27 noviembre 2019

Personas que nos hacen reír, bálsamos para la felicidad

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Personas especiales hay muchas, pero las que nos hacen reír, las que despiertan esas carcajadas que acaban en dolor de barriga están hechas de un material diferente. Porque esa conexión que sabe a endorfinas y serotonina, que nos alegra la vida y mejora la salud.
Las personas que nos hacen reír son mágicas. Apagan las penas y difuminan las sombras de los malos días con comentarios ingeniosos, con esa alegría que se contagia, que acaricia el corazón y que llena de esperanza nuestros bolsillos. Así, algo que sin duda nos queda claro, es que cualquiera nos puede hacer llorar; pero quien despierta las carcajadas es único y excepcional.
La mayoría de nosotros tenemos a alguien así. Es más, puede que hasta nosotros mismos seamos una de esas personas hábiles en despertar sonrisas, competentes en hacer de cualquier momento cotidiano un instante donde siempre rebosa el buen humor y la originalidad. Sea como sea, debemos tenerlo claro: quien mejora nuestro estado de ánimo sin pedir nada a cambio tiene un don.
Por otro lado, hay un aspecto que todos sabemos y que la ciencia nos ha demostrado desde hace mucho: el acto de reír mejora la salud y el bienestar psicológicoRecibimos todo un torrente de endorfinas y serotonina, esa composición milagrosa donde la neuroquímica enciende sin duda el auténtico sabor de la felicidad. Sin embargo, hay un detalle interesante que debemos comprender desde el ámbito de la psicología emocional.
Quien hace reír también ríe y se beneficia. Es más, las carcajadas más ruidosas, esas que acaban con un agradable dolor de barriga, no siempre proviene de un chiste o una ocurrencia casi sensacional en el instante más inesperado. Vienen de esa conexión establecida entre nosotros, porque la risa se retroalimenta, porque cuando tú ríes yo río, porque tú me contagias entusiasmo y yo te contagio el tono hilarante de mis carcajadas…
«La risa es como un limpiaparabrisas, no detiene la lluvia pero nos permite seguir adelante».
-Gérard Jugnot-

Pareja representando a las personas que nos hacen reír

Personas que nos hacen reír: ¿qué las diferencia psicológica y emocionalmente?

El neurocientífico Vilayanur S. Ramachandran teoriza en el libro Un breve recorrido por la conciencia humana que la risa apareció en nuestra especie por dos fines muy concretos. El primero, para favorecer la conexión social. El segundo, como una señal de advertencia para el grupo, para todas aquellas personas que estén cerca de nosotros. Esa señal, ese gesto expresivo y sonoro deja entrever una información muy concreta al grupo: todo va bien, todo está en calma, no hay peligro.
Asimismo, desde la psicología se ve a la risa como un «arma de bienestar masiva» y como un mecanismo de defensa  idóneo para afrontar el estrés y la ansiedad (Grammer, K. y Eibl-Eibesfeldt, 1990). Es más, la capacidad de reír, de recuperar el sentido del humor y las ganas de bromear se considera como un gran avance terapéutico cuando atravesamos cualquier trastorno del estado del ánimo.
Por tanto, tenemos claro que la risa es catártica, sanadora y una señal social que denota calma y bienestar. Sin embargo… ¿qué dice la psicología al respecto de las personas que nos hacen reír? Veamos todos los datos a continuación.

Una conexión que parte desde las emociones

Las personas que nos hacen reír hacen uso de algo que va más allá del ingenio, la gracia o el chiste fácil. Son artesanos en la competencia de la conexión emocional. Disfrutan dibujando sonrisas y estados de ánimo donde domina la alegría, la chispa, la carcajada… A su vez, todos esos procesos les sirven a ellos mismos como retroalimentación. Ver a otros reír, también les genera felicidad.
Todo ese intercambio tiene como elemento potencial nuestro universo de las emociones. Así, quien es hábil en esta materia, entiende a su vez de esa asignatura en la que todos deberíamos ser competentes: la conexión emocional.

