30 enero 2019

Amistades sanas, vínculos que nos ayudan a crecer





Las amistades sanas son un gran aporte en nuestras vidas. Nos ayudan a crecer como personas, mientras nos acompañan en el camino.
Cada amistad es un mundo en el que habitan las personas que lo conforman y su relación. Están esas que solo revivimos de vez en cuando, otras que por el tiempo o las circunstancias acabaron y aquellas que nos ayudan a crecer porque ejercen como fuerza, apoyo y sostén. Son las amistades sanas.
Este tipo de amistad se caracteriza porque quien la construye pone todo su amor en ella, además de respeto y confianza. Son artesanos de los buenos momentos, acompañantes en los días malos e inspiradores de sonrisasProfundicemos.
“Cuando estés en la cima, tus amigos sabrán quién eres. Cuando estés abajo, tú sabrás quienes son ellos”.
-Anónimo-

Características de las amistades sanas

Las amistades sanas nos impulsan a crecer, motivarnos y evolucionar; funcionan como ese impulso que a veces, tanto necesitamos, pero también como esa escucha que nos hace sentir comprendidos y valorados. Veamos otras de sus características:
  • Honestidad. Las amistades sanas son también honestas, es decir, sinceras, respetuosas y justas. No tienen dobles intenciones, ni prima el interés en ellas.
  • Asertividad. Transmitir de la mejor manera posible aquello que se quiere decir también es una de sus características. Este tipo de amistades interactúan a favor del bienestar.
  • Existen límites. Las amistades sanas saben decir no porque no actúan bajo el manto de la complacencia, sino de aquel que se distingue por el equilibro y el bien de los miembros que la conforman.
  • Fomentan la confianza. Creer en el otro es clave en este tipo de vínculos. Forjar la seguridad de la relación y desechar miedos y prejuicios son parte de sus prioridades.
Como vemos, las amistades sanas son auténticas. Nos permiten mostrarnos tal y como somos. De esta forma, nos sentimos libres y somos capaces de compartimos momentos inigualables. Ahora bien, esto no quiere decir que no se pueda discutir, sino que cuando existan diferencias de opinión de algún modo lo que prima es la relación y no convencer al otro del propio punto de vista.
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¿Cómo construir amistades sanas?

Las amistades sanas son fruto de un conjunto de esfuerzos, valores y habilidades. A continuación, mencionamos las más importantes:
  • Aceptación. Aceptar al otro y a nosotros mismos es la base de la autenticidad, ese hilo que, junto al respeto y la tolerancia, construye relaciones saludables.
  • Optimismo. Restar importancia a las quejas y los juicios es fundamental en las amistades nutritivas. Al igual que construir una mirada positiva.
  • Comunicación asertiva. Transmitir lo que queremos decir de la mejor manera, ya sea un acuerdo o un desacuerdo es clave para relacionarnos bien con los demás. Así, el otro podrá entender nuestro punto de vista. Lo que evita cualquier tipo de malentendido.
  • Respeto. Saber hasta dónde llegamos y hasta donde llega el otro y comprenderlo, eso es el respeto.
  • Adiós a la competencia. No importa quien consigue más logros o quien llega primero a la meta, sino crecer, evolucionar, transformarnos. Porque la vida no es una carrera, sino una aventura en la que el máximo exponente es el aprendizaje.
  • Gestión emocional. Saber cómo manejar nuestras emociones nos ayuda a ser más asertivos y aumenta el entendimiento de nuestros comportamientos y los de los demás. Una ayuda muy grande para construir amistades saludables.
Ahora bien, además de todas estas características, no podemos olvidar que conocerse también es importante. Practicar el autoconocimiento nos ayuda a gestionarnos y de este modo a ser mejores personas en las relaciones que mantenemos con los demás.

¿Cuáles son los beneficios de contar con amistades sanas?

