Decía Mark Twain con su ingenio de siempre, que la única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer. Parece como si de algún modo, sentirnos bien y disfrutar de un adecuado equilibrio interno estuviera reñido con el deleite de la alimentación. Sin embargo, los buenos nutricionistas y los propios psicólogos nos dirán que nada de esto es cierto.
“La comida que comes puede ser la más poderosa forma de medicina o la forma más lenta de veneno”.-Ann Wigmore-
La simple realidad es que nos alimentamos mal. Llega un momento en que nuestro abanico de intereses culinarios es el mismo que el de un niño de 8 años. Preferimos algo que se prepare rápido y que nos genere ese agradable “subidón” que producen por ejemplo los carbohidratos, la sal y el azúcar. A ello se le añade otro factor. La mala calidad de nuestros cultivos, de esos suelos faltos de una adecuada materia orgánica, y de una producción en masa donde las frutas y verduras acaban perdiendo parte de sus propiedades.
Una dieta deficitaria e inadecuada impacta en nuestro bienestar. Es necesario por tanto que complementemos todo tratamiento psicológico y/o farmacológico con una nutrición adecuada. Los resultados a largo plazo se acaban notando.
Dieta antidepresiva ¿de verdad puede ayudarme?
En el 2017, diversas universidades de Australia y Nueva Zelanda llevaron a cabo una serie de estudios en colaboración con varios hospitales. El trabajo fue publicado en la reviste médica “BCM Medicine” y tenía como objetivo saber si el hecho de llevar a cabo una dieta antidepresiva, tenía algún efecto en los pacientes diagnosticados con esta enfermedad. Los resultados fueron positivos y los resultados empezaron a hacerse visibles al cabo de las 12 semanas.
Esa relación entre nuestro estado de ánimo y la alimentación es un campo emergente dentro de lo que se conoce ya como la “psiquiatría nutricional”. Es más, existe una creciente evidencia científica de que lo que comemos afecta de forma significativa a nuestras emociones y bienestar. Por tanto, vale la pena tenerlo en cuenta y tomar nota de estas pautas que conforman la dieta antidepresiva.
1. Granos integrales
Los granos enteros o integrales son una fuente excepcional de vitaminas, minerales, fibra dietética, antioxidantes y fitonutrientes. Así, opciones tan acertadas como el arroz integral, la avena o el trigo sarraceno nos aportarán una cantidad más que adecuada de triptófano, ese aminoácido esencial que nos permite sintetizar serotonina, la hormona del bienestar y la felicidad.
2. Vegetales de hojas verdes
Los vegetales de hojas verdes forman parte indispensable de la dieta antidepresiva. Ahora bien, existen más opciones que las clásicas espinacas, esas que siempre nos vienen a la mente cuando pensamos en este tipo de vegetal. Tenemos también los berros, el brócoli, la acelga, el berro, el kale…
Son propuestas muy nutritivas, pero además, su aporte en antioxidantes, vitamina B, C y el ácido fólico nos permitirán reducir el estrés y la ansiedad.
3. Pescado azul
Dentro de este estudio llevado a cabo en Australia y Nueva Zelanda, el pescado azul se tomaba entre dos y tres veces por semana. Tenemos un sinfín de opciones a nuestro alcance, como el salmón, el atún, la trucha, el arenque, la caballa… El principal beneficio para los pacientes con depresión es la riqueza en ácidos grasos omega 3 presentes en este tipo de pescados
Este tipo de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga son unos neuroprotectores excepcionales.
4. Pollo y pavo
La dieta antidepresiva deja a un lado las carnes rojas y opta por las carnes magras. Entre ellas tenemos dos propuestas más que adecuadas: el pollo y el pavo. Son ricas en proteínas y contienen un aminoácido llamado tirosina que nos permitirá aumentar los niveles de dopamina en el cerebro. Si las cocinamos a la plancha con un poco de limón yaceite de oliva el beneficio será maravilloso.
5. Los beta-carotenos
Zanahorias, calabazas, tomates… Todas aquellas hortalizas de color rojo o naranja contienen beta-carotenos, un tipo de nutriente esencial que se convierte en nuestro organismo en el precursor de la vitamina A. Gracias a este componente, nuestro organismo disfruta de un adecuado equilibrio interno, se optimiza la circulación, combatimos los radicales libres, mejora nuestro ánimo e incluso reducimos el dolor de cabeza.
6. Las nueces
Las nueces son parte indispensable en la dieta antidepresiva. Cada mañana, en compañía de nuestro desayuno, podemos tomar entre 4 y 6 nueces. En general, la mayoría de frutos secos son muy beneficiosos para los trastornos de ánimo. El aporte de omega 3 y vitamina E, además de sus potentes antioxidantes y el zinc, actúan como poderosos neuroprotectores y mediadores del bienestar.
7. Probióticos
Entre los mejores probióticos que podemos consumir está el kéfir. Su nivel de lactosa es bajo y lo que es aún más importante: fortalece y cuida al máximo de nuestra flora intestinal. Un hecho que no podemos dejar de lado es que gran parte de la serotonina no se produce precisamente en el cerebro, lo hace en nuestro sistema digestivo. Es imprescindible por tanto disponer de una microbiota intestinal fuerte y sana que medie de forma adecuada en ese proceso.
Esas bacterias presentes en nuestro intestino, no solo benefician nuestra digestión o el que absorbamos los nutrientes de forma adecuada. Además, su actividad revierte en nuestra función cognitiva, emocional y sensorial. Un poco de kéfir en nuestro desayuno combinado con fruta puede hacer milagros a largo plazo.
Para concluir. Si en este momento estamos atravesando una depresión (o cualquier otro tipo de problema psicológico), seguir una dieta adecuada, variada y saludable no hará que ese problema desaparezca. Lo que sí hará es generar las condiciones orgánicas para que el ese proceso de curación y tratamiento sea más óptimo. Para que nos sintamos bien por dentro y nuestro cerebro disponga de esos compuestos necesarios para producir más serotonina, más dopamina…
El esfuerzo siempre valdrá la pena.
Valeria Sabater
Valeria Sabater