre las suyas, que nos cuida como si fuésemos de cristal, pero nos valora como s fuésemos de diamante.

Mereces un amor que te diga y te demuestre que te ama

Las palabras bellas deben ir acompañadas de hechos… Si no se quedan en sonidos, en promesas, en rumores. Merecemos un amor que nos diga con su boca, con sus acciones, con su piel y con sus pensamientos que nos ama y que está allí para nosotros.

El amor que mereces no intentará controlar tu vida

Respetar al otro parte de dejarlo ser, no solo se trata de no pretender cambiarlo, sino dejarle expresar su sentir, su opinión, dejarle ser, aun cuando no nos sintamos totalmente conformes. Cada quien tiene una forma, una manera y no es opción considerar merecernos a quien quiere imponer la suya sobre la nuestra, aun cuando considere que sería lo mejor para nosotros.
Ahora convéncete de que lo mereces, con esto y con más y comienza a vibrar y a atraer lo que quieres en la vida.
Por: Sara Espejo 

El maravilloso cerebro emocional de las personas resilientes


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Las personas resilientes saben que nadie es inmune al sufrimiento, a la adversidad. Comprenden que cuando aparecen esos instantes de oscuridad y desesperanza, tenemos dos opciones: dejarse vencer o sobreponernos, luchar con todas las estrategias que nos sea posible, porque la vida es maravillosa si no se le tiene miedo.
Te gustará saber que el término “resiliencia” proviene en realidad del campo de la física. Hace referencia a la cualidad de algunos materiales para resistir la presión y doblarse con flexibilidad para volver a forma original. Ahora bien, la resiliencia, aplicada a la psicología presenta otra dinámica existencial más interesante: la de hacernos crecer.
Cuando te enfrentes al dolor entiende que el protegerte bajo una armadura no siempre va a funcionarte: puede ser tu propia jaula. Es mejor enfrentarnos cuerpo a cuerpo a nuestro enemigo para comprenderlo y obtener así conocimiento, sabiduría.
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Personas resilientes: un cerebro que aprende a afrontar el estrés

El concepto de resiliencia empezó a utilizarse en los años 40 en el campo de la psicología infantil. Se intentaba comprender de qué manera afrontaban los niños más desfavorecidos los problemas familiares y la adversidad en sus entornos.
Durante mucho tiempo se mantuvo la idea de que la resiliencia tenía un origen genético, es decir, la persona que había sufrido estrés postraumático a lo largo de su vida transmitía “ese gen” a sus hijos, de manera que éstos, serían más vulnerables y tendrían más dificultad para integrar experiencias complejas.
La infancia debe ser un privilegio para la vejez, ahí donde poder volver para recordar momentos felices. Si no los hubo, si nuestro niño interior sigue herido, es momento de sanarlo, de hacerlo avanzar siendo resilientes.

El origen genético de la resiliencia acabó dejándose a un lado con los años para orientarse más en factores psicosociales y neurológicos.
Un ejemplo de ello es un estudio llevado a cabo por Dennis Charney, de la Universidad de Medicina de Icahn en el Monte Sinaí, y Steven Southwick de la Universidad de Medicina de Yale, donde se determinó de qué manera funciona el cerebro de las personas resilientes y las no resilientes. Estos serían los principales datos a tener en cuenta.
cabeza femenina perfilada en mariposas representando a las personas resilientes

Origen neurológico de la resiliencia

Hay personas que se adaptan mucho mejor que otras a las situaciones de estrés o presión.
  • El origen estaría en un control más efectivo a nivel neurológico de hormonas como la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol.
Ante una amenaza estos tres neurotransmisores aparecen en el cerebro, pero cuando el foco amenazante desaparece, la persona más resiliente hará desaparecer al momento estas tres hormonas. En cambio, la personalidad menos resiliente seguirá sintiendo esa amenaza psicológica de forma persistente porque en su cerebro existirá aún ese exceso de cortisol, adrenalina, y noradrenalina.
  • El cerebro de las personas resilientes se caracteriza también por un uso muy equilibrado de la dopamina. Este neurotransmisor, relacionado con la recompensa y la gratificación nos es muy útil para hacer frente a la adversidad.
Algo a tener en cuenta es que en estados de estrés crónico y ansiedad nuestro cerebro deja de liberar dopamina, el neurotransmisor del placer, de ahí que aparezca la indefensión y la dificultad para actuar con resiliencia.

Claves para aprender a desarrollar tu resiliencia

Un aspecto que no debemos olvidar es que la resiliencia es una habilidad, y por tanto, una capacidad que podemos desarrollar y entrenar. Para que nuestro cerebro encuentre ese equilibrio neuroquímico es necesario gestionar de forma adecuada nuestras emociones.
Eres un universo único lleno de emociones, pensamientos, sueños y sensaciones. Aléjate de la orilla de la desesperanza y pon orden en ese caos: la resiliencia necesita armonía y equilibrio interno.
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Llegar a ser resilientes es un proceso y un aprendizaje que debería enseñarse en las escuelas. De hecho, el propio Martin Seligman, padre de la psicología positiva, ha iniciado un interesante programa en varios colegios de primaria con excelentes resultados.
A modo de resumen, estas serían las principales claves para aprender a ser resilientes.
  • Nunca te dejes abrumar por tus propias emociones como si fueran grilletes que te paralizan. Imagina que llevas una brújula emocional interna que te permite mantener el control sobre tu mente, para ganar en atención y eficacia.
  • Sé tú mismo, no busques la aprobación ajena ni intentes gustar a todo el mundo. Todo ello te aleja de tus propios intereses, de tu propio equilibrio.
  • No te dejes llevar por el fatalismo ni caigas tampoco en un positivismo “poco realista”. Se trata de ver las cosas con objetividad entendiendo, además, que la adversidad es parte de la vida.
  • Céntrate en el aquí y ahora, lo que importa es el presente: no anticipes cosas que no han ocurrido, ni te sigas lamentando de cosas que ya han pasado.
  • Ayuda y deja que te ayuden. Cuida de tus relaciones sociales y construye vínculos positivos que valgan la pena, ahí donde apoyarte y crecer como persona en libertad e integridad.
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Tú no eres tus errores ni tus tristezas, tampoco las personas que eligieron dejarte atrás en algún momento. Eres más grande que todo ello, porque toda decepción es finita y la esperanza infinita.