Son muchos los beneficios derivados de la creación de vínculos sanos. Entre ellos, podemos destacar los siguientes:
  • Fomentan la felicidad.
  • Aumentan el sentido de pertenencia.
  • Disminuyen el estrés.
  • Mejoran la confianza.
  • Cultivan la autenticidad.
  • Aportan positividad.
  • Ejercen como un buen punto de apoyo.
Amigas haciendo una forma de corazón con las manos
Es increíble lo que nos pueden aportar las amistades sanas. Es más, contar con ellas favorece el envejecimiento saludable. De hecho, así lo sugieren Otero Puime, Zunzunegui Pastor, François, Rodríguez Laso, García de Yébenes y Prous en su artículo para la Fundación BBVA. De hecho, también afirman que las redes y los mecanismos psicosociales construidos a lo largo de la vida juegan un papel importante en el envejecimiento saludable.
En concreto, demostraron el efecto beneficioso de contar con un confidente y con el papel de ser un miembro activo en las relaciones de amistad. De ahí, que tener amistades sanas favorece una mejor calidad de vida, sobre todo en edades avanzadas.
Otro aspecto importante en este tipo de amistades es su rol como antídoto o analgésico para nuestros miedos y angustias. De modo que no solo nos ayudan a superar obstáculos gracias a su apoyo sino que a su vez favorecen nuestro bienestar.
Es maravilloso ver cómo podemos crecer al lado de amistades que nos nutren y nos ayudan a ser mejores persona. Por ello, no dejemos de valorarlas, de apreciar el tiempo que nos dedican y el amor que nos regalan.
“Las amistades sanas enriquecen nuestro andar, con apoyo fuerza y dedicación, alimentan nuestro corazón”.


Maria Alejandra Castro

Los tipos de amor según John Allan Lee

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Los tipos de amor según John Allan Lee o la teoría de los colores del afecto, parte de la idea de que como ocurre con los colores, hay tres tipos de elementos primarios (pasión, compañía y respeto) que al mezclarse entre ellos, dan lugar a otros tres.
Existen diferentes tipos de amor según John Allan Lee. Para diferenciarlos parte de la idea de que, al igual que ocurre con los colores, hay tres tipos de afectos primarios que, al mezclarse entre ellos, dan lugar a otros tres. Este enfoque, surgido en los años 70, nos recuerda aspectos tan importantes como que todas las personas para ser felices necesitamos nutrientes tan básicos como son el respeto, la compañía y la pasión.
Antes de detallar esta teoría, es interesante detenernos primero en su autor. A pesar de que su nombre ya no es muy recordado, cabe señalar que fue una de esas figuras que compaginó como nadie el activismo social con la investigación académica. Fue un sociólogo muy reputado de la Universidad de Toronto que pasó toda su vida profundizando en aspectos psicológicos sobre el amor y la sexualidad.
John Allan Lee fue sindicalista, activista social en Amnistía Internacional, defensor de los derechos de la comunidad LGBT y también, una de las personas que más ha luchado por el derecho a morir o el suicidio asistido. De hecho, él mismo eligió ese final para su propia persona llegado el momento. Se fue de este mundo en paz tras escribir sus memorias y entender que había cumplido su propósito: defender la importancia del amor y el respeto entre las personas.
“El amor es rojo, azul y amarillo”.
-John Allan Lee-




Los tipos de amor según John Allan Lee

Conocemos los diferentes tipos de amor según John Allan Lee a través de un libro y un estudio que el propio autor publicó después de varios años de trabajo y análisis en la Universidad de Toronto, Canadá. Así, en su trabajo The colors of Love nos empieza señalando que el amor auténtico, el más enriquecedor es de color azul, rojo y amarillo.
Esos tres colores básicos o primarios, al mezclarse puedan dar origen a nuevas y fascinantes tonalidades, a otros tipos de amor. No obstante, en materia de afecto nada es tan importante como esa base primaria constituida por las siguientes dimensiones:
  • Compañía (color azul).
  • Respeto (color amarillo).
  • Pasión (color rojo).
Veamos a continuación esos arquetipos secundarios que configuran los tipos de amor según John Allan Lee

Eros

Eros define claramente al amor romántico. En este caso, tenemos ese vínculo idealizado y promovido a su vez por nuestra cultura, en la que la pasión y la devoción emocional originan vínculos a menudo malsanos. La atracción es intensa e inmediata, se pone la atención en el aspecto físico, en la devoción absoluta y en la posesión.
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El amor erótico

El erotikon, contexto que hunde sus raíces en la época griega, da forma a ese amor orientado en exclusiva al deseo y el acto sexual.Dentro de la teoría de los tipos de amor según John Allan Lee, se pone la atención sobre esta tipología por una razón muy simple. A través de esos encuentros sexuales carentes de otro componente emocional, no siempre se consolida una relación estable e incluso satisfactoria.
Así, y aunque en un primer momento, esos juegos sexuales, esos encuentros basados en una atracción física inesperada sean gratificantes para ambos, a la larga pueden traer desilusiones o simplemente cumplir su cometido puntual, dando paso a la búsqueda de nuevas parejas sexuales.
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Ludus, el amor lúdico

Las personas con un estilo lúdico en sus relaciones afectivas, ven el amor como un juego. Su finalidad es conquistar, obtener beneficios (emocionales, sexuales, de divertimento…). Por ello, y para obtener su objetivo no dudan en seducir, engañar y manipular. No se comprometen y construyen relaciones emocionalmente distantes.
Los individuos “lúdicos”, según la teoría de los tipos de amor según John Allan Lee, están enfocados solo a los beneficios a corto plazo.

