25 septiembre 2018

Las personas siempre te muestran quienes son, tu trabajo es escuchar, mirar, sentir…


Somos frágiles ante la decepción, nos cuesta creer que alguien que ocupa un rol en nuestras vidas, pueda sencillamente desilusionarnos, pueda resultar algo diferente a lo que nosotros esperamos. Muchas veces nos sentimos engañados, defraudados, timados, justamente por esa persona especial…
Sin embargo, la realidad nos habla de algo que debemos prestar atención, porque en la mayoría de los casos no es otra persona quien nos engaña, sino somos nosotros mismos. Somos nosotros los que nos creamos unas imágenes que pueden fácilmente quebrarse, porque no están sustentadas en lo que realmente es el otro, sino que están sustentadas en lo que nosotros quisiéramos que fuesen, en lo que nosotros quisiéramos recibir, en cómo nosotros esperaríamos que alguien reaccionase… Pero ésa creación es solo nuestra.
La mayoría de la gente es como es y lo dice, con sus acciones, con sus palabras, con su vibra y nosotros por lo general no llegamos a escuchar, no llegamos a ver, no llegamos a sentir… Sino que nos guiamos por lo que creamos en nuestra mente, que en algunos casos perjudica a la otra persona y en otros la favorece y esa imagen ampliada, modificada y editada es la que termina por hacernos daño, la que nos desilusiona, la que nos quiebra la confianza o nos habla de lo equivocados que estábamos con respecto a alguien.
Todo el mundo nos da señales, nos muestra con hechos lo que está dispuesto a ofrecer, incluso cuando sus palabras hablen de algo diferente, está en nosotros estar preparados o no, para ver esas señales, querer o no sincerar nuestra percepción con lo que en realidad es y cerrar la brecha entre esa realidad y nuestra fantasía.
Si nos acostumbramos a no esperar de los demás, a no generarnos expectativas, si dejamos de atribuirles nuestras maneras a los demás y los dejamos ser desde su esencia, quizás las decepciones se hagan menores y comencemos a sorprendernos gratamente con lo que recibamos de quienes nos interesan.
Hay muchas formas de llegar a un mismo punto, respetar las maneras de otros nos ayuda a crecer, a aceptar, a aprender y nos protege de meter al mundo en nuestra caja. Podemos expandir nuestra mente, podemos conocernos a través de otros, podemos aprender a amar y ser amados con mayor facilidad, cuando realmente escuchamos para entender, cuando observamos, cuando somos empatícos, cuando pausamos y nos damos tiempo de ver al otro más allá de nuestra realidad.
Cada relación implica crecimiento, aprende a conocer realmente a quienes tienes cerca y eso será una muy útil manera de conocerte a ti mismo.

Sara Tibet
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