Tras la fiesta china de la Luna, el aire se envuelve de un sabor fresco y la tierra se pinta de tonos pardos y dorados celebrando la entrada del otoño. Y después de este llega la estación fría y oscura, que a muchas personas resulta poco agradable.
Está claro que el clima ya no es exactamente como antes, pero nosotros tampoco somos como nuestros antepasados. Las condiciones físicas y emocionales son muy distintas, tenemos necesidades nuevas, comemos alimentos creados artificialmente, poblamos los lugares más remotos de la Tierra –y del mar– rodeados de artilugios, cables y botones, y sufrimos enfermedades antaño desconocidas que son toda una revolución.
Somos mucho más fuertes que los humanos que habitaban la Tierra varios siglos atrás gracias a nuestros avances y a la propia evolución, pero también somos vulnerables y frágiles ante las nuevas condiciones que hemos creado. Ciertamente hemos explorado Marte y controlado la energía nuclear, pero hemos pagado el altísimo precio de no poder respirar una bocanada de aire puro.
Los cambios de estación están marcados por el ritmo natural y, a pesar de tanta preocupación sobre el calentamiento global, siempre llega el invierno, que es la época de descanso y almacenamiento.
Siguiendo la antigua filosofía china, nuestro cuerpo se hace eco de la naturaleza, al igual que el resto de la fauna y flora.
Aunque no se trate de un invierno severo, los árboles urbanos pierden milagrosamente sus hojas y se visten de un tono más oscuro, y los animales domésticos se abrigan con un pelaje más denso.
Es una estación de quietud y reposo, y en el campo, donde se trabaja de sol a sol, el trabajo y la actividad se reducen naturalmente. En la moderna vida urbana esa adaptación natural no es factible del todo pero sí debemos observarla en otros muchos aspectos.
Aquí proponemos algunas ideas y sugerencias para disfrutar de una estación tan fantástica y maravillosa como las otras, sin perder el ritmo ni la alegría de vivir.
CAMBIOS SUTILES
Los cambios en la naturaleza son muy sutiles y progresivos. Cuando se acercan el otoño y el invierno, las dos estaciones yin del año, el día se va acortando poco a poco y la luna gana altura en el cielo
En el clásico Libro del Emperador Amarillo se dice que en el yang se nutre el yin y en el yin se fortalece el yang. Por lo tanto, en las estaciones yin debemos trabajar y aumentar la energía yang sin consumir en exceso el yin.
El recibimiento del invierno es, en la práctica, un proceso progresivo y tranquilo.
En China el invierno es representado por el riñón, que es el órgano que rige los huesos y el cerebro. En él se almacena el yuan chi (energía vital hereditaria u original), que es alimentado por el chi (energía) terrestre, obtenido de los alimentos y de la respiración.
El elemento del invierno es el agua; su sabor, el salado; su espíritu es la voluntad, y su emoción, el miedo. El invierno es un tiempo de disfrute y descanso que permite reponer los desgastes físicos y energéticos.
ORDEN Y QUIETUD
Se habla mucho de feng shui en Occidente. La palabra significa en chino "viento y agua", dos elementos naturales con una particularidad común: el movimiento.
El feng-shui se aplica al lugar donde se habita, para sentirse cómodo con uno mismo, pero más importante es estar en armonía con el entorno y la naturaleza.
Si fuéramos animales que necesitásemos hibernar, ¿cómo sería la cueva donde pasaríamos el invierno?
El lugar donde residimos es como la segunda capa de nuestro ropaje: si nos ponemos ropa más gruesa para protegernos del frío y de la humedad, nuestra casa también se merece otro vestido y estilo.
Al entorno exterior de tonos grises y castaños, dentro del hogar se le puede dar un cálido y equilibrante color rojo y granate, amarillo y naranja.
Se pueden también reemplazar las cortinas y manteles de texturas más tupidas, orientar los muebles al sol, colocar algunas alfombras y envolver las pantallas de las lámparas con telas de color cálido.