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Las personas que nos hacen reír son inteligentes

El doctor Lowri Dowthwaite, profesor de intervención psicológica en la Universidad de Central Lancashire, Reino Unido, nos señala que las personas que nos hacen reír, tienen por término medio, un coeficiente intelectual más elevado. Según él, estos perfiles necesitan de una habilidad cognitiva y emocional más sofistucada para poder procesar y producir humor.
En sus trabajos, advierte, que las personas más divertidas presentan una puntuación elevada en el área de inteligencia verbal y no verbal, y a su vez, suelen puntuar muy bajo en el factor agresividad. No obstante, debemos tener claro un aspecto. Hay muchos tipos de humor, pero solo aquel que no es grosero, ni vulgar ni aún menos ofensivo, es el que más bienestar genera y el que además, denota mayor ingenio.

Si te hace reír, ese vínculo durará más tiempo

Si te hace reír, te hace feliz y quien te regala la felicidad un día sí y otro también es más probable que esté mucho más tiempo en tu vida. Es un hecho casi innegable, pero… ¿por qué ocurre?
La respuesta puede parecer sencilla, pero en realidad, debemos entender qué hay detrás de esa magia de dos personas que ríen juntas:
  • Hay confianza.
  • Hay bienestar, se sienten cómodas estando cerca.
  • Las personas que nos hacen reír nos conocen, saben cómo despertar nuestras sonrisas, como lograr escampar nuestras penas y mejorar el humor.
  • Quien nos hace reír tiene empatía, ríe con nosotros, se contagia de nuestras emociones.
  • Asimismo, quien es hábil en esta competencia suele usar la risa como catarsis. Sabe que a menudo, las discusiones o los momentos tensos se disipan casi al instante con una frase graciosa, con una ocurrencia altamente original.


Para concluir, si el ser humano está dotado de esa habilidad, de este pegamento social que es la risa, es por algo importante. Porque reír es una forma sensacional de conectar, de aliviar el estrés, de generar endorfinas y mejorar nuestro bienestar físico y psicológicoNo dudemos por tanto en hacer uso de esa medicina sin efectos secundarios reír y, por qué no, hacer reír a los demás siempre que sea posible.

3 cualidades del agua según el Tao que todos deberíamos conocer


Valeria Sabater
«Sé como el agua. Amigo mío, sé como el agua que corre y nunca se estanca, sigue fluyendo». Este conocido comentario de Bruce Lee sobre el proceso de su autorrealización resume en realidad una de las tres cualidades del agua según el Tao, extraído de la poesía de Lao-Tse. La sabiduría contenida en este texto es toda una inspiración en estos tiempos actuales.
Hace más de 10 años que el celebre filósofo Zygmunt Bauman nos trajo el concepto de sociedad líquida. Con ello, definía a una modernidad de valores volubles, de modelos y estructuras sociales cambiantes y de realidades marcadas por la incertidumbre. Ante este panorama tan fluctuante, donde es muy difícil atenerse a algo, lo único verdaderamente sólido son nuestros miedos, lo cual constituye toda una paradoja.
«La bondad suprema es como el agua.
Beneficia a todas las cosas sin contención.
En la vivienda, se mantiene firme.
El ser, fluye a las profundidades.
En expresión, es honesto.
Cuando hay confrontación, se mantiene gentil.
En el gobierno, no tiene control.
Si hay acción, se alinea con el tiempo.
Está contento con su naturaleza y, por lo tanto, no puede ser criticado «.
-Lao-Tze-
Vivimos en un mundo donde pocas cosas se caracterizan por la estabilidad. Se nos exige presteza y flexibilidad para adaptarnos a cada cambio, a los giros laborales, a los cambios políticos, a nuevas exigencias sociales, a las variaciones en nuestras formas de relacionarnos. En medio de estas dinámicas es comprensible experimentar cierta inquietud e inseguridad. Por ello, referencias intelectuales del mundo oriental como Raymond Tang, conferenciante y profesor de la Universidad de Guangzhou, nos animan a conocer un poco más la filosofía del tao.
Dentro de este marco, se nos enseña a mantener la calma en medio del caos. A obtener templanza y seguridad en medio de esta incertidumbre líquida.

