Desde el inicio de nuestra existencia, nos enseñan que el amor proviene del exterior, que necesitamos una pareja, amigos o el reconocimiento de los demás para sentirnos completos. Pero esta creencia es una ilusión.
El amor no es algo que debamos buscar fuera, porque ya habita dentro de nosotros. No somos mitades esperando ser completadas, sino seres íntegros, perfectos en nuestra esencia.
El amor propio no es egoísmo, es respeto. Es elegirte cada día, abrazar tus luces y sombras, honrar tu historia sin esperar que alguien más lo haga por ti. Es mirarte al espejo con ternura y reconocer que, con o sin compañía, eres suficiente.
Cuando realmente te amas, la soledad deja de ser un vacío y se convierte en un espacio sagrado de conexión contigo mismo. Descubres que la felicidad no depende de otro corazón, sino del latido profundo del tuyo.
Ámate tanto que no necesites mendigar amor. Respétate tanto que no permitas que nadie defina tu valía. Sé tan pleno en tu propia esencia que, si alguien decide caminar a tu lado, sea porque suma a tu felicidad, no porque la completa.
Recuerda: no viniste a este mundo a llenar expectativas ajenas ni a buscar validación externa. Viniste a ser luz, a expandir tu alma y a amarte con la fuerza de un universo entero.
Hoy, colócate frente al espejo, mírate con amor y repite: "Soy suficiente. Soy digno. Soy completo, tal como soy."
Porque el amor que realmente transforma no es el que viene de afuera, sino el que florece desde adentro.
Con amor y desde el amor,
D o r y s M o n t e r o F i g u e r o a
Escritora Inspiracional Transformacional
No hay comentarios.:
Publicar un comentario