El otoño ha sido tradicionalmente la estación en la que nos enfrentamos a los primeros resfriados y gripes. El cambio de temperatura y de humedad y la transición del frío al calor pone a prueba las defensas de nuestro cuerpo que, si se encuentran bajas, no son capaces de combatir a los virus y bacterias que nos rodean y acabamos con los clásicos e indeseados síntomas de congestión nasal y mucosidad, tos, dolor de garganta, dolor de cabeza o fiebre.
Este año, además, afrontamos un otoño distinto al resto: a los retos inmunológicos de la nueva estación tenemos que añadirle el combate global contra el COVID-19, que sigue representando una amenaza en nuestro país y que sigue exigiéndonos un extra de prevención y de cuidado. Así que, a las conocidas medidas de higiene y seguridad como el lavado frecuente de manos y de muñecas con agua y jabón, el uso de la mascarilla, el respeto de la distancia de seguridad o la limitación de reuniones sociales, deberíamos sumarles todos aquellos hábitos saludables que tenemos a nuestro alcance para fortalecer nuestro sistema inmunológico y ser más capaces de evitar los virus o de combatir y de minimizar sus síntomas con el mínimo tiempo de recuperación posible.
Las bases de un sistema inmunológico fuerte
En este caso, y al igual que sucede con la mayoría de aspectos relacionados con nuestra salud global, debemos prestar atención a tres aspectos básicos: la alimentación, el descanso y el ejercicio físico. Tres grandes puntales que deben ir en sintonía y que condicionan también la fortaleza de nuestro sistema inmunológico y de nuestras defensas.
Siguiendo con esta pauta, es imprescindible que nos aseguremos una vida activa y que realicemos ejercicio moderado regular, que evitemos el estrés, que disfrutemos de suficientes horas de descanso y de un sueño verdaderamente reparador y que le proporcionemos a nuestro organismo todos aquellos nutrientes esenciales que necesita a través de una correcta y personalizada alimentación.
La alimentación, el descanso y el ejercicio físico son los tres grandes puntales que condicionan la salud de nuestras defensas
Para ello, una dieta basada en comida real, que evite el consumo de productos ultra procesados, y con una gran cantidad de productos frescos y de temporada como las verduras y las frutas de otoño, las legumbres, los frutos secos y semillas, los cereales integrales, el pescado y la carne de calidad o los productos lácteos y los huevos ecológicos nos ayudarán a darle a nuestro sistema inmunitario las proteínas, las vitaminas C y A, el hierro y el resto de minerales esenciales que necesita para mantenerse sano, fuerte y preparado para combatir cualquier amenaza externa. Aunque, para un extra de prevención, vale la pena que apoyemos estos hábitos saludables con suplementación natural a base de principios activos que han demostrado su eficacia en el fortalecimiento de nuestras defensas.
Los mejores aliados naturales para tus defensas
Vitamina C
La vitamina C es un nutriente esencial que no puede faltar en ninguna dieta y que realiza funciones tan importantes como la de garantizar que nuestras defensas estén a punto para protegernos de virus y bacterias o que algunas enzimas del metabolismo funcionen bien.
En ese sentido, conviene que prioricemos el consumo de algunos alimentos ricos en vitamina C como el ajo crudo, el jengibre, el limón, el té verde o el té matcha, el tomillo, las setas shiitake, el perejil, el pimiento, el brócoli o los cítricos y que nos suplementemos con comprimidos naturales como Complex C de Santiveri.
Estos comprimidos, a base de ácido ascórbico, acerola y escaramujo-rosa canina, nos proporcionan altas concentraciones de vitamina C: hasta 1000 mg por cápsula, ¡que nos aportará más de 10 veces las necesidades diarias de esta vitamina
Equinácea
La equinácea es una de las grandes estrellas de la fitoterapia ya que se trata de una planta medicinal capaz de estimular el sistema inmunitario y aumentar las defensas de nuestro cuerpo frente a síndromes gripales, la astenia primaveral y otros procesos infecciosos.
Aunque también podemos tomarla en infusión, es mucho más efectiva si la tomamos en formato de extracto titulado, es decir, aquel que garantiza una mayor concentración de principios activos y que en el mercado podemos encontrar en cómodos formatos de cápsulas como las que comercializa Santiveri.
Otro producto de equinácea optimizado para preparar nuestras defensas contra virus y bacterias es el jarabe Equinaflor, disponible en versión para adultos y también para niños y muy fácil de tomar gracias a un agradable sabor y a un cómodo formato más fácil de tragar. Además de equinácea, los dos jarabes contienen saúco (una raíz que contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario), vitamina C natural proveniente de la acerola (que contribuye al normal funcionamiento del sistema inmune), liquen de Islandia (que ayuda al adecuado funcionamiento del sistema inmune y de las vías respiratorias: garganta, faringe y cuerdas vocales) y el hongo medicinal reishi, para un extra de prevención.
Betaglucanos de hongos medicinales
El reishi, el shiitake o el maitake son tres setas con destacadas propiedades medicinales con efecto adaptógeno que nos ayudan a combatir el estrés y a regular y a modular las defensas de nuestro organismo.
De entre la gran cantidad de principios activos que nos proporcionan destacan los beta-glucanos, considerados como BRM (Biological Response Modifiers), es decir, sustancias modificadoras de la respuesta biológica capaces de regular y fortalecer nuestras defensas.
Aunque podemos añadir con facilidad los hongos medicinales a nuestra dieta, ya que son fáciles y versátiles de cocinar, además de muy sabrosos, la mejor forma de aprovechar todas sus propiedades es a través de la suplementación natural. Las cápsulas Micoxan Immunflu, a base de betaglucanos y de vitamina C, puede ser una gran opción para gestionar mejor el estrés, reequilibrar el organismo y reforzar nuestras defensas.
Todos estos suplementos naturales los encontrarás con facilidad en las tiendas Santiveri.