Barco de papel en el agua simbolizando las cualidades del agua según el Tao

1. Cualidades del agua según el Tao: la humildad

La primera de las cualidades del agua según el Tao es la humildad. Es posible que en un primer momento nos resulte un poco complicado establecer alguna relación entre esta dimensión psicológica y cualquier escenario acuático. Sin embargo, la tiene y es realmente inspirador. El agua que fluye por un río en calma, en placidez y en armonía nutre la naturaleza.
Cuando su nivel es normal llega a las orillas, alimenta a los animales y favorece ese equilibrio idóneo para que todo funcione. Ahora bien, cuando el río se vuelve arrogante y trae mayor caudal todo cambia. La fuerza de su torrente provoca estragos. Arrastra la tierra, destruye entornos y afecta a todos los seres vivos.
  • Debemos integrar esa cualidad del agua caracterizada por la tranquilidad y la humildad. Porque el que sabe bien lo que es y no desea aparentar algo que no es, siempre preferirá la calma a la violencia. Y aunque en ocasiones derive en ella por causas externas, al final vuelve a su cauce. Asimismo, optará en cada momento por esa serenidad donde promover el equilibrio natural.

2. El agua está atenta a la oportunidad

Entre cualquier dificultad, siempre existe un rinconcito donde se abre la luz de la oportunidad. No importa lo agitado de nuestro entorno, no importan los cambios, las presiones o ese muro que de improviso se alza ante nosotros para quitarnos el paso. Seamos como el agua. Hallemos esa grieta, esa debilidad ante nuestro oponente o esa dificultad por donde se abre un nuevo camino, una nueva oportunidad.
Entre las cualidades del agua según el Tao está esa donde se nos recuerda lo hábil que puede llegar a ser esta sustancia vital. Cuando algo está restringido o ante ella surge un obstáculo que le impide el paso, no dudará en dos cosas: aplicar una fuerza implacable para recuperar su libertad y hallar el punto más débil de ese muro para vencerlo.
No olvidemos que en cierto modo, el agua es una gran oportunista. Ella nunca duda en cambiar de forma, escenario o posición para seguir avanzando, y siempre que atisba la más mínima opción de abrirse paso por donde desea, lo hará.

Gota en forma de corazón simbolizando las cualidades del agua según el Tao

3. El cambio, una opción que realizar sin miedo

Pocos elementos son tan inspiradores y tendentes al cambio como el agua. Pensemos en ello: cuando la temperatura es extrema puede convertirse en hielo o en vapor. No dudará tampoco en cambiar de forma dependiendo de donde se halle. Será un vaso si está en su interior, será insignificante si queda contenida en la grieta de una roca, recuperará su inmensidad si vuelve al océano y se convertirá en alimento si un ser vivo está sediento y la necesita.
El agua tiene poder y tiene carácter. Sabe y entiende que nada es tan importante como proceder al cambio si es necesario. Porque el medio ambiente y la naturaleza son hostiles en muchas ocasiones y quien no se adapta, no sobrevive. Asumir estos principios que nos transmite las cualidades del agua según el Tao no solo nos puede inspirar, sino que también nos ayudará de muchos modos.

Chica en el mar simbolizando las cualidades del agua según el Tao

Albert Ellis, psicoterapeuta conocido por desarrollar la terapia racional emotiva conductual, dijo una vez que hay un monstruo que nos persigue en el día a día. Uno recurrente, que veta por completo nuestra felicidad. Es nuestra eterna idea de que el mundo debe ser fácil. Sabemos que no lo es pero aún así, seguimos sufriendo por cada dificultad, por cada piedra en el camino, por cada cambio no previsto ni imaginado.
Seamos como el agua. Ya nos lo dijo Bruce Lee, pero no nos limitemos a ver estas cualidades del agua según el Tao como una mera y bonita metáfora. Al fin y al cabo también nosotros somos naturaleza. Y la naturaleza, es la expresión misma del Tao. 

