30 septiembre 2019

5 lecciones que aprendí cuando me deshice de todo lo innecesario

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De Raquel Lemos Rodríguez
Siempre me consideré una persona minimalista que apreciaba y valoraba lo poco que tenía, o al menos que lo intentaba. Pero mi armario lleno de ropa, así como la gran cantidad de libros que se amontonaban en mis estanterías e invadían otros muebles indicaban todo lo contrario. Poseía demasiados objetos decorativos, diseñados con otro propósito. Así fue como empecé a deshacerme de todo lo innecesario.
Fue entonces cuando surgieron 5 lecciones que aprendí y que modificaron por completo mi vida.
1. Ahora sí uso lo que tengo
Una de las primeras lecciones que aprendí es que más objetos no implica más opciones. De hecho, tardé mucho en darme cuenta de que a pesar de toda la ropa que tenía en mi armario siempre terminaba poniéndome lo mismo. Algunas prendas las consideraba solo para momentos especiales, otras eran demasiado nuevas como para ponérmelas en mi día a día. Al final quedaban relegadas al fondo del armario, donde las únicas prendas útiles eran tres o cuatro contadas.
Libros que nunca vas a leer, objetos que solo ocupan espacio, después de deshacerte de lo innecesario tu vida dará un giro de 180 grados.
Así que lo que hice fue “hacer limpieza”. Me deshice de todo aquello a lo que no le daba uso y también empecé a utilizar lo que tanto me gustaba: dejé de imaginar cómo sería un estreno y me puse a estrenar. De hecho, hasta descubrí prendas que no sabía que tenía y que me encantaban. ¿Cómo podía haberlas dejado relegadas a un segundo lugar?
2. Me lo pienso dos veces antes de comprar algo
Sin duda alguna, el paso anterior fue esencial para llegar a esta otra lección. Cuando fui consciente de la ropa que tenía, pero de la que no me había dado cuenta, ya no tenía necesidad de comprar esas prendas que quería.
Lo mismo me ocurrió con objetos, libros y otros enseres. Sé que la publicidad intenta vender y nos hace creer que necesitamos algo que en realidad no es así. Un nuevo ordenador, un nuevo chocolate, la mejor de las plantillas para los pies… En fin, demasiados elementos que al final terminan sin ser utilizados o ingeridos.
En cuestión de alimentos, ¿qué probabilidad hay de que los tome antes de que caduquen? Esta es una pregunta que siempre me hago, sobre todo cuando paso por la parte de los lácteos. Comprar alimentos para que se estropeen no tiene sentido, así como comprar cosas para que tan solo ocupen espacio. ¡Este es muy valioso!
3. Menos cosas, menos tiempo
Lo mejor de tener menos es que las actividades de limpieza se reducirán de forma considerable. Personalmente, me llevaba un tiempo atroz limpiar todo el baño porque entre la ropa sucia, los productos para cabello y cuerpo, revistas, demasiadas toallas… Era un verdadero caos. Qué decir de la habitación, repleta de libros que jamás iba a leer. Al final terminaba pasando más tiempo trasladando los objetos de un lugar a otro que en limpiar.
Por eso, al tener solo lo justo y necesario, lo que realmente voy a usar, puedo aprovechar mejor mi tiempo y eso siempre es algo que se tiene que agradecer. El tiempo es muy valioso y cuanto menos lo perdamos invirtiéndolo en acciones innecesarias mucho mejor. Así que menos cosas me permitían limpiar y ordenarlo todo mucho más rápido.
4. Empecé a centrarme en el presente
Una de las penúltimas lecciones que aprendí fue que todo ese desorden que me rodeaba estaba muy relacionado con mi pasado y mi presente. Había elementos de los que no me quería deshacer porque me recordaban a un momento en especial o eran un regalo. Sin embargo, no les iba a dar uso, ya sea porque no me gustaban o porque estaban estropeados e inutilizados.Otros, como ya mencioné al principio, se acumulaban por el miedo a poder necesitarlas en un futuro. Hasta que fui consciente de que si en algún momento quería algo podría comprarlo, sin necesidad de guardarlo hasta ese momento. Porque, tal vez, quizás ese momento jamás surgiría y, entonces, la acción no tendría sentido alguno.
Por eso, empecé a centrarme más en el presente, valorando lo que tenía, desechando lo que sobraba, liberándome de esos “y si…”, olvidándome de esos “es que me recuerda a…”. El coleccionismo con una justificación previsora se terminó.
5. Yo no soy mis cosas
Esta es una de las últimas lecciones que aprendí y que me resultaron verdaderamente útiles. Muchas veces pensamos que somos lo que poseemos, quizás porque lo dotamos de un gran valor. Pero, al final son todo objetos, así que me hice una pregunta, ¿qué ocurriría si se me quemase el coche, por ejemplo? Me sentiría mal, sí, pero se puede reemplazar.
Recuerdo una noticia en un pueblo de Alicante, hace unos meses, que relataba como un hombre había muerto por intentar evitar que una gran riada arrastrase su coche. ¿La consecuencia? Murió ahogado. ¿De verdad vale la pena dar la vida por lo material?
“Tira, recoge y organiza, nada te toma más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas”
-Dalai Lama-
Deshacerme de lo que sobraba en mi vida me abrió los ojos ante nuevas perspectivas. Las lecciones que aprendí me enseñaron que puedo querer lo que tengo, darle valor, pero jamás convertirme en una esclava de estos objetos ni permitir que ellos sean los que definan mi vida. Porque lo material no da la felicidad y, aunque sí aprecie algunos objetos.
Así, ¿cuánto dinero he perdido en aquellos que nunca tendrán una verdadera utilidad? ¿Cuánto nuevo no ha entrado a mi vida por no tener espacio para ello?
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Que nunca te falten las fuerzas para seguir dando luz a otros

