Durante las primeras semanas de frío se disparan las afecciones respiratorias y de garganta. La fitoterapia puede ser tu gran aliada.
Prevenir y tratar los resfriados
En las priemeras semanas del otoño, la llegada del frío alterna con frecuentes periodos de anticiclón. Ante el baile de temperaturas, las afecciones respiratorias se disparan, como la bronquitis y otras muy corrientes como la faringitis, la laringitis y los episodios gripales.
Para hacerles frente, las plantas medicinales ofrecen una buena alternativa a los fármacos.
El tusílago es una de las mejores plantas de herbolario para combatir la tos irritativa, la congestión pulmonar y la irritación de garganta. Es muy adecuado para dar apoyo a fumadores y exfumadores, frente a la bronquitis crónica y para ayudar a deshabituarse de la adicción.
Además del tusílago, existen otras plantas de uso más común, como el jengibre, el saúco y el tomillo, que resultan muy eficaces, y con las que podremos elaborar en casa nuestros propios remedios.
No olvides los hábitos saludables
Adoptar ciertos hábitos saludables puede contribuir, sin duda, a prevenir estos problemas.
En la mesa es importante aumentar el consumo de alimentos ricos en vitaminas C, A y del grupo B, junto con los de más poder antioxidante.
También ayuda evitar situaciones de riesgo como los cambios bruscos de temperatura entre el exterior y el interior de edificios o transportes, ventilar bien las habitaciones y evitar en lo posible los humos de la industria o del tabaco.
Según Spotify, estas son las canciones más efectivas para practicar deporte y sacar todo el rendimiento posible.
El servicio de música en streaming Spotify elaboró hace algunos meses la lista de canciones más efectiva para hacer deporte siguiendo un método científico. La elección de las canciones está basada en los temas más repetidos de los amantes del gimnasio y en un estudio científico de las canciones más efectivas para motivarte y no dejar de moverte. Se analizaron casi 7 millones de playlists, listas de reproducción, de entrenamiento deportivo.
Recuperamos las mejores 16 canciones para hacer deporte según Spotify.
1. Roar de Katy Perry
2. Talk Dirty de Jason Derulo ft 2 Chainz
3. Skip To The Good Bit de Rizzle Kicks
4. Get Lucky de Daft Punk ft Pharrel Williams
5. Move de Little Mix
6. Need U 100% de Duke Dumont ft A*M*E
7. You Make Me de Avicii
8. Feel My Rhythm de Viralites
9. Timber de Pitbull de Ke$ha
10. Applause de Lady Gaga
11. Can't Hold Us de Macklemore & Ryan Lewis ft Ray Dalton
12. Happy de Pharrell Williams
13. The Monster de Eminem ft Rihanna
14. Love Me Again de John Newman
15. Get Down de Groove Armada ft Stush and Red Rat
16. #thatPOWER de will.i.am ft Justin Bieber
Y si te has quedado con ganas de más, aquí tienes otra lista de canciones para hacer running.
Aunque suframos estrés, a veces no disponemos de tiempo para recuperar el equilibrio y la tranquilidad. Proponemos algunas ideas para lograr un estado de relax en menos de cinco minutos.
1. Comiendo: Hay una serie de alimentos que nos pueden ayudar a relajarnos. Son el chocolate negro (estabiliza el metabolismo), la miel (ayuda a combatir la ansiedad al desinflar el cerebro) y el té verde (evita la irritabilidad).
2. Mimando el cuerpo: Hacer series de respiraciones profundas puede relajarnos en cuestión de minutos, así como cerrar los ojos, visualizar un lugar tranquilo, apretar una pelota antiestrés o hacerse un auto-masaje en las manos.
3. Ausentándose: Algunas personas, sencillamente necesitan estar a solas en un espacio que sientan seguro. Encontrar ese espacio, mirar por la ventana o salir a la calle cinco minutos en un día soleado pueden hacer maravillas.
4. Moviendo el cuerpo: En ocasiones, la mejor manera de combatir el estrés es liberar energía extra. Dar un paseo corto o estirar el cuerpo pueden ayudarnos a conseguirlo.
5. Siendo creativo y sociable: Cantar, reír, bailar, contar un chiste o simplemente contarle a un amigo lo que nos estresa son formas alegres de quitarle hierro a los problema que nos relajan .y, además, nos alegran el día.
Un maestro de un instituto para adultos quería dar una lección a sus alumnos. Muchos de ellos no tenían tiempo suficiente para estudiar porque alternaban las clases con su trabajo y tenían bastantes problemas. El dinero no les alcanzaba. Algunos estaban casados, tenían hijos y se sentían desbordados por las responsabilidades. Entonces el maestro decidió darles a conocer la fábula de las piedras.
