25 septiembre 2018

Cuando alguien te hace mejor persona y a la vez te hace feliz, sabes que debe estar en tu vida

Resultado de imagen de parejasExisten muchas formas en las cuales una persona puede influir en la vida de alguien más, inclusive a través de un antimodelo, podemos tomar acciones que nos dirijan en dirección opuesta a lo que tenga que ver con un determinado comportamiento.
Sin duda las mejores influencias son aquellas que nos invitan a transformarnos desde el corazón, que hacen que nosotros mismos sintamos la necesidad de ver hacia dentro y darnos cuenta de todo lo positivo que somos capaces de dar, que nos hace reconocer nuestro valor y todo aquello para lo cual tenemos potencial.
Quien nos invita a ser mejores, no de manera directa, sino que nos crea una especie de escalera por donde subir y nos hace visualizarnos en lo más alto, sin duda, merece un lugar en nuestras vidas. Evidentemente que cada persona que se acerca y llega a ser de alguna manera acompañante en este trayecto tiene su mérito y más importante aún, tiene un propósito.
Sanamos a través de nuestras relaciones, crecemos a través de ellas, nos conocemos y aprendemos a mirarnos en ojos que no nos pertenecen… Pero eso no significa que una relación en particular sea un nexo sano para nosotros, podría ser solo necesario, mientras aprendemos lo que tengamos que aprender.
Podríamos decir entonces que cada persona tiene la capacidad de hacernos mejores, ciertamente somos nosotros los que decidimos qué hacer con todo lo que nos ocurre, nosotros decidimos si nos abrimos o cerramos al amor, decidimos si confiamos o no en las personas, si disfrutamos o padecemos, si queremos o necesitamos… pero también es cierto que hay personas que no nos dejan muchas opciones, que hacen nuestra vida más bonita, nos hacen sentir con la capacidad para comernos al mundo e inclusive, nos hacen sentir en ese estado tan demandado llamado felicidad… luego, ¿dónde más puede estar alguien que haga eso en nuestras vidas, que no sea muy, muy cerquita?
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Aprovechemos las oportunidades que nos da la vida de compartir con seres de luz para nosotros, que no importa cuál sea el efecto en otros, en nosotros es favorable, por lo general tienen diferentes roles: protectores, defensores, motivadores, inspiradores… y si nos mueven tanto por dentro, tendrán muchas probabilidades de ser amados por nosotros y tener a alguien a quien amar, parece sencillo, suena como levanto el dedo y a quien le toque… pero la verdad es que no es tan fácil. Amar siempre vale la pena, pero sentir que amamos a la mejor persona que podemos, no tiene comparación.
Por: Sara Espejo – Mujer.Gurú

Hay mil maneras de decir te quiero

mil maneras mujer guru

Esas dos palabras tan simples, pero que nos cuesta tanto decir, pueden expresarse de diferentes formas: a través de un abrazo, preocupándose por el otro, cocinando una comida favorita, yendo al cine a ver una película que no nos guste, etc. Así, un te quiero es un abrazo, un tiempo en silencio, preguntas que le demuestran al otro que le escuchamos o echar una mano cuando la persona a la que queremos se siente agobiada.
Un sentimiento se pueden mostrar tanto con hechos como con palabras. Sin embargo, solemos creer que solo a través del lenguaje se puede “hablar” de un sentimiento. Algo que no es cierto, porque si prestamos atención a las actitudes del otro nos podremos dar cuenta de lo que realmente siente. Existen miles de maneras de decir “te quiero” sin necesidad de usar esas dos palabras.

Lo que implica un te quiero

Cuando estamos en una relación de pareja recién iniciada y ya nos hemos llevado unos cuantos palos en esto del amor, tardamos algo de tiempo en revelar nuestros verdaderos sentimientos. Comenzamos con un tímido “me gustas” y solo decimos te quiero cuando estamos muy seguros de nuestros sentimientos.
de decir mujer guru
Estar expuestos da la sensación de que somos vulnerables, sensibles e incluso “cursis”. Así, además de protegernos, parece que revelando nuestros sentimientos no ponemos al otro en el compromiso de decir que los comparte. Así es como empieza y se mantiene el silencio y así siguen pasando los días, las semanas o los meses.
Si bien cada persona tiene sus tiempos para decir “te quiero”, lo cierto es que esas dos palabras guardan en su interior mucho más que afecto. Simbolizan un compromiso, una apuesta, un paso que quizás aún no estamos dispuestos a dar, pero que muchas veces nos gustaría.