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Ciertamente todos tenemos una responsabilidad en cuanto a nosotros mismos, en cuanto a garantizarnos estabilidad emocional, en cuanto a querernos  y comprometernos para lograr nuestros propósitos. Sin embargo, resulta de vital importancia otorgar a quienes nos rodean el mayor bienestar que esté a nuestro alcance.
A veces subestimamos nuestras acciones, pensamos que una llamada telefónica, un abrazo o una simple sonrisa no tendrán un alcance considerable en las personas con las que interactuamos, pero resulta que cualquier gesto de cariño puede cambiarle el momento, el día e inclusive, sin pretender dramatizar, la vida a una persona. Nuestras acciones son muy poderosas, inclusive una oración oportuna puede ser de utilidad cuando de ayudar a nuestros allegados se trata, todo depende de la buena energía y disposición con las que se ejecuten.
Pensar en los demás nos permite inclusive salirnos un poco de nuestro propio mundo, de nuestros problemas, dar muchas veces tiene mayor satisfacción que recibir. Complacer, hacer sonreír, colaborar, escuchar, ayudar a alguien nos permite ofrecer algo de nuestra luz, compartir lo que somos en esencia con quienes nos importan.
No debemos hacer las cosas con la intención de recibir algo a cambio, pero el universo siempre se encarga de aplicar la ley de causa y efecto, si dedicamos parte de nosotros a quienes nos rodean, si nos esforzamos por sacar de nosotros lo mejor para beneficiar a otro, esto es lo que estaremos sembrando y no podremos recibir algo diferente en nuestras vidas.
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Las buenas acciones marcan como una especie de cadena, una viene tras la otra, en una dirección y en otra y si nuestro entorno no resulta indiferente, si nos preocupamos por aportar nuestro granito de arena, si compartimos lo que tenemos, la vida no tiene muchas más opciones que tratarnos de manera benevolente.
Seamos siempre portador de buenas noticias, seamos optimistas sin desligarnos de la realidad, llevemos luz por nuestro paso, ya hay suficientes personas que se encargan de llevar oscuridad a su paso a través de su negatividad, su pesimismo, sus constantes quejas o críticas. Enfoquémonos en resaltar y rescatar lo positivo y no desperdiciemos, por minúscula que la consideremos, ninguna oportunidad de hacer el bien, de ser justos, de ser solidarios, se ser cariñosos, de ser compañía de quien lo necesita, recordando siempre que no podemos dar aquello que no tenemos.
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Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruya hay millones de caricias que alimenta a la vida. ― Facundo Cabral

