14 junio 2019

Relaciones amorosas, ¿químicas o alquímicas?



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Relaciones amorosas, ¿químicas o alquímicas?
“Le preguntaron a un Maestro cuál era la diferencia entre la química y la alquimia en las relaciones de pareja y contestó estas hermosas y sabias palabras:
- Las personas que buscan química son científicos del amor, es decir, están acostumbrados a la acción y a la reacción. Las personas que encuentran la alquimia son artistas del amor, crean constantemente nuevas formas de amar.
– Los químicos aman por necesidad. Los alquimistas por elección.
– La química muere con el tiempo, la alquimia nace a través del tiempo…
– La química ama el envase. La alquimia disfruta del contenido.
– La química sucede. La alquimia se construye.
– Todos buscan química, solo algunos encuentran la alquimia.
– La química atrae y distrae a machistas y a feministas. La alquimia integra el principio masculino y femenino, por eso se transforma en una relación de individuos libres y con alas propias, y no en una atracción que está sujeta a los caprichos del ego.
En conclusión, dijo el Maestro mirando a sus alumnos:
– La alquimia reúne lo que la química separa. La alquimia es el matrimonio real, la química el divorcio que vemos todos los días en la mayoría de las parejas.”
Comencemos a construir relaciones conscientes, pues la química siempre nos hará desgastar el amor, mientras la alquimia siempre nos acariciará desde adentro. Que todas nuestras relaciones sanen. -Jai Maa
Sabias palabras a través de las cuales podemos diferenciar entre lo tangible y lo sublime, lo temporal con lo trascendental dentro del marco de las relaciones amorosas. Si por lo menos teóricamente, tenemos claras algunas definiciones y diferencias, podemos establecer un norte y en la práctica trabajar por construir nuestra “alquimia” en nuestras relaciones.
La química siempre será importante en las relaciones y puede determinar las probabilidades de éxito e inclusive de ocurrencia de una relación, pero si no fomentamos la esencia, lo fundamental, lo que nos conecta más allá de nuestros cuerpos, probablemente nos encontremos vacíos e intentando revivir sensaciones en lugar de sentimientos.
Comencemos construyendo la alquimia con nosotros mismos, que la relación con nosotros sea la primera que sanemos y que a partir de allí, desde un verdadero amor propio, irradiemos amor al resto del mundo, dándole la importancia a nuestros seres amados que se merecen, desde el mejor sitio desde donde podemos amarlos, desde un Yo pleno y satisfecho por sí mismo, desde la mejor versión de nosotros mismos.
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Sara Espejo

Soy una "Sin Vergüenza".

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Sí, ahora me atrevo a decir que no me da "vergüenza" decir no; cuando todos esperaban que dijera Sí.
Cuando me retiro de un lugar porque no es afín con mi energía.
Cuando le digo a las personas que en su metro cuadrado pueden hacer lo que se les antoje, pero en el mío, no.
Cuando no acepto imposiciones de creencias o presión de grupos o imposición de miedos, dolor y sufrimiento y digo, no.
No me da vergüenza cuando cuando me acepto como Soy, me visto como quiero, como lo que quiero y voy donde quiero y con quien quiero.
No me da vergüenza llevar mi cabello como quiero.
Cuando escribo lo que siento y lo que quiero.
Cuando recojo las frutas que generosamente los árboles nos entregan.
No, ya nada me avergüenza...
Aprendí que si no te gusta como soy, lo que hago, y el sitio donde estoy entonces te dejo ir con amor y respeto y no me da vergüenza decirte qué "La puerta de mi Corazón está abierta para quién "pueda" entrar y está lista para quien quiera "salir".
Y sí, soy una Sinvergüenza.
Abuela Am Tokati

