Aunque solemos ver al cerebro y al sistema digestivo de forma aislada, lo cierto es que cuando hay una normalidad digestiva, también se da un equilibrio emocional. Pues, si bien es cierto que el aparato digestivo funciona de forma autónomo, cuando algo va mal, la conexión entre las emociones y el sistema digestivo se hacen más patentes.
Esto se debe a que existe una red extensa de neuronas y neurotransmisores que conectan las paredes del estómago y del intestino con el córtex cerebral, enviando información sobre lo que ocurre en el aparato digestivo y cómo se lleva a cabo la digestión. De modo que, dicho sistema también actúa como una especie de alarma, ya que cuando algo no está funcionando de la manera correcta, los nervios sensitivos que se ubican en las paredes inflamadas del tubo digestivo se hipersensibilizan, amplificando los estímulos locales que dan paso al malestar, el dolor y las náuseas. Esto tiene lugar porque el cerebro registra las señales que proceden del sistema digestivo y las modifica transformándolas en ansiedad, angustia, e incluso depresión, lo cual se puede agravar.
Cabe resaltar que la relación que existe entre el sistema digestivo y el cerebro es bidireccional. Esto significa que cuando hay presencia de enfermedades digestivas, como la gastritis o la colitis, que cursan con irritación o inflamación, estas se agravan cuando aumenta la ansiedad o el estrés, es decir, que se hacen más latentes cuando hay factores emocionales.
La salud digestiva depende de que exista un equilibrio entre la función digestiva y la función cerebral, lo cual se ve influido por las dietas.
El tratamiento para recuperar la normalidad digestiva se orienta hacia la desinflamación y la regulación de la actividad sensitiva y motora, adoptando una dieta adecuado, así como también se trabaja en restablecer el equilibrio a nivel emocional.