Reflexión-Ser Fuerte

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"No importa donde estés, ni lo que te digan que debes hacer.
Siempre que tengas una duda, descansa un momento y escuchalo que te dice tu voz interior.
No te apresures en tu camino, ni sigas los pasos de otros.
Siéntate y descansa un momento y escucha tu voz interior.
Esta es la voz que te busca y guía.
El mejor consejo que puedes escuchar.
Trae pureza a tus sentimientos y te da la libertad de ser realmente la persona que quieres ser.
Recuerda: Todas las respuestas que buscas las tienes encerradas en tu limpia y pura voz interior.
Hacemos una vasija de un pedazo de arcilla: y es el espacio vacío en el interior de la vasija lo que
la hace útil.
Hacemos puertas y ventanas para una estancia; y son esos espacios vacíos los que la hacen habitable.
Así, mientras que lo tangible posee cualidades, es lo intangible lo que lo hace útil"- Lao Tse.
Que sea un día para darte cuenta de que en el único lugar donde se encuentran todas tus respuestas es dentro de TI.
Ten siempre presente que: cuando somos fuertes por dentro seremos indestructibles por fuera

27 septiembre 2019

¿Proteína? Sí, pero con límites

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Uno de los nutrientes básicos que necesitas en una dieta equilibrada son las proteínas. Pero, ¿cuánta cantidad?, ¿vegetal o animal?, ¿qué sucede si me paso o no llego a la cantidad necesaria?

¿Qué son las proteínas y para qué sirven?

Son moléculas muy grandes que forman la base para el funcionamiento de tu cuerpo. Se encargan de realizar multitud de funciones como:

Crear todas las estructuras de tejidos y órganos.

Regular todas las funciones corporales, a través de enzimas y hormonas.

Contraerse (y relajarse) en los músculos.

Defenderte de bacterias, virus y elementos extraños, con los anticuerpos.

Transportar grasas y oxígeno.

Proporcionar energía, con su combustión.

No olvides tampoco que el ADN, nuestros genes, también están formados por estos elementos.
Fuente: Pixabay/Silvarita

Todas están compuestas por combinaciones de 20 aminoácidos, que son sus componentes básicos. Ocho de estos “ladrillos básicos” no se pueden fabricar en nuestro cuerpo y necesitas ingerirlos obligatoriamente a través de la dieta. Son los aminoácidos esenciales.

El problema cuando falta alguno de estos aminoácidos esenciales es que no se pueden elaborar otras proteínas que los contengan en su composición. Por tanto, la falta de un solo aminoácido puede provocar una reacción deficitaria en cadena, que siempre conduce a alguna enfermedad.

Con una dieta variada, te aseguras de tomar todos esos elementos fundamentales que no puedes elaborar de forma autónoma. Ten en cuenta que la función de las proteínas depende de su estructura en el espacio. Si esta estructura cambia (como la leche cuando se corta), ya no cumplen su función.

¿Cómo saber qué cantidad necesitas para estar bien?

El debate es amplio sobre cuáles son tus requerimientos diarios. Y es una de las cuestiones más difíciles de aclarar, ya que las necesidades varían con el sexo, la edad, la etapa de la vida y el nivel de actividad física.

Tus proteínas están renovándose continuamente. Los alimentos se descomponen en sus componentes elementales a través de la digestión, en este caso, aminoácidos. Las células y órganos de nuestro cuerpo utilizan esos aminoácidos para fabricar sus propias proteínas y reemplazar las que se van gastando. Los productos de desecho se expulsan a través de la orina.



En general, la OMS recomienda ingerir, aproximadamente, 0.8 gramos por kilogramo de peso y día, lo que supone un 15 % de los requerimientos diarios de calorías. También recomiendan que, de ese consumo proteico, la mitad provenga de los vegetales, para limitar el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y asociadas al sobrepeso.