Las 6 fortalezas de carácter según la psicología positiva




Bondad, sentido de justicia, persistencia... Hay una serie de fuerzas psicológicas capaces de influir más allá de nuestro bienestar. Ese potencial interno podría ayudarnos a crear sociedades más respetuosas y felices. A continuación, descubrimos cuáles son esas dimensiones.
Las 6 fortalezas de carácter, definidas los psicólogos Christopher Peterson y Martin Seligman en 2004, siguen siendo toda una referencia. Fueron estos dos exponentes de la psicología positiva quienes, tras una detallada y larga investigación, establecieron lo que se consideran como esas virtudes o potenciales que toda persona puede desarrollar para invertir en bienestar, sabiduría y felicidad.
Son muchos los que, en cierto modo, opinan que el Manual de Fortalezas y virtudes es la antítesis misma del propio Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). Es decir, mientras este último se focaliza en evaluar, clasificar y estudiar las enfermedades mentales, el libro de Seligman y Peterson busca poder detectar las fortalezas del ser humano, su potencial positivo y sus virtudes transformadoras.
Es otro enfoque, no cabe duda. Uno orientado más bien a inspirarnos, a generar en nosotros una revolución interna donde entender que, a pesar de las dificultades que nos rodean, en cada uno de nosotros hay recursos que podemos activar. Así, en cada persona destacarán en mayor grado unas fortalezas sobre otras. Sin embargo, también cabe señalar que es posible ser mucho más competentes en cada una de ellas.
Al fin y al cabo, las fortalezas psicológicas no nos vienen de fábrica; muchas de ellas las adquirimos con nuestra educación, imitando a otras personas que nos inspiran, e incluso, por qué no, siendo conscientes de que determinadas dimensiones mejoran nuestra vida y la de los demás. Veamos en qué consisten.
“El éxito requiere persistencia, la capacidad de no rendirse ante el fracaso. Creo que la clave para ser optimistas cada día de nuestra vida es la misma: ser persistentes en esta actitud».
-Martin Seligman-

Mujer con una luz en la mente simbolizando la neurociencia del dolor emocional

¿Cuáles son las 6 fortalezas de carácter?

¿Qué tenía de especial Albert Einstein, era la inteligencia su fuerza psicológica y su virtud? ¿Y Martin Luther King, Marie Curie o Gandhi? ¿Qué tipo de potenciales definían a estas personalidades de nuestra historia? Estas mismas preguntas son las que se plantearon Martin Seligman y Christopher Peterson cuando iniciaron su exhaustiva investigación para determinar las fortalezas psicológicas del ser humano.
Así, para psicólogos y científicos de la Universidad de Harvard como Howard Gardner, este trabajo es una de las iniciativas más interesantes del siglo XXI. Lo es porque por una vez, se centra en «lo más positivo del ser humano». En esas 6 fortalezas de carácter se concentran nuestra bondad, nuestra capacidad para dar amor, para aplicar la justicia, la esperanza… Todas ellas son los componentes de la felicidad para una sociedad ideal, para un mundo donde primaría en mayor grado el bienestar mental.
Por otro lado, cabe destacar un aspecto: este tema no es nuevo. Tanto Aristóteles como Tomás de Aquino ya definieron en su día lo que ellos consideraron las dimensiones para el bien o las virtudes del ser humano. Seligman y Peterson, se basaron también en estas teorías para desarrollar un listado de dimensiones que pueden medirse para poder decirnos, cuáles son nuestras fortalezas de carácter. Son las siguientes:

1. Sabiduría y  conocimiento

Uno puede disponer de un potencial intelectual por encima de la media, sin embargo, el CI no nos hace sabios. De hecho, una de las características que definía precisamente a Albert Einstein era esta misma fortaleza: la de la sabiduría. Este concepto integra en dimensiones como la creatividad, la curiosidad infatigable, el deseo de aprender, de mantener siempre una mente abierta.

2. Coraje

¿Qué es el coraje? Esta es una de esas 6 fortalezas de carácter imprescindibles para navegar por la ida. Nos otorga algo más que valentía, es motivación para afrontar la adversidad cotidiana, es persistencia, integridad, entusiasmo y vitalidad por superarnos.

hombre sobre montaña representando las 6 fortalezas de carácter

3. Humanidad

Quien posee humanidad, crea puentes entre las personas y trae la esperanza al mundoEsta dimensión simboliza a quien se preocupa por los demás de manera activa y no solo a través de la pancarta.
Define a quien gusta de conectar con quien tiene cerca de manera auténtica; a aquel que busca interesarse por sus necesidades, por su realidad personal. Es quien sabe dar afecto, quien escucha, es amable y transforma nuestra realidad de manera silenciosa, pero persistente.