¿Cómo decir te quiero sin usar esas palabras?

No estamos hechos de piedra ni somos robots sin sentimientos. Así, que no nos animemos a expresarlos con palabras es otro tema completamente diferente. Tal vez creas que la única manera de decirle a tu pareja, a tus padres, a tus amigos o a tus abuelos que los quieres mucho es con las “dos palabras mágicas”.
Sin embargo, existen miles de formas distintas de demostrar el afecto, el cariño y el amor. Se basan en las actitudes que tenemos hacia los demás, en cómo nos preocupamos por ellos y queremos que estén bien. Las acciones del día a día pueden expresar más lo que sentimos que pasarnos al otro extremo y pronunciar “te quiero” continuamente.
decir te quiero mujer guru
¿Cómo ha estado tu día?”, Conduce con cuidado”, “No olvides llevar una chaqueta”, “He preparado la lasagna como a ti te gusta”, “Elige tu la película”, “¿Has dormido bien?”, “Yo me encargo de llevar a los niños”, “Quédate en la cama y te llevo el desayuno”, “Qué bien te queda esa falda”, “Compré las galletas que te recetó el médico”, “¿Quieres que te lleve en el coche?”, “Has hecho un excelente trabajo”, “Qué deliciosa está la cena”… y la lista podría continuar.
¿Has visto de qué manera tan sencilla podemos demostrarles a los demás que les queremos? Las acciones son tan valiosas como un “te quiero” repetido entre temores y prejuicios. Seguro conoces el refrán popular que indica “una imagen vale más que mil palabras”. En este caso diríamos “una buena actitud es buena y mejora cuando la acompañamos de dos simples palabras y de acciones que reflejan lo que estas expresan”.

¿Decir te quiero o te amo?

Muchos dicen que el “te quiero” es el paso anterior al “te amo”. Otros afirman que la primera frase conlleva un sentido de posesión y el segundo de entrega. Lo cierto es que de una forma u otra estamos expresando lo que sucede en nuestro interior.
te amo mujer guru
No te sientas avergonzado o cohibido de decir cualquiera de esas dos frases milagrosas, únicas y maravillosas. Te sentirás realmente feliz y harás feliz al otro. Pero también recuerda que “las palabras son débiles frente al viento” y que para que contribuyan a los cimientos de una relación deben estar acompañadas de hechos.
“Te extraño”, “Cuídate”, “Que tengas buenas noches”, “Estaba pensando en ti”, “En el horno hay comida lista”, “Avísame cuando llegues a casa”, “Lleva paraguas”, “¿Te preparo un café?”… ¿De qué manera dirás “te quiero” hoy?
Vía Yamila 

Las personas siempre te muestran quienes son, tu trabajo es escuchar, mirar, sentir…


Somos frágiles ante la decepción, nos cuesta creer que alguien que ocupa un rol en nuestras vidas, pueda sencillamente desilusionarnos, pueda resultar algo diferente a lo que nosotros esperamos. Muchas veces nos sentimos engañados, defraudados, timados, justamente por esa persona especial…
Sin embargo, la realidad nos habla de algo que debemos prestar atención, porque en la mayoría de los casos no es otra persona quien nos engaña, sino somos nosotros mismos. Somos nosotros los que nos creamos unas imágenes que pueden fácilmente quebrarse, porque no están sustentadas en lo que realmente es el otro, sino que están sustentadas en lo que nosotros quisiéramos que fuesen, en lo que nosotros quisiéramos recibir, en cómo nosotros esperaríamos que alguien reaccionase… Pero ésa creación es solo nuestra.
La mayoría de la gente es como es y lo dice, con sus acciones, con sus palabras, con su vibra y nosotros por lo general no llegamos a escuchar, no llegamos a ver, no llegamos a sentir… Sino que nos guiamos por lo que creamos en nuestra mente, que en algunos casos perjudica a la otra persona y en otros la favorece y esa imagen ampliada, modificada y editada es la que termina por hacernos daño, la que nos desilusiona, la que nos quiebra la confianza o nos habla de lo equivocados que estábamos con respecto a alguien.
Todo el mundo nos da señales, nos muestra con hechos lo que está dispuesto a ofrecer, incluso cuando sus palabras hablen de algo diferente, está en nosotros estar preparados o no, para ver esas señales, querer o no sincerar nuestra percepción con lo que en realidad es y cerrar la brecha entre esa realidad y nuestra fantasía.
Si nos acostumbramos a no esperar de los demás, a no generarnos expectativas, si dejamos de atribuirles nuestras maneras a los demás y los dejamos ser desde su esencia, quizás las decepciones se hagan menores y comencemos a sorprendernos gratamente con lo que recibamos de quienes nos interesan.
Hay muchas formas de llegar a un mismo punto, respetar las maneras de otros nos ayuda a crecer, a aceptar, a aprender y nos protege de meter al mundo en nuestra caja. Podemos expandir nuestra mente, podemos conocernos a través de otros, podemos aprender a amar y ser amados con mayor facilidad, cuando realmente escuchamos para entender, cuando observamos, cuando somos empatícos, cuando pausamos y nos damos tiempo de ver al otro más allá de nuestra realidad.
Cada relación implica crecimiento, aprende a conocer realmente a quienes tienes cerca y eso será una muy útil manera de conocerte a ti mismo.