Algunos de los estudiantes no querían ni siquiera escucharlo. Les parecía, en cierto modo, una pérdida de tiempo. Estaban más interesados en avanzar en la asignatura que escuchar la fábula de las piedras. Al fin y al cabo eran adultos y no necesitaban que nadie intentara enseñarles cómo vivir.
Pese a la resistencia de los estudiantes, y precisamente por esta, el maestro insistió en impartir la lección del día. Lo que hizo entonces fue sacar un frasco de vidrio y ponerlo sobre la mesa. Después, sacó de debajo del escritorio un grupo de piedras grandes y las puso cerca del frasco. Luego les preguntó a los alumnos si pensaban que con esas piedras quedaría lleno el frasco.
“Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía”.
-Antoine de Saint-Exupéry-
El experimento de la fábula de las piedras
Los estudiantes comenzaron a hacer conjeturas. Cada uno hacía una estimación de la cantidad de piedras que cabían dentro del frasco y decidía si sería capaz de llenarlo. Al final, casi todos estaban de acuerdo en que, efectivamente, las piedras eran lo suficientemente grandes como para llenar la cavidad. Así comenzaba el experimento de la fábula de las piedras.
El maestro introdujo las piedras, una a una. Al terminar, llegaban hasta la boca del frasco. Preguntó entonces a los alumnos: “¿Está lleno el frasco?” Casi todos respondieron que sí. Entonces el maestro, sacó de debajo del escritorio un pequeño bulto que contenía piedras más pequeñas. Les preguntó si era posible que esas rocas tuvieran lugar dentro del frasco. Los alumnos lo pensaron un poco y respondieron que sí.
El maestro las vertió poco a poco, hasta que el saco quedó desocupado. Otra vez interrogó a sus estudiantes: “¿Está lleno el frasco?” Los alumnos miraron en detalle. Después de comprobar que ya no había lugar para nada más, respondieron que sí, que ya estaba todo colmado.
Siempre hay lugar para más
Pese a que todos pensaban que era imposible introducir algo más en aquel frasco, nuevamente el maestro los desconcertó. En esta oportunidad sacó una bolsa. En ella había arena. Esta vez en silencio, comenzó a echarla en el frasco. Para sorpresa de todos, el mineral se abrió camino entre el contenido del recipiente. Los estudiantes no habían tenido en cuenta que entre piedra y piedra siempre queda un pequeño vacío.
Por cuarta vez el maestro volvió a preguntar: “¿Está lleno el frasco?” Esta vez sin dudarlo, los estudiantes respondieron que sí. Era imposible introducir algo más en él. Los pocos espacios que quedaban ya habían sido ocupados por la arena.
El maestro cogió una jarra llena de agua y comenzó a verterla sobre el frasco, que ya estaba lleno de piedras grandes, pequeñas y de arena. El contenido no se rebosaba. Eso quería decir que aún había lugar para el agua, a pesar de que todo se veía atiborrado. La arena se fue mojando y buena parte del líquido entró. Cuando terminó, el maestro preguntó: “¿Qué han aprendido de esto?”.
La moraleja de la fábula de las piedras
Cuando el maestro hizo la pregunta, uno de los estudiantes se animó rápidamente a responder: “Lo que nos enseña esta fábula de las piedras es que no importa cuántas cosas tengas en tu agenda. Siempre habrá un lugar para poner algo más allí. Todo es cuestión de organizarlo”.
El maestro guardó silencio. Otro alumno también quiso participar. Dijo que la enseñanza era infinita, que se pueden poner más y más cosas en la cabeza, como si fuera ese recipiente. Al fin y al cabo, siempre se logrará añadir algo más.
Al ver que los estudiantes no habían comprendido el experimento de la fábula de las piedras, el maestro tomó la palabra. Esta vez les preguntó: “¿Qué habría pasado si hubiera hecho todo al revés? ¿Si hubiera comenzado por el agua y así sucesivamente, hasta llegar a las piedras grandes?” Los alumnos respondieron que el frasco se hubiera rebosado rápidamente.
“Ahora han entendido”, les dijo el maestro. “El agua, la arena, las piedras pequeñas y las grandes son los problemas. Unos son grandes, otros pequeños y otros apenas imperceptibles. Si comenzamos abordando los problemas grandes primero, habrá lugar para los problemas pequeños. Pero si lo hacemos al contrario, no resolveremos nada”. Eso es lo que enseña la fábula de las piedras: comienza primero resolviendo las grandes preocupaciones, porque si no las pequeñas te desbordarán.