A la mayoría nos ha pasado alguna vez. Basta con atravesar una época de preocupaciones, de presión excesiva o de inquietud para percibir cómo a los pocos días asoma, con terrible escozor, una vesícula en el labio. El herpes por estrés es una condición común que nos demuestra, una vez más, cómo nuestras emociones pueden alterar la salud de diversas maneras.
Sabemos que nada es tan habitual como los brotes de herpes simple (HS). Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 67 % de la población padece esta condición que, una vez se manifiesta, permanece de forma latente.
Lo cierto es que cada vez conocemos un poco mejor los mecanismos que modulan el vínculo entre esta infección y el estrés. Te explicamos a continuación todas las claves junto a algunas estrategias de prevención.
Tanto el herpes simple tipo 1 y 2 permanecen en estado de «adormecimiento», hasta que alguna situación actúa como desencadenante para que la infección se desarrolle una vez más.
Herpes por estrés: qué es y cómo se manifiesta
El virus del herpes simple (tipo 1 y tipo 2) es un patógeno común entre la población que cursa en forma infectiva y que se manifiesta a modo de brotes de vesículas. Si bien es cierto que su aparición puede deberse a factores como déficits nutricionales, la exposición al sol o como efecto de otras enfermedades, el estrés es uno de sus mayores desencadenantes.
Se sabe desde hace años que nuestras emociones, y en concreto las épocas de estrés, tienen un gran efecto en nuestro sistema inmunitario. Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad Estatal de Ohio destacan que este mecanismo psicobiológico puede, en determinadas condiciones, hacer que nuestras heridas cicatricen más despacio, mediar en la aparición de algunas enfermedades y, cómo no, reactivar los herpesvirus latentes.
Cabe señalar que el herpes por estrés no tiene, de momento, un tratamiento efectivo que lo cure por completo. Podemos experimentar estas «calenturas» varias veces al año o no sufrir estos brotes en un periodo amplio de tiempo. Todo dependerá del estado de nuestro sistema inmunitario y de nuestros recursos de afrontamiento para manejar las emociones de valencia negativa
Fases del herpes
Por lo general, esta infección orolabial tienen un curso de entre siete días y un mes como máximo. La primera semana ocupará el pico más intenso de la infección y, posteriormente, se dará paso a esa fase. En ella, las vesículas formarán una costra que se irá curando de manera progresiva.
- Los primeros días sentiremos picazón, ardor, hormigueo y pesadez en el labio al hablar. Esta fase puede durar entre 1 y 2 días.
- En la segunda etapa ya aparecen la clásica inflamación en forma de vesícula. Es la fase más infectiva y puede cursar con fiebre, dolor mucocutáneo intenso o pulsátil, dolor de cabeza, etc. Asimismo, es recomendable que, durante transcurso del brote de herpes por estrés, no besemos ni tengamos contacto con la piel de otras personas —en especial con niños—.
- Entre el quinto y sexto día el dolor se irá reduciendo y pasaremos a la fase de cicatrización. La lesión irá formando una costra.
- La última fase del herpes por estrés consiste en la progresiva curación de la úlcera y la desaparición de la costra como tal. Este periodo puede extenderse a lo largo de dos o cuatro semanas, como máximo.
El primer síntoma que se manifiesta cuando surge el brote de virus del herpes por estrés es una sensación de ardor, quemazón y un intenso hormigueo.
Tipos de herpes
El herpes por estrés puede inducir la aparición de tres tipos de herpesvirus en caso, eso sí, de que ya tengamos latente la propia enfermedad. Los analizamos.
1. Herpes simple tipo 1 (VHS-1)
El virus del herpes simple tipo 1 (VHS-1) cursa con una enfermedad leve y rara vez trae complicaciones más serias. Surge con la febrícula y se manifiesta con las clásicas ampollas alrededor de la boca o la nariz que ya conocemos. Suelen acompañarse de dolor neuropático y la clásica ulceración. Por fortuna, cada vez disponemos de más fármacos y tratamientos como apósitos para aliviar su sintomatología.