4. Justicia

Ninguna sociedad avanzada y sabia podría existir sin el sentido de la justicia. Esta es otra de esas 6 fortalezas de carácter que todos deberíamos desarrollar de manera íntegra. A través de ella, asumimos nuestra responsabilidad social con nosotros y los demás, defendemos lo que es noble, lo que es adecuado para el conjunto mediante la lealtad y el respeto.
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5. Templanza

Templanza es una de esas palabras que no usamos con demasiada frecuencia. Nos parece algo caballeresca, como traída de otra época. Sin embargo, este término sigue siendo igual de útil y necesario.
Define a quien no cae en los excesos, a las personas que saben regularse y mantener el autocontrol. Es también aplicar la calma en momentos de tormenta, saber hacer uso del perdón y no del odio, de la piedad y no de la ira.
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6. Transcendencia

Esta última de las 6 fortalezas de carácter enunciadas por Seligman y Peterson no puede ser más inspiradora. Ser trascendente o aplicar la trascendencia significa tener un propósito y querer aspirar a la excelencia.
Es, de algún modo, esa cumbre de la que nos hablaba Abraham Maslow con su teoría de las necesidades humanas, esa autorrealización donde apreciamos y nos interesamos por aspectos como la esperanza, la belleza, la coherencia, la espiritualidad…
Trascender es ir más allá de lo visible, para abrazar la inmensidad del conocimiento y sentirnos libres a la vez que responsables.

Hombre en la montaña pensando: ¿puedo lograrlo?

Para concluir, es muy posible que si nos aplicáramos las pruebas desarrolladas por Seligman y Peterson para evaluar nuestras fortalezas de carácter, puntuaríamos alto en más de alguna de estas dimensiones. Sin embargo, lo ideal sería ser hábiles en todas, ser excelentes estrategas en el arte de la justicia, la sabiduría, la valentía, la humanidad…
En nuestra mano está seguir mejorando, seguir despertando estos potenciales que, al fin y al cabo, enriquecerían nuestra existencia y nuestro mundo.

He aprendido que soy responsable de mi felicidadHe aprendido que soy responsable de mi felicidad





En última instancia, nuestra felicidad o bienestar, depende de nosotros. Delegarla en los demás solo será un hábito que terminará alejándonos de la persona que queremos ser, desdibujando nuestra esencia, hundiendo nuestra autoestima y convirtiendo a nuestro diálogo interior en el más cruel de los jueces.
Solo yo soy responsable de mi felicidad; solo yo y nadie más. Ya no exijo a otros que creen un mundo a mi medida, ya no pido validación a cada instante, nutrientes a mis desconsuelos ni salvadores para mis penas.
He aprendido que es mejor rescatarse a uno mismo para ganar en audacia y en fortaleza. Tampoco culpabilizo a otros de mis tristezas, ahora dejo a un lado rencores y asumo el valor suficiente para sanar decepciones y seguir avanzando en aprendizajes.
No es nada fácil alcanzar este nivel de aceptación y compromiso con nosotros mismos. No lo es por un hecho muy simple. A las personas nos cuesta asumir que nadie en este mundo tiene la obligación de hacernos felices. Quizás nuestros padres contribuyeron a generar esa ilusión en su día, pero cuando uno se convierte en adulto, la tarea de alcanzar ese nivel de bienestar y de realización cae sobre los propios hombros. En nadie más.
Y aún así, seguimos buscando la felicidad en brazos ajenos y no en los propios. A pesar de todo, anhelamos que sean otros quienes se esfuercen en recompensarnos, en desatar nuestros nudos, en allanar nuestros caminos para que nada duela, para que todo tenga el sabor de la alegría. Delegamos en los demás la tarea más importantes de nuestras vidas, que no es otra que la de aprender a ser felices.