El amor pragmático

En este tipo de amor, tenemos a personas que se rigen por el sentido de la lógica. Son como el personaje de Spock en Star Treck, ahí donde las emociones pasan a un segundo lugar para focalizarse solo en la utilidad de las relaciones afectivas. De este modo, los más pragmáticos suelen preguntarse si su posible pareja sería aceptada por familiares y amigos. También se cuestionan si con esa persona, obtendrán o no estabilidad financiera o si será alguien que romperá su calma y equilibrio personal.

La manía o el amor obsesivo

El estilo de amor obsesivo está presente en esas personas dependientes y focalizadas solo en satisfacer sus necesidades. Son perfiles con grandes cambios emocionales, a instantes se muestran fríos y más tarde apasionados. Son posesivos, celosos, controladores y pueden llegar al maltrato.


pareja representando los tipos de amor según John Allan

Ágape

En esta última dimensión de los tipos de amor según John Allan Lee, tenemos ese vínculo que más puede traernos la felicidad. Son personas que saben dar y recibir. Son perfiles que se centran en las necesidades de su pareja, que ofrecen su afecto de manera incondicional, que se comprometen, que cuidan y se cuidan, que trabajan en un vínculo basado en la satisfacción y la armonía.
Para concluir. Cabe señalar que estos 6 subtipos suelen aparecer de manera combinada e intercalada en nuestras relaciones afectivas. Lo queramos o no, siempre hay un componente de eros, del erotikon y un buen sustrato de ese ágape en el que trabajar a diario. Se trataría solo de ser conscientes de qué tipología está más presente en nosotros o en nuestra pareja para mantener ese arquetipo o, por el contrario, trabajarlo en caso de que nos estemos orillando hacia la manía o el pragmatismo excesivo.

He aprendido a decir “sí” sin miedo y “no” sin culpa

Lo he hecho. Vivo sin miedo y he perdido la vergüenza, ahora ya no temo decirte que en tu metro cuadrado puedes hacer lo que quieras, pero en el mío, quiero tu respeto. Digo “no” sin tapujos a quien me trae tempestades en días despejados y digo “sí” a mi vida, a mis antojos y por supuesto, a mi dignidad.
Autoafirmarnos sin agredir es un actitud y un comportamiento que no todo el mundo sabe llevar a cabo. En ocasiones, se llega a confundir el orgullo con el egoísmo o la reafirmación de uno mismo con la imposición de los propios valores. Ahora bien, decir “sí” sin miedo y “no” sin culpa es mucho más que un necesitado ejercicio de higiene mental y supervivencia.
Visto como quiero, voy y vengo cuando lo deseo, escucho, respeto y opino. Hace tiempo que aprendí a vivir sin miedo, a decir “no” sin sentir culpa y a decir “sí” cuando así lo siento, porque aunque mi corazón tenga una puerta para quien desee entrar, también hay otra para quien quiera salir.
En nuestro día a día nos encontramos a menudo con el mismo tipo de personas. Por una parte están las que desean quedar bien con todo el mundo y siempre tienen un “sí” abnegado y devoto en los labios. En el lado opuesto, están los más enervados. Los de “nadie tiene derecho a decirme qué debo hacer” o “yo no te debo nada así que apártate de mi camino”.
Los extremos nunca son buenos, porque la clave de la supervivencia respetuosa y sabia está en ese centro donde autoafirmarnos sin agredir y sin llegar a ser tan permeables como para diluirnos en dictados ajenos con tal de complacer. De encajar.