Sara Tibet
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24 septiembre 2018

Glucosa, sacarosa y fructosa: el efecto de los azúcares libres

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A nadie amarga un dulce, pero mucho azúcar sí: altera el metabolismo de la glucosa y puede causar obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares. Limita su consumo y opta por endulzantes que aporten nutrientes y no resten salud.

Lo quieras o no, lo tomas. Si no añades azúcar al té o a los postres, lo encuentras en barritas energéticas, refrescos, leches vegetales, mermeladas, salsas… Puedes tratar de evitarlo, pero no todas las alternativas son recomendables.
Al final, si quieres reducir los inconvenientes de unos y otros tendrás que modificar tu relación con el sabor dulce y consumir solo pequeñas cantidades de los alimentos dulces más sanos.

Los azúcares libres, una amenaza para tu salud

No hace mucho los fabricantes de azúcar decían que su producto era un alimento imprescindible para el cerebro. Por aquellos años la minoría naturista ya advertía que era poco menos que un veneno, pero el azúcar campaba a sus anchas.
El tiempo ha venido a poner las cosas en su sitio. Hace solo unos meses la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la recomendación de que los azúcares libres no deben aportar más del 5% de las calorías diarias; por azúcares libres nos referimos básicamente a glucosa, sacarosa y fructosa.
En una dieta de 2.000 calorías, equivale a unos 25 gramos de azúcar, es decir, unas 6 cucharaditas de café. En España, la media de la población toma el triple. La mayor aportación se produce con las bebidas: una lata de refresco aporta nada menos que 40 gramos, casi el doble de la cantidad recomendada.

Aunque frutas y verduras puedan contener algunos de estos azúcares, según la OMS los azúcares que se hallan naturalmente en frutas y verduras –los denominados "intrínsecos"– no se han asociado a efecto negativo alguno. No los considera por tanto como azúcares libres que deban limitarse.
Veamos entonces cuáles son los azúcares libres cuyo consumo conviene limitar:

Glucosa

Es un azúcar simple que llega al mercado en forma de dextrosa, que procede de las patatas, el trigo o el almidón de maíz. Muchos aditivos dulces son glucosa bajo diferentes formas (jarabe de glucosa, isoglucosa…).

Sacarosa

Es el azúcar blanco de mesa. Compuesto de fructosa y glucosa, se obtiene de la remolacha azucarera o de la caña de azúcar.
Para su refinado, se recurre a temperaturas y sustancias como cal, dióxido de zufre, ácido fosfórico y otros agentes. No quedan residuos de estas sustancias en el azúcar, pero esta industria tiene un enorme impacto ambiental en lo que afecta a la contaminación del aire, el gasto de agua y los residuos vertidos.
Las formas más comunes de encontrar la sacarosa aislada son el azúcar cristalino blanco o moreno (azúcar de mesa normal), el cande (perlado, para decorar) y el glasé (finamente molido).

Fructosa

No llega a la sangre tan rápidamente, pero el cuerpo la acumula en el hígado, en forma de glucógeno, y puede transformarse en tejido adiposo.
Además no quita el hambre, lo que contribuye a la obtención de un exceso de calorías.
Se encuentra formando parte de los hidratos de carbono de las frutas, aunque puede separarse y consumirse como aditivo o fructosa en polvo. También se vende purificada como alternativa al azúcar de mesa, porque endulzaba lo mismo por la mitad de calorías.
Pero se ha comprobado que el metabolismo de la fructosa puede alterar el hígado. Existen estudios que la relacionan con la resistencia a la insulina(primera fase de la diabetes), niveles altos de ácido úrico, trastorno de hígado graso e incluso con cáncer.
Las células cancerígenas son grandes consumidoras de glucosa, y según Investigadores de la Universidad de California Los Angeles (UCLA), la fructosa acelera su multiplicación. Por eso se recomienda que los pacientes de cáncer la eviten.
En resumen, es probable que los males que se achacan a la sacarosa sean debidos a su contenido en fructosa.