Si tienes una actividad física intensa, como los deportistas o trabajadores con actividades pesadas, necesitas tomar más proteínas que si no haces nada.

A partir de la etapa del crecimiento, los chicos necesitan más proteínas que las chicas, porque la fisiología masculina desarrolla más masa muscular que la femenina. Y si estás embarazada o en periodo de lactancia, vas a necesitar una cantidad extra de proteínas, tanto para el embrión que se está formando como para producir leche.

Pero si tienes dudas, lo mejor es que consultes con un especialista en nutrición, para que realice un estudio adaptado a tus necesidades y circunstancias concretas. Con la salud no hay que arriesgarse.

Los peligros de una dieta con exceso de proteínas

Ahora bien, en los países desarrollados, el consumo de proteínas es mucho mayor del recomendado.



¿Qué sucede cuando comes proteínas en exceso, de forma habitual?

El cuerpo quema ese exceso para producir energía, que se almacena en forma de grasa. Consecuencias: sobrepeso y obesidad.

Esta combustión no es limpia, se producen residuos tóxicos que provocan que el medio en el que se desenvuelven las células se vuelva ácido. Se llama acidosis metabólica y provoca un mal funcionamiento de los órganos.

Para amortiguar esta acidez, el calcio de los huesos se disuelve y pasa a la sangre. Por eso un exceso proteico provoca descalcificación en los dientes y osteoporosis.

Los riñones se sobrecargan, ya que eliminan los desechos proteicos. Puedes tener cálculos en los riñones y enfermedades relacionadas con el aumento del ácido úrico. Y si tienes diabetes, estos problemas se acentúan.

Las hormonas se desequilibran, ya que no pueden trabajar bien en un medio tan ácido. Se crea resistencia a la insulina, los niños sufren trastornos del crecimiento, se alteran la hormona del tiroides y la vitamina D.

La producción masiva de proteína animal degrada el medio ambiente, tanto por el uso intensivo del campo para alimentar animales como por la emisión de gases de invernadero, así como el deterioro del agua y de la tierra. Sustituir las proteínas animales por las vegetales contribuye a la sostenibilidad de nuestro entorno.
Analiza tu dieta, con todos los alimentos animales y vegetales que puedan ser fuente de proteína. ¿Y si te estés pasando y no te has percatado?

Las proteínas y el vegetarianismo



Puede que te preguntes: ¿qué es mejor, proteína animal o vegetal? Lo cierto es que hay mucha polémica en torno a esta cuestión, entre los mismos expertos. Pues ambas tienen sus pros y sus contras, según los estudios realizados.

Las proteínas de origen animal contienen todos los aminoácidos esenciales, por eso se las considera de alto valor biológico. Como contrapartida, van acompañadas de grasas saturadas y colesterol, nocivos para la salud. Además, requieren más energía para descomponerlas, porque son moléculas más grandes que las vegetales.

Las proteínas vegetales no contienen todos los aminoácidos esenciales, hay que combinarlas. Sin embargo, la soja, la quinoa, las lentejas, los garbanzos y el trigo sarraceno sí contienen proteínas completas. Buenas combinaciones podrían ser: legumbre + cereal, legumbre + semillas y granos, legumbre + frutos secos.
Por otra parte, algunos alimentos vegetales contienen antinutrientes, sustancias que dificultan la correcta asimilación de las proteínas, como las legumbres. Por eso hay que ponerlas en remojo y cocerlas, para eliminar esas sustancias.

Lo bueno es que las proteínas vegetales requieren menos energía para digerirlas, ya que sus moléculas son más pequeñas que las de origen animal. Las personas que siguen una dieta vegetariana pueden cubrir todas tus necesidades proteicas con una alimentación variada. Y sin absorber los tóxicos presentes en las proteínas animales.

Todos, vegetarianos y omnívoros, necesitamos una planificación adecuada de nuestra alimentación, para que sea variada, equilibrada y no haya excesos ni carencias de proteínas. Nuestra salud depende de ello.

Crear Salud