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Decir “sí” sin miedo: la validación como persona

Cuando somos niños, nadie nos enseña qué es eso llamado autoestima. Dependiendo de nuestra crianza y de las experiencias que tengamos a lo largo de nuestra infancia y adolescencia, desarrollaremos un “sucedáneo” de la misma para ir sobreviviendo más o menos.
Ahora bien, las auténticas pruebas de fuego van llegando con el tiempo. Son instantes complejos para los cuales nadie nos ha preparado, momentos en que poner a prueba nuestros miedos, nuestras indefensiones o valentías para adaptarnos a este mundo tremendamente complejo. Ahí donde ni los egos inflados ni los egos raquíticos van a ser funcionales ni aún menos felices..
Decir “sí” sin miedo pero con respeto a cada una de nuestras aspiraciones y necesidades es una necesidad vital. A muchos, por ejemplo, nos educan sin saberlo en la “ley del desgaste personal”: en esa complacencia externa donde buscar la aprobación frecuente de los demás, para validarnos así como personas. Nuestra dignidad, en estos casos, queda encerrada en los sótanos del temor y la más pura indecisión.

mujer con máscara de lobo

Asimismo, también es común callar y ahogar deseos y voluntades por temor a ser sancionados o peor aún, ser rechazados por quienes nos rodean al ver la decepción en sus rostros. Poco poco y en caso de no reaccionar, acabamos invalidándonos a nosotros mismos, quitándonos la legitimidad para tener voz, para respirar y sencillamente, ser personas capaces de decir “sí” cuando la vida les invita a vivir.

Decir “no” sin culpa, vivir siendo congruentes

Aceptarse a uno mismo, lejos de lo que muchos digan, no debería llevarnos toda la vida. La autoaceptación, como la autoestima debería ser un deporte obligatorio que practicar desde la infancia. Debería ser esa religión sanadora a la vez que liberadora donde poder creer en nosotros mismos, y a la vez, en nuestras capacidades para respetarnos y respetar a los demás.
Porque vivir sin miedo a decir “si” y sin cargos de conciencia por decir “no” es vivir siendo congruentes, es sobrevivir en cada ámbito de nuestra existencia confiriendo un respeto auténtico y pleno para la propia autoestima y para quienes nos envuelven.
Te proponemos que tengas en cuenta las siguientes dimensiones para aprender a decir “no” cada vez que lo necesites sin ningún cargo de conciencia.

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Cómo ser asertivos sin tener cargos de conciencia

Autoafirmarnos sin agredir es un arte que debemos llevar a cabo con sucinta elegancia pero con afinada precisión. Nada de lo que digamos debe llevar a equívocos, cada palabra debe definirnos y dar forma a nuestras necesidades, nuestros derechos vitales y nuestros límitesinfranqueables.
  • Decir “no” cuando los demás esperaban un “sí” de ti no es un acto de traición. Es autoafirmarte en tu postura para que los demás puedan actuar en consecuencia conociéndote mejor como persona.
  • Dar un “no” a tiempo salva vidas y en especial la tuya. Te salva de situaciones que te hubieran colocado el yugo de la infelicidad, de los grilletes de las imposiciones egoístas y de esos sufrimientos de los que todos debemos defendernos.
  • El “no” debe darse a tiempo, sin miedo y sin vergüenza alguna.Quien te quiera lo aceptará con respeto y de hecho, ni siquiera se sorprenderá, porque te conoce. Ahora bien, quien oponga resistencia a tu negativa o se sienta traicionado, solo tiene dos opciones, aceptarte o salir por la puerta trasera de tu corazón.
En conclusión, se trata solo de practicar la autenticidad y ese sentido de supervivencia donde por fin, caen los velos y todas las vergüenzas. Porque la felicidad se encuentra más allá de la línea del miedo, esa que debemos sobrepasar con valentía, con la cabeza bien alta, los ojos abiertos y el corazón alegre.

10 alimentos contra el estrés

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El estrés prolongado nos acaba debilitando. Para recuperarnos y vencerlo, necesitamos reponer las sustancias que ayudan a producir los neurotransmisores del bienestar.

Martina Ferrer
El estrés es una respuesta fisiológica frente a una amenaza real o imaginada. En situaciones de estrés, el organismo se prepara para luchar o huir, aunque hoy lo usual es sufrir estrés por nuestro ritmo de vida.
En cualquier caso, es importante reponer nutrientes que el organismo consume de más en esos momentos: vitamina C, magnesio, calcio y omega-3 son indispensables.

Además, hay que tener presente que el cuerpo necesita más recursos energéticos. Por eso, cuando estamos estresados, nos apetecen más alimentos procesados con grasas hidrogenadas y un exceso de azúcar o sal, placeres momentáneos que desequilibran el sistema nervioso.
Si escogemos alimentos saludables, podemos aliviar la tensión, estabilizar el azúcar en sangre e ir eliminando el estrés.
Algunos alimentos cocinados al horno ayudan a relajarse y a conciliar el sueño. Por ejemplo, calabazas, boniatos, patatas, yuca…
A su vez, un objetivo principal es mantener la salud intestinal para garantizar la formación de los neurotransmisores necesarios.
En casos de estrés de larga duración, podemos complementar la dieta con algún adaptógeno como la ashwaganda, el regaliz o la rodhiola.