Qué sucede en el cuerpo cuando abusas de los azúcares libres

El azúcar blanco de mesa es sacarosa y nada más: no posee vitaminas, minerales, aminoácidos, ni grasas. Por eso se dice que aporta calorías vacías.El cuerpo transforma la sacarosa en glucosa, que es el principal combustible de las células. ¿Dónde está el problema entonces?

1. Favorecen la acumulación de grasa

En que cuando la sacarosa entra pura en el cuerpo, sin otros compuestos que la acompañen, se comporta como yesca en un bosque: provoca incendios. Para sofocarlos, el páncreas actúa de bombero y produce desesperadamente insulina para reducir los niveles de glucosa en sangre y trasladarla a los distintos órganos, músculos y células nerviosas, que obtienen así energía.
Pero si el aporte es continuo y supera las necesidades de las células, acaba acumulándose en forma de grasa en el abdomen, el trasero y el resto del cuerpo.

2. Te roban nutrientes

El metabolismo del azúcar no solo no aporta nada interesante, sino que resta:su asimilación o transformación en reserva precisa de la participación devitaminas y minerales (vitamina B1, cromo, cinc, magnesio…) que no pueden ser utilizados en otros procesos fisiológicos.

3. Estresan a tu hígado

Además, tras el incendio –la subida rápida de glucosa en sangre– solo quedan cenizas y las células de todo el cuerpo vuelven a tener hambre de glucosa. Por eso las células reclaman más combustible, y lo hacen más rápidamente de lo que las reservas en el hígado (el glucógeno) pueden volver a convertirse en azúcar útil.
Entonces el cuerpo se estresa y produce adrenalina, que "exprime" el hígado para sacarle la glucosa más rápido. Esto altera el funcionamiento del hígado, cuya tarea principal no es esta, sino depurar las sustancias tóxicas.

4. Tu respuesta al azúcar pierde eficacia

Por otra parte, las células se acostumbran a los niveles altos de insulina y esta pierde eficacia. Como consecuencia de estos procesos, el consumo de azúcar puede estar en el origen de enfermedades como la obesidad y la diabetes, e, indirectamente, de trastornos cardiovasculares, cáncer y alteraciones inmunitarias y emocionales.
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Un problema de excesos y adicción

El problema es que se consume demasiado azúcar. Los expertos dan una explicación evolutiva: el dulce, para el cuerpo, es el sabor de la energía, el de la glucosa que ansía cada célula.
El cuerpo está biológicamente programado para buscar sabores dulces. Y es que el placer que provoca el sabor dulce está inscrito en los genes.
Algunos autores señalan incluso su capacidad adictiva: en el cerebro se asocia a un estímulo de la producción de serotonina, la hormona del bienestar. Por eso la industria lo utiliza para aumentar (irresponsablemente) el atractivo de sus productos: se añade sin límites a bebidas, galletas, salsas, platos preparados…

El cuerpo no necesita azúcares libres, aunque puede tolerarlos en una dosis mínima que puede usarse para dar sabor a postres y preparaciones que se consumen en cantidades moderadas.

Cuidado con el azúcar oculto

Ten en cuenta que, además del azúcar que te sirvas directamente en cualquiera de sus formas aisladas, los azúcares libres puede encontrarse también en alimentos donde no se le espera.
Así pues, a la hora de comprar, busca la palabra "azúcar" en la lista de ingredientes. Recuerda que los que encabezan la lista son los ingredientes más abundantes.
El cuadro de información nutricional también ofrece pistas: conviene evitar los productos –los cereales de desayuno, zumos, néctares, batidos y otras bebidas– que contienen más de 14 gramos de azúcar por cada 100 gramos de producto.
Pero hay que ir más allá. Los azúcares libres se camuflan detrás de decenas de nombres, como sirope de glucosa, melazas, maltodextrinas, azúcar invertido, maltas… Así hasta 60 denominaciones diferentes. Conviene estar atentos a las etiquetas.