Kama muta, la emoción más intensa y conmovedora en el ser humano





Conmoverse hasta sentir el pinchazo de las lágrimas, emocionarse al ver a alguien, admirar, amar, sentirnos orgullosos de algo y experimentar esas intensas mariposas en el estómago... Todo ello define el kama muta, una emoción universal cuyo término procede del sánscrito
Kama muta es un término que proviene del sánscrito y que significa literalmente ‘conmoverse, llenarse de amor o admiración’. Los expertos nos dicen que se trata de la emoción universal más intensa, porque define ese instante en el que nos sentimos tan llenos de afecto, de sorpresa o admiración hacia algo o alguien que no tardan en aparecer el brillo de las lágrimas.
No es fácil definir con palabras exactas esta emoción. Sin embargo, contamos con abundantes estudios que se han interesado por ella con el fin de averiguar, entre otras cosas, si aparece en todas las culturas, por saber cómo la experimentan y qué términos usan para describirla.
En nuestro idioma, kama muta, podría traducirse como ‘sentirse conmovidos’; sin embargo, cabe señalar que definirla de este modo es quedarse cortos, porque conecta con algo más profundo, positivo y revulsivo a la vez en el ser humano. No podemos reducirlo por ejemplo al simple enamoramiento, porque trasciende a las propias relaciones afectivas.
Es ese instante en el que, de pronto, algo nos aviva por dentro y nos abraza a la vez, es una sensación breve, pero tan intensa que perdura en nuestra memoria. Alan Fiske, profesor de antropología de la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles), nos señala que es una emoción social.
Es decir, el kama muta no surge en soledad. Aparece en relación a un evento, a una persona o grupo de personas que, de pronto, nos inspiran, nos conmueven hasta el punto de que sentir la piel de gallina, un nudo en el estómago y el picor tímido de las lágrimas queriendo asomar. Veamos por tanto más detalles sobre el tema.
«El kama muta podría motivar a las personas a unirse entre ellas para atender a los desfavorecidos pobres. Es un tipo de emoción que pueden movernos a algo más que el amor: también debe hacerlo hacia la compasión».
-Alan Fiske-
Sentir el kama muta, una experiencia intensa y reconfortante
Ver cómo un amigo hace algo increíble por nosotros. El nacimiento de un hijo o asistir a una boda. Reunirnos con personas a las que apreciamos y no veíamos en mucho tiempo. Sentirnos orgullosos de alguien. Asistir a una conferencia, una obra de teatro o un concierto y sentirnos altamente inspirados… Todo ello son unos pocos ejemplos de lo que define esta emoción, el kama muta.
Hace solo unos días, universidades de prácticamente todo el mundo, han publicado un detallado y amplísimo estudio para demostrar algo interesante sobre esta emoción bautizada desde el sánscrito como kama muta. En los 19 países analizados, se expresa y se vive del mismo modo. En las 5 culturas analizadas esta emoción se vive fisiológicamente de un modo exactamente igual:
Euforia.
Calor en el pecho.
Ojos húmedos o lágrimas.
Escalofríos o piloerección.
Sensación de ahogo (o nudo en la garganta).
Mariposas en el estómago.
Sensación de estar «flotando».
Todo ello son síntomas claramente fisiológicos. Sin embargo, los científicos se sienten cada vez más interesados por este tipo de emoción porque, en cierto modo, nunca se habían detenido en estudiarla. ¿Qué es lo conmueve al ser humano? ¿Nos conmueven quizá a todos las mismas cosas? ¿Es por tanto el kama muta una experiencia universal? La respuesta parece ser positiva.
Kama muta, la emoción de la conexión humana
Las investigaciones al respecto del kama muta se han popularizado desde hace dos años. Organismos como el Kama muta lab, por ejemplo, nos aportan de forma periódica información tan interesante como reveladora. Así, un aspecto que conviene recordar antes de nada, es el papel que tienen las emociones en el ser humano.
La propia palabra «emoción» proviene del latín y significa movimiento. Todas ellas, ya sea la felicidad, la alegría, la tristeza, el miedo o la rabia buscan crear cambios en nosotros, darnos información sobre una realidad interna para dar forma a una conducta, a una reacción. El kama muta también espera de nosotros una reacción, pero esa reacción parte de una dimensión tan poderosa como determinante: el amor.
Todos podemos sentirnos conmovidos por algo o alguien; a veces, es por nuestra mascota, otras por nuestra pareja, otras veces hasta por una película o una obra de teatro. Lo que nos conmueve crea una impronta emocional que origina cambios. Esos cambios pueden ser simplemente experimentar compasión y cariño por esa mascota para cuidar de ella, pasión por nuestra pareja o inspiración tras ver esa película u obra teatral.
Estamos, además, ante una experiencia universal, no importa nuestro género, cultura, idioma o país del mundo donde vivamos. Todos nos sentimos conmovidos por algo a alguien de forma frecuente. Sentirlo no solo es algo positivo. Podríamos decir incluso que es hasta necesario, porque pocas emociones facilitan tanto el deseo por conectar, por animarnos a iniciar cosas nuevas al sentir esa mezcla excitante entre admiración, esperanza, cariño y alegría.
Kama muta es bienestar e inspiración al mismo tiempo; pocos impulsos emocionales son más reveladores en el ser humano que ese donde de pronto, quedamos conmovidos por algo hasta el punto de hallar una felicidad intensa, repentina y casi perfecta. Un breve instante tan sanador como motivante.
Valeria Sabater