2. Herpes simple tipo 2 (VHS-2)
El virus del herpes simple tipo 2 (VHS-2) aparece en la zona genital y se manifiesta con lesiones en la piel y también en las mucosas internas. En estos casos, también el estrés recurrente aumenta la probabilidad de que esta condición vírica reaparezca.
Bien es cierto que esta enfermedad de transmisión sexual puede manifestarse y desaparecer en diferentes brotes, pero a menudo el propio estrés y los trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión, también actúan como desencadenante.
Publicaciones como la de Archives of Gynecology and Obstetrics destacan que este tipo de herpes puede elevar el riesgo de desarrollar un carcinoma en el cuello uterino. Así, en caso de que padezcamos este tipo de condición, procuremos llevar a cabo revisiones ginecológicas periódicas.
3. Herpes zóster
El herpes zoster es una enfermedad cutánea muy dolorosa que surge al reactivarse el virus latente de la varicela-zóster. Cursa con vesículas llenas de líquido, sobre todo por la espalda, y suele aparecer en personas adultas; en especial a partir de los 50 años.
Asimismo, investigaciones como la publicada en la revista British Journal of Dermatology destacan que el estrés psicológico puede actuar como factor de riesgo para la aparición del herpes zóster. Algo que podría reducirse con adecuadas herramientas para manejar las emociones y las preocupaciones cotidianas.
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¿Por qué aparecen los herpes y cómo se relacionan con el estrés?
Muchos de nosotros hemos padecido en algún momento la aparición de un brote de herpes por estrés. Sabemos lo que supone: dolor, cansancio, exposición social de esa antiestética ampolla y demás. Ahora bien, la pregunta que podemos hacernos es la siguiente: ¿por qué aparecen? Es más, ¿por qué el estrés «despierta» el virus latente de los herpes?
Clarifiquemos algunas respuestas al respecto.
Causas comunes por las que aparecen los herpes
Hay muchos factores que median en la aparición y reactivación de los herpes. No solo el estrés es una variable significativa en su reaparición, por lo general, hay otros condicionantes que es interesante clarificar:
- Por contagio.
- Enfermedades virales como gripes o resfriados.
- Déficits nutricionales.
- Cambios hormonales.
- La menstruación.
- Sistema inmunitario muy debilitado.
- Exponernos al sol.
- Épocas de gran agotamiento físico.
- Fiebre.
La hiperexcitación neuronal y el estrés
Hasta el momento, sabíamos que factores como el estrés psicológico, la exposición al sol, la fiebre y los cambios en los niveles hormonales conducían a la reactivación de los herpesvirus. Sin embargo, no conocíamos bien los mecanismos que mediaban en este proceso. Bien, en un estudio realizado en colaboración con varias universidades y publicado en la revista eLife dilucidan algunas respuestas:
- En periodos prolongados de estrés, el sistema inmunitario libera un tipo de citoquina muy concreta: la interleucina 1 beta (IL-1β).
- Lo que hace la citoquina IL-1β es aumentar la excitación de las neuronas asociadas al herpes, favoreciendo así su reactivación y desarrollo.
Herpes por estrés, cortisol y las adversidades vitales
El herpes por estrés no aparece por el simple hecho de pasar un mal día puntual. Esta condición se desarrolla, sobre todo, en condiciones de estrés crónico; es decir, cuando la preocupación, la angustia o la presión se alarga en el tiempo. Son situaciones en las que las demandas superan a nuestras capacidades de afrontamiento y el cerebro, entonces, reacciona alterando nuestra homoestasis interna.
En un trabajo publicado en el Medical Hypotheses destacan cómo la inmunomodulación asociada al estrés favorece la reactivación de los herpes latentes. Lo que sucede en estos casos es que nuestro organismo recibe una dosis muy elevada de catecolaminas, citocinas y glucocorticoides. Esto se traduce en una inflamación que irá manifestándose poco a poco.