¿Y las alternativas sintéticas? No, gracias

Si los azúcares libres tienen tantos inconvenientes, ¿no será apropiado recurrir a los edulcorantes? Desde luego no a los edulcorantes sintéticos como la sacarina (E954), el aspartamo (E951) o el acesulfamo (E950).
Aunque no aportan calorías, se asocian con diversos problemas de salud y además no ayudan a perder peso. Bien al contrario. Se utilizan en la cría de animales para favorecer el engorde, lo que debe querer decir algo…
Existen de hecho varias teorías para explicar este fenómeno. Una sostiene que el organismo es engañado: el sabor dulce –que el cuerpo asocia con la llegada de glucosa– estimula la producción de insulina, a la que sigue un aumento del hambre.

Otra hipótesis que se maneja es que los edulcorantes alteran la composición de la microbiota intestinal –los microbios que conforman la flora del intestino– favoreciendo a las poblaciones relacionadas con la ganancia de peso.
Por otra parte, sobre la sacarina, el aspartamo o el acesulfamo, lo menos malo que se puede decir es que no existen estudios que demuestren su completa inocuidad, pero sí que hay investigaciones que relacionan estos edulcorantes químicos con alteraciones en torno a los genes y distintas molestias físicas y psíquicas.
Mejor opción son los endulzantes de origen natural como sorbitol, xilitol, maltitol, manitol, isomalt, eritritol y esteviósidos. La mayoría tiene menos calorías que el azúcar, se metabolizan más lentamente y no se les conocen riesgos importantes para la salud, aunque no están libres de la objeción común realizada a los edulcorantes: se usan para dar gato por libre al organismo.
En dosis pequeñas, xilitoleritritol y los esteviósidos se pueden considerar alternativas razonables si no están asociados a edulcorantes sintéticos.

Cómo reducir el consumo de azúcares

Los nutricionistas están de acuerdo en la necesidad de reducir el consumo de azúcares libres. En parte, es algo que puede conseguirse disminuyendo el consumo de azúcar de mesa y sustituyéndolo por alternativas naturales más saludables.
Pero tenemos a nuestro alcance con un poco de voluntad una estrategia más interesante: se trata de reducir la importancia que hemos concedido al sabor dulce tradicionalmente en la dieta. Desde niños nos han enseñado a sobrevalorarlo. Ha sido el sabor de la alegría y el premio, pero hemos visto que conforme pasan los años puede convertirse en un castigo...

En las culturas orientales tradicionales, la dieta sana es aquella que mantiene el equilibrio entre los distintos sabores que podemos percibir, pues cada uno está relacionado con un sistema energético del organismo. Por eso conviene aprender a disfrutar de los demás sabores y de los aromas que tiene cada uno de los alimentos. Si lo hacemos así, podremos seguir disfrutando del sabor dulce en su justa medida.

Da prioridad a los hidratos de carbono complejos

Finalmente, no hay que olvidar que las células necesitan glucosa, pero que el azúcar incendiario no es la fuente adecuada. Los alimentos ricos en hidratos de carbono complejos o de absorción lenta son como la madera maciza y de calidad: arden lenta y limpiamente.
Es decir, se transforman poco a poco en glucosa y no requieren que el cuerpo use extintores de insulina, porque los minerales, las vitaminas, los aminoácidos y ácidos grasos, y sobre todo la fibra, reducen la velocidad de la combustión.
O dicho de otro modo: el organismo obtiene los nutrientes que necesita para su funcionamiento, pues la glucosa no es lo único que precisan las células.

Los alimentos ricos en hidratos de carbono complejos (como cereales integrales, legumbres y frutas enteras) proporcionan una energía que no se agota en poco tiempo y ayudan a mantener bajo control el apetito.
Por eso existe un consenso entre nutricionistas sobre que los hidratos de carbono complejos deben aportar en torno al 65% de las calorías diarias en el marco de una dieta equilibrada.

Opta por alimentos de bajo índice glucémico

Los nutricionistas distinguen entre "alimentos yesca" y "alimentos madera noble" mediante el índice glucémico, que mide la velocidad de absorción de los azúcares. La glucosa pura tiene un índice de 100. El azúcar de mesa 60 y los garbanzos, 36.

Pero no se trata de evitar completamente los alimentos con los índices más elevados porque, en la práctica, la asimilación del azúcar depende sobre todo de la cantidad y combinación de alimentos.
Claudina Navarro