Resiliencia, ser fuerte a pesar de las tormentas


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Hay personas que se caracterizan por su gran capacidad de resiliencia. Son aquellas que tienen como arma su capacidad de seguir a flote ante las dificultades y como principal sostén la visión de la dificultad como aprendizaje.
Ellas saben que la inmunidad al sufrimiento es imposible y comprenden que las tormentas que hacen a nuestros días oscuros también son oportunidades para sobreponerse. Por lo que se arman de valor y continúan, teniendo como mantra proseguir para crecer, a pesar de las adversidades.
Ser resiliente en el día a día
La resiliencia es un concepto que ha adquirido gran relevancia en los últimos años. Sobre todo desde aquellas perspectivas, como la psicología positiva, que están más interesadas en investigar cuáles son las características que les permiten a las personas superar una adversidad, dejando en un segundo plano la comprensión de aquellos factores que aumentan la probabilidad de un trastorno mental.
Ser resiliente desde la psicología es ser capaz de afrontar la adversidad y salir fortalecido.
Cuando hablamos de resiliencia solemos pensar en hechos traumáticos, como la pérdida de un ser querido, sobrevivir a un accidente o a situaciones de maltrato… Pero en nuestro día a día también se dan situaciones complejas que tenemos que enfrentar. No hace falta que suceda una catástrofe, superar cualquier dificultad cotidiana como hacer frente a las críticas, conseguir superarse o comenzar el día con una sonrisa tras una época de tristeza también es ser resiliente.
Todos tenemos nuestras propias batallas con las que lidiar y nuestros propios recursos para hacerles frente de una manera u otra, tan solo hay que descubrirlos.
Características de las personas resilientes
Hay personas que son resilientes porque han tenido un ejemplo de resiliencia a seguir, como sus padres o un hermano, pero otras han aprendido a lidiar y sortear las piedras del camino por sí solas: han aprendido a partir del ensayo y error, se ha hecho fuertes a partir de sus propias cicatrices.
Esto nos indica que la resiliencia es una habilidad que todos podemos desarrollar y, por lo tanto, practicar. Para ello, es necesario gestionar adecuadamente nuestros pensamientos y emociones.
A continuación te contamos algunas de las principales características de las personas resilientes para que puedas comenzar a entrenarlas.
1. Saben adaptarse a los cambios
Las personas resilientes tienen, como los juncos, la capacidad de ser flexibles cuando el viento azota con fuerza. Saben que ir en contra de las circunstancias las hará perder energía y optan por tener una mente abierta.
Se desprenden de sus viejas creencias, prejuicios e inseguridades para vestirse con nuevos trajes que les acompañen en los momentos de cambio. Pero no se adaptan por resignación, sino porque saben que existen otros mundos diferentes que no por ser distintos son erróneos.
2. Se apoyan en sus fortalezas
Las personas resilientes se conocen. Saben qué es aquello que les hace daño y les molesta y comprenden que el soporte fundamental de su bienestar depende de cuidarse a sí mismas. Las personas resilientes saben identificar sus debilidades pero también sus fortalezas para ponerlas en marcha cuando sea necesario.
Utilizaran sus ganas de luchar, su motivación, su esfuerzo y sus habilidades como los cimientos para seguir adelante. Pero, sobre todo, se respetan a sí mismas y se tienen en cuenta porque saben que conocerse es el paso fundamental para crecer y establecer relaciones sanas con los demás.
3. Saben que aceptar es necesario para avanzar
Las personas resilientes saben que la aceptación es la compañera aliada del avance y el cambio. Porque solo cuando aceptamos lo que nos ocurre podremos comenzar a trabajar para mejorarlo. De otra manera, si lo negamos, lo único que hacemos es darle más fuerza.
Las personas resilientes saben que aceptar es comprender y afrontar, no darse por vencidos.
4. Consideran que nadie es inmune al sufrimiento
Ser resiliente no quiere decir que una persona no tenga heridas, sino que a pesar de ellas la situación adversa le ha sido instructiva de algún modo. Ha sido capaz de aceptar el dolor y en lugar de sumergirse en él, ha optado por aprender.
Las personas resilientes saben que escudarse y protegerse del dolor no siempre va a funcionarles, ya que huir las alejaría de la posibilidad de comprender qué les sucede y seguir creciendo.
Como ves, ser resiliente puede aprenderse y entrenarse. De hecho, tendría que ser una enseñanza fundamental en las escuelas. Siempre vale la pena aprender estrategias para mejorar y seguir creciendo y la resiliencia es esa capacidad que nos permite ser fuertes a pesar de que el viento azote con fuerza, adaptándonos lo mejor posibles a los baches que conforman las pérdidas, las decepciones, los traumas y los fracasos.
Tu también eres resiliente, no lo olvides ¿o es que no has superado ninguna dificultad o situación en tu vida? Piensa y recuerda en aquella vez que fuiste valiente y a pesar del miedo, te lanzaste a la piscina…
Gema Sánchez Cuevas