El interés hacia las harinas alternativas crece cada día más. La necesidad de buscar ingredientes menos calóricos, el incremento de enfermedades como la celiaquía o el simple hecho de probar nuevos sabores hacen que incorporemos nuevas variedades de harinas con un gran potencial gastronómico. Cada una de ellas, además, está indicada para una receta distinta, ya sean panes, dulces o rebozados, por lo que las podemos usar según la intención gastronómica que tengamos en cada momento.
A continuación, te dejamos con una selección de estas harinas alternativas, detallando sus propiedades nutricionales y dándote ideas para integrarlas en la dieta.

Harina de quinua
La harina de quinua tiene más proteínas que cualquier otro cereal, un hecho que explica por qué es habitual que forme parte de las dietas de los astronautas. Cultivada durante años en los Andes, este pseudocereal es rico en fibra y minerales, además de ser un alimento muy fácil de digerir. De hecho, está considerado como un superalimento por su alto aporte de proteína vegetal, grasas poliinsaturadas e hidratos de absorción lenta.
Además de servir como un ingrediente para masas de bizcocho y panqueques o para elaborar un delicioso pan sin gluten, la harina de quinua también se utiliza como complemento para batidos de proteínas o para espesar cremas y sopas, elaborar salsas o añadir nutrientes a las papillas de los pequeños. Para convertir los granos de quinua en harina es importante tostar los granos antes, una manera de evitar que la harina acabe siendo amarga.

Harina de teff
Aunque ingredientes como la quinua han conseguido hacerse un lugar en las estanterías de muchas casas, la harina de teff es todavía una gran desconocida. La quinua y el teff se acostumbran a comparar porque tiene un aspecto y un valor nutritivo similar. Pero, además, la segunda tiene otra virtud: la de aportar un aroma dulce y tostado que queda muy bien en recetas de magdalenas, crepes, galletas, pasteles o incluso masas de pizza.
Originaria de Etiopia y Eritrea, el teff ha servido durante años para elaborar tortas de pan conocidas como injeera, y hoy en día se puede encontrar en forma de grano o copos, para acompañar un vaso de leche o espesar una crema. Rica en proteínas e hidratos de carbono, así como en vitaminas y minerales, contiene muchos aminoácidos esenciales. Además, su alto aporte de calcio y hierro es superior al de otros cereales y es muy saciante, ya que cuenta con un alto contenido en fibra.

Harina de garbanzo
La harina de garbanzo está en la base de muchas recetas tradicionales. Ese es el caso de la socca, una especialidad del sureste de Francia, concretamente de la zona de Niza, que mezcla aceite de oliva y harina de garbanzos en la forma de un crep cocido al horno.
La harina de garbanzos también protagoniza platos italianos como la fainá, las pakoras indias, los falafel de Oriente Medio e incluso algunas empanadas de Argentina y Uruguay. Parte de su éxito se debe al hecho de que, mezclada con agua, esta harina se convierte en un gran sustituto del huevo para dietas veganas. A nivel nutricional, este versátil ingrediente es rico en fibra y en proteínas de origen vegetal, y cuenta con un alto contenido de magnesio, potasio y vitaminas del grupo B. Además, es baja en grasas y aporta hidratos de carbono de liberación lenta.

Harina de almendra
Todos conocemos los beneficios de los frutos secos. Por eso, no cuesta imaginar que la harina de almendra sea un producto muy completo nutritivamente. Elaborada a base de este fruto seco sin piel, que se muele hasta conseguir una harina blanca y fina, este ingrediente es ideal para los intolerantes al gluten y también para los diabéticos.
Además, contiene mucha fibra y vitamina B2, es rica en magnesio y calcio y cuenta con un alto índice de grasas saludables. Su sabor ligeramente dulzón queda muy bien en todo tipo de postres, como bien demuestra nuestra cocina nacional: desde la tarta de Santiago hasta los almendrados, esta harina es perfecta para elaborar galletas, bizcochos, magdalenas, cocas y tartas. Pero, además, puede funcionar muy bien en platos salados, por ejemplo, como un truco para espesar caldos o para dar un sabor más intenso a las croquetas.

Harina de maíz
La harina de maíz es uno de los ingredientes clave de la cocina americana, que protagoniza platos como las arepas venezolanas y colombianas o las tortillas de maíz y los totopos mexicanos. También es la base de la polenta, un ingrediente muy importante en la cocina italiana y austríaca, y de recetas españolas como el Gofio canario y el pan asturiano boroña.
Existen diferentes tipos de harina de maíz, entre ellas, la precocida (el grano se cuece antes de molerlo), el pelado (se elimina la cáscara), el pilado (se muele crudo y después de cuece) y el tostado (se tuesta antes de moler). Con un sabor muy intenso, este ingrediente de alto valor energético es rico en fibra y carotenos y ofrece un importante efecto saciante. Además de las recetas anteriores, también está especialmente indicado para elaborar empanadas, bizcochos, panes y galletas.
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