Otros trabajos, como el divulgado en Journal of Virology, advierten que la epinefrina y la corticosterona pueden modular de manera selectiva las infecciones del virus del herpes simple (1 y 2). Estas son las típicas hormonas que se activan en situaciones estresantes.
El American Journal of Epidemiology publicó en el 2017 una interesante investigación al respecto de este tema en la prefectura de Kagawa, Japón. Pudo verse que los hombres con altos niveles de estrés mental tenían el doble de probabilidad de sufrir un brote de herpes zoster. Las mujeres, por su parte, tenían más riesgo de padecerlo también si habían sufrido eventos negativos en su vida, tales como cambios en sus relaciones, su trabajo, etc.
Debemos tener presente que las experiencias adversas que no manejamos se traducen en un nivel más elevado de cortisol en nuestro organismo. La Universidad de Bangor, en Reino Unido, destaca cuáles son las complejas consecuencias de la hormona del estrés en nuestra salud. No solo podemos sufrir brotes de herpes, la salud cardiovascular, por ejemplo, también se ve afectada.
El cortisol cumple un papel muy importante en el desarrollo de muchas alteraciones en nuestro organismo. Si sufrimos estrés crónico correremos un riesgo mayor de sufrir problemas como los brotes de herpes, hipertensión, taquicardias, alteraciones digestivas, etc.
Prevención del herpes por estrés
El herpes por estrés se puede tratar y prevenir, pero no curar para siempre. La clave para evitar, en la medida de lo posible, su reactivación, implica llevar a cabo algunos cambios en nuestros hábitos de vida que destacamos a continuación.
Enfoque psicológico
Sabemos ya que entre los desencadenantes más significativos en la reactivación del herpesvirus está el factor psicológico. El estrés crónico y las dificultades para regular nuestras emociones puede condicionar la aparición de esta enfermedad, entre otros efectos. Los enfoques que deberíamos aplicar como mecanismo preventivo serían los siguientes:
- Las estrategias de resolución de problemas nos permitirán dar respuesta a los desafíos cotidianos y las preocupaciones. De ese modo evitamos que se alarguen en el tiempo.
- Técnicas de reestructuración cognitiva. Son herramientas para dar forma un enfoque mental más saludable, desactivando sesgos, creencias limitantes, etc.
- Técnicas cognitivas para regular emociones. Facilita aplicar un enfoque mental más racional y menos condicionado por la angustia y el estrés.
- Las técnicas de respiración.
- Relajación muscular progresiva de Jacobson.
- Meditación o mindfulness.
- Terapias artísticas. El arte en todas sus formas, como la danza y la pintura, son canales extraordinarios para canalizar el estrés.
- Disfrutemos del ocio y tiempo libre.
- Apoyémonos en nuestro entorno social en todo momento.
Enfoque general para prevenir el herpes por estrés
De igual modo, debemos asumir ciertos hábitos en la vida diaria que pueden contribuir a mantener el virus en estado latente. Veamos qué podemos hacer:
- Mejoremos nuestros hábitos de vida empezando por la alimentación. Un sistema inmunitario fuerte podría prevenir la reactivación del virus del herpes.
- Cuidemos de nuestra higiene del sueño.
- Protejámonos de las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
- Mantengamos una vida activa, practicando algún deporte.
- Usemos bálsamos preventivos para los labios.
- Desechar las cuchillas de afeitar, toallas, tenedores y lápices labiales si se ha padecido este tipo de herpes. Así, evitamos contagios.
Recomendación final
En caso de que llevemos una época arrastrando un estrés persistente y malestar emocional, no dudemos en consultar con un psicólogo. El herpes por estrés puede ser la manifestación de un problema latente que debemos abordar. Contar con un adecuado diagnóstico es siempre un buen inicio. Después, enfoques como la terapia cognitivo-conductual pueden ser muy eficaces en estos casos.
Por otro lado, en caso de que esta molestia no se resuelva o el dolor sea muy molesto, consultemos con nuestro médico. En la actualidad hay tratamientos que facilitarán la curación de la ampolla de una manera más rápida y efectiva.
Valeria Sabater
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