Dieta antiestrés: 10 alimentos para bajar el ritmo

Estos diez alimentos abordan necesidades diferentes del organismo en situaciones de estrés, pero en general reponen nutrientes que el organismo necesita en mayor cantidadcuando se le pone a prueba.

1. Arándanos antioxidantes

Estas bayas, así como otros alimentos de color morado, contienen antocianidinas.
Estos antioxidantes naturales ayudan a formar serotonina y dopamina, los neurotransmisores que mejoran el humor y la memoria, respectivamente.
Toma un puñado al día, como tentempié, en el desayuno o en la ensalada.

2. Yuca para que no te falte energía

Resulta ideal, al igual que otras raíces y tubérculos como el boniato, la patata y la calabaza.
Por sus hidratos de carbono celulares favorecen la respuesta de la hormona cortisol en personas con estrés.
Además, estos hidratos aumentan la absorción del triptófano, un aminoácido esencial, y mejoran los niveles de serotonina y la calidad del sueño.
Incorpora yuca u otras raíces y tubérculos a tus menús 4 veces por semana. Puedes asarla al horno .
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3. Pistachos que protegen tu corazón

Estos frutos secos ayudan a reducir la vasoconstricción y favorecen el funcionamiento del corazón al dilatarse más las arterias.
Necesitas un aporte de energía extra, así que puedes llegar a consumir 100 g al día.
Son ideales para picar en momentos de ansiedad.

4. Lentejas con vitaminas para tus nervios

Esta y otras legumbres son ricos en vitaminas del grupo B, indispensables para el buen funcionamiento cerebral.
También son ricos en fibra y en magnesio, un mineral importante frente al estrés.
Lo mismo sucede con los cereales. Incorpora también cereales integrales a tu menú.
Asegúrate de consumir lentejas u otras legumbres al menos tres o cuatro veces por semana.

5. Semillas de sésamo remineralizantes

Estas semillas, al igual que las de calabaza, resultan útiles por su riqueza en magnesio y calcio.
También aportan triptófano, el aminoácido precursor de la serotonina.
Toma 2 cucharadas soperas al día, preferiblemente una en el desayuno y otra en la cena.

6. Plátanos, ¡te salvan en cualquier momento!

Aportan potasio y triptófano.
Además, si están poco maduros, tienen un almidón prebiótico que alimenta las bacterias que regeneran la flora intestinal, en la cual se fabrica el 90% de la serotonina que produce nuestro organismo.
Come de 4 a 6 plátanos por semana.

7. Naranjas ricas en vitamina C

La vitamina C es uno de los micronutrientes que necesitamos reponer en situaciones de estrés.
En temporada de cítricos, consume de 4 a 6 naranjas por semana. Si no, asegúrate de consumir otros alimentos ricos en vitamina C, como el kiwi o los pimientos rojos.
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8. Chocolate para darte placer… y magnesio

Te resultará de ayuda por el placer que produce y por las sustancias que forma en el cerebro y que anulan la sensación de dolor y depresión.
El cacao es, además, rico en magnesio. Eso sí, elige chocolate negro con muy bajo contenido en azúcares.
Disfruta de 1 o 2 onzas al día, preferiblemente por la mañana.

9. Chucrut, alimento para las buenas bacterias

Los fermentados son una fuente de salud y mantienen el intestino en perfectas condiciones, algo muy necesario para fortalecerse frente al estrés.
Incorpora a tu rutina el tomar 1 cucharada sopera al día, en ensaladas o en platos de legumbres.
A lo largo del día o de la semana, añade también otras bebidas o alimentos fermentados, como kéfir de agua, vinagre de manzana, miso o tamari, tempeh, kombucha…

10. Acelgas y otras hojas verdes

Las acelgas y las verduras de hoja verde no pueden faltar a diario por su aporte de magnesio, uno de los minerales que más se consume en momentos de estrés.
Además, por su riqueza en ácido fólico, contribuyen a la formación de neurotransmisores.
Come 3 veces a la semana acelgas y combínalas con otras hojas verdes, como col kale, espinacas o lechuga, entre otras.
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