Tal Ben-Shahar, profesor de Harvard y experto en materia de felicidad y liderazgo nos señala algo importante. Ese estado de elevada satisfacción es un proceso continuo de autoconocimiento. Es un acto de responsabilidad donde cada cual debe aprender a crear la realidad que desea vivir; nuestro día a día está lleno de opciones y solo nosotros podemos y debemos elegir nuestro amino.
«Cuando eres fiel a ti mismo en lo que haces, ocurren cosas fascinantes».
-Deborah Norville-

Mano abierta representando que soy responsable de mi felicidad

Soy responsable de mi felicidad

Carl Gustav Jung introdujo en sus teorías un interesante concepto que vale la pena recordar. Nos referimos al daimon, una entidad que los romanos reconocían como un genio y los egipcios como Ba, la parte más espiritual del ser humano. Así, según el célebre psiquiatra suizo, en nuestro inconsciente se halla un daimon esperando emerger para dar forma a nuestro verdadero yo.
Ese arquetipo interno es el que alienta nuestro impulso creativo, el que nos otorga valentía, intuición y vitalidad. Ahora bien, el problema reside en que la mayoría del tiempo las personas mantenemos silenciado a ese genio interior. No le hacemos caso porque en ocasiones los mensajes pueden pueden ser confusos o hablar de cambios radicales. Al que es abogado le pide tener una vida artística.
Quien acude cada día a ese trabajo que le ofrece sustento, le clama que se escape de la rutina. A los que se sienten seguros en su zona de confort les pide que sorteen esa barrera y se desafíen a sí mismos. Todo ello sucede porque el daimon nos quiere libres, independientes y responsables de nuestra propia vida, no supeditados, ni alineados. Porque la felicidad, al fin y al cabo, requiere grandes dosis de atrevimiento.

Chica sonriendo representando que soy responsable de mi felicidad

Tu felicidad, tu responsabilidad

La mayor parte de los estudios realizados sobre el origen de la felicidad son muy limitados. Un ejemplo es el llevado a cabo en la Universidad de Missouri por parte de la doctora Sonya Lyobomirsky. En este trabajo se nos explica que la felicidad depende básicamente de tres factores: un componente genético, factores ambientales y las prácticas personales que cada uno llevemos a cabo.
Ahora bien, cabe señalar que en esa búsqueda por comprender cómo se alcanza la felicidad, hay elementos más significativos. Porque a veces, hay quien, incluso lidiando con unas condiciones de lo más adversas, se autopercibe como feliz. Hay quien, incluso sorteando una enfermedad o un contexto complicado, describe su vida como significativa.
¿Cómo es esto posible? Cuando se les pregunta por ello no dudan en dar una sencilla respuesta: he aprendido que solo yo soy responsable de mi felicidad, soy consciente de que todo depende de una sola cosa: mi actitud.

Soy responsable de mi felicidad, cuido el jardín de mi mente cada dia

¿Se puede ser feliz a pesar de las circunstancias externas? ¿Puede uno conservar el ánimo a pesar de la pérdida, del desamor, del desempleo o de la enfermedad? John Milton, el célebre poeta y ensayista inglés del siglo XVII dijo una vez que en la mente puede habitar al mismo tiempo el cielo y el infierno. Nada puede ser más cierto que esta antigua afirmación del autor de Paraíso Perdido.
La psicología cognitiva nos dice que nuestro bienestar depende solo de nosotros mismos y de aquello que habite en nuestra mente. Con cada interpretación que hacemos, en cada pensamiento, categorización, creencia y emoción vamos dando forma a la realidad que nos envuelve. De ese modo, nuestro bienestar y la felicidad no dependerá solo de lo que nos ocurra, sino cómo interpretamos lo que nos sucede.

Chico con brazos extendidos representando que soy responsable de mi felicidad

Ahora bien, asumir el control de ese jardín interno que habita en nuestra mente no es tarea sencilla. Es algo en lo que trabajar cada día teniendo en cuenta algunos aspectos. Recordemos, por ejemplo, que nuestro bienestar no es, por norma, responsabilidad ajena. Culpabilizar a otros de nuestra infelicidad no hace más que supeditarnos al inmovilismo.
Tengámoslo en cuenta, asumamos un papel activo, proactivo y responsable en la construcción de nuestra felicidad. Nosotros llevamos las riendas. Nosotros creamos nuestra realidad en base a la calidad de nuestros pensamientos y emociones.