Ciertamente todos tenemos una responsabilidad en cuanto a nosotros mismos, en cuanto a garantizarnos estabilidad emocional, en cuanto a querernos y comprometernos para lograr nuestros propósitos. Sin embargo, resulta de vital importancia otorgar a quienes nos rodean el mayor bienestar que esté a nuestro alcance.
A veces subestimamos nuestras acciones, pensamos que una llamada telefónica, un abrazo o una simple sonrisa no tendrán un alcance considerable en las personas con las que interactuamos, pero resulta que cualquier gesto de cariño puede cambiarle el momento, el día e inclusive, sin pretender dramatizar, la vida a una persona. Nuestras acciones son muy poderosas, inclusive una oración oportuna puede ser de utilidad cuando de ayudar a nuestros allegados se trata, todo depende de la buena energía y disposición con las que se ejecuten.
Pensar en los demás nos permite inclusive salirnos un poco de nuestro propio mundo, de nuestros problemas, dar muchas veces tiene mayor satisfacción que recibir. Complacer, hacer sonreír, colaborar, escuchar, ayudar a alguien nos permite ofrecer algo de nuestra luz, compartir lo que somos en esencia con quienes nos importan.
No debemos hacer las cosas con la intención de recibir algo a cambio, pero el universo siempre se encarga de aplicar la ley de causa y efecto, si dedicamos parte de nosotros a quienes nos rodean, si nos esforzamos por sacar de nosotros lo mejor para beneficiar a otro, esto es lo que estaremos sembrando y no podremos recibir algo diferente en nuestras vidas.
Las buenas acciones marcan como una especie de cadena, una viene tras la otra, en una dirección y en otra y si nuestro entorno no resulta indiferente, si nos preocupamos por aportar nuestro granito de arena, si compartimos lo que tenemos, la vida no tiene muchas más opciones que tratarnos de manera benevolente.
Seamos siempre portador de buenas noticias, seamos optimistas sin desligarnos de la realidad, llevemos luz por nuestro paso, ya hay suficientes personas que se encargan de llevar oscuridad a su paso a través de su negatividad, su pesimismo, sus constantes quejas o críticas. Enfoquémonos en resaltar y rescatar lo positivo y no desperdiciemos, por minúscula que la consideremos, ninguna oportunidad de hacer el bien, de ser justos, de ser solidarios, se ser cariñosos, de ser compañía de quien lo necesita, recordando siempre que no podemos dar aquello que no tenemos.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruya hay millones de caricias que alimenta a la vida. ― Facundo Cabral
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