Las flores frescas y macetas de plantas carnosas hacen el hogar más agradable y energético.
A FUEGO LENTO: ALIMENTACIÓN PARA TEMPORADAS FRÍAS
Las cocciones de larga duración y a fuego lento, lo que se llaman comidas de cuchara o pucheros, son muy adecuadas para esta estación. En las montañas y regiones frías lo saben desde hace siglos.
Los cereales y legumbres actúan como excelentes tónicos para el bazo y el estómago. A través de estos dos órganos, el cuerpo genera el chi (energía) y la xue (sangre), dos sustancias esenciales de la vida, y después alimenta el riñón.
Se recomiendan también los alimentos yang, que son los más cercanos a la tierra: raíces y tubérculos, frutos y semillas.
La carne roja y las especias aromáticas picantes como el jengibre, la pimienta o el curri son condimentos que también ayudan a dar calor para mejorar el funcionamiento del sistema digestivo y facilitar la absorción de nutrientes.
El ginseng está considerado el mejor tonificante de todas las plantas medicinales.
Para mejorar y equilibrar el cuerpo con el entorno existen varios remedios caseros. Uno de ellos consiste en tomar cada día tres gramos de ginseng seco, en rodajitas muy finas que se chupan hasta que se deshacen en la boca.
También se puede macerar la raíz en alcohol de alto grado (tipo orujo o gao liang, licor de sorgo). Cuanto más tiempo se deja, más fuerte es su efecto terapéutico. Se toma un poquito antes de acostarse.
Conviene tener en cuenta, sin embargo, que las personas calurosas, con exceso de peso, hipertensión arterial, ansiedad y nerviosismo no deberían tomarlo a no ser que se lo haya indicado una persona cualificada tras un reconocimiento adecuado.
FITOTERAPIA CHINA: LAS MEJORES PLANTAS PARA EL INVIERNO
La fitoterapia está muy extendida en China. En invierno, los chinos preparan sus caldos de carne y verdura añadiendo plantas medicinales, como astrágalo chino (Astragalus membranaceus), que tonifica el chi, o angélica china (Angelica sinensis), que activa la sangre.
Otras plantas beneficiosas son:
- Wu wei zi o schisandra (Schisandra chinensis), astringente, con acción sobre los cinco órganos vitales y cuyo nombre significa "semilla de cinco sabores";
- Jengibre (Zingiber officinale), que seco calienta y elimina el frío del bazo y el estómago, activa el yang y lo canaliza, calienta el pulmón y ayuda a eliminar la mucosidad;
- Dang shen (Codonopsis pilosula), vulgarmente conocido como "ginseng para los pobres";
- Rehmannia (Rehmannia glutinosa), tonificante del yin y la sangre;
- Bai zhu (Atractylodes macrocephala), tonificante del chi del bazo y estómago;
- Corteza de casia (Cinnamomum cassia rama), similar a la canela, tonificante y activadora de la sangre;
- Ajo (Allium sativum), calentador y activador del chi, elimina el frío y desintoxica;
- Clavo (Eugenia caryophyllata), que elimina el frío y el dolor, y calienta el estómago, el riñón y el yang;
- Hinojo (Foeniculum vulgare), que elimina el frío y calma el dolor, regula el chi del bazo y el estómago.
REGRESAR A UNO MISMO
Cada año, al comenzar un nuevo ciclo, solemos fijarnos objetivos, a pesar de que luego nos cueste mucho llevarlos a cabo. Nos sentimos llenos de voluntad. El otoño y el invierno nos aquietan y ayudan a poner orden.
Los troncos desnudos de los árboles inducen a interiorizar y esperar, no para morir sino para resucitar de nuevo cuando la primavera llame a la puerta. Nosotros también deberíamos tomar el ejemplo de la naturaleza para evolucionar con ella.
Nuestra sociedad se hace cada vez más impersonal y antinatural. Vamos limitando nuestra visión y sentidos hacia fuera porque ya no tenemos espacio interior para nuestra alma o espíritu. Sufrimos ansiedad y agobio por no estar bien, intentamos llenar este gran vacío con objetos y actividades que nos cuestan esfuerzo, trabajo y sobre todo tiempo.
Nos afanamos en arreglar el "mundo" que nos rodea sin tener en cuenta que ese mundo hostil y caótico es el fiel espejo de nuestro mundo interior, un lugar del que escapamos hace mucho tiempo y al qué nos resistimos a volver y hacer frente. Tal vez este invierno sea la ocasión.
Es necesario encontrarse con uno mismo, reducir las actividades y aquietar el cuerpo y la mente. Escuchar la voz interior, los deseos y proyectos, revisar lo cosechado, corregir el rumbo, pensar en lo que se ha dejado de hacer y en aquello de lo que hay que despojarse, pensar, imaginar, comprometerse.
El enriquecimiento de la vida interior puede lograrse viajando, leyendo, escuchando, cantando, bailando, riendo, llorando, conversando, mirando, oliendo, tocando, caminando, soñando, compartiendo...
Pero para poder hacerlo, primero tenemos que ordenarnos en silencio y en soledad. Tenemos miedo al silencio y sobre todo a la soledad. Llenamos el espacio y el tiempo con un montón de compromisos y actividades porque no queremos estar a solas con nosotros mismos, pero también dicen que "el miedo es la brújula que nos indica el camino correcto".
Es el momento de emprender un viaje solitario hacia el fondo del corazón (elemento fuego-yang, en equilibrio con el agua-riñón), contemplarlo, sentirlo y ordenarlo, para dar el salto de renacimiento en primavera.
SEIS FORMAS SENCILLAS Y EFECTIVAS DE ENTRAR EN CALOR
Durante los meses fríos, la energía tiende a concentrarse en el centro del cuerpo, en el tronco, y las extremidades son lugares periféricos del cuerpo, por lo que conviene activarlos.
La medicina tradicional china propone algunas fórmulas para favorecer que esta energía (chi) circule y haga entrar en calor a todo el cuerpo.
- Masaje en las orejas. El riñón tiene su orificio externo en los oídos. Aplicar un suave y continuo masaje rítmico en ambas orejas hasta conseguir que enrojezcan y se calienten permite que todo el cuerpo entre en calor, pues el estímulo se transmite hacia su raíz, el riñón. La medicina china considera este órgano como "fuego esencial" del cuerpo.
- Cuidar el riñón. El frío es muy perjudicial para el riñón. Así, para propiciar su energía resultan muy recomendables los baños de aguas termales, las infusiones o simplemente un vaso de agua hervida. Tener el riñón caliente es como encender la calefacción central: se calienta toda la casa.
- Actividades de montaña y nieve. Son formas muy armoniosas de acercarse a la naturaleza. Hacen que volvamos a sentirnos libres y traviesos, que nos encontremos amorosamente con la madre naturaleza y que nos bañemos en la cascada de sus fluidos energéticos, invisibles pero palpitantes en la piel, pues somos parte de ella.
- Técnicas psicofísicas. Movimientos energéticos como los del chikung, el taichi o el yoga ayudan a canalizar y activar la energía para que nos sintamos mejor con nosotros mismos sin perderla ni dispersarla.
- Lavarse la cara en seco ayuda a estimular los meridianos yang de todo el cuerpo: se calientan las palmas de las manos friccionándolas energéticamente y se frota con ellas el rostro como si se quisiera lavarlo.
- Darse golpecitos en los brazos y piernas, con las manos huecas, produce unos sonidos resonantes y cálidos que despiertan y estimulan el oído, al mismo tiempo que activan la circulación de la energía o chi y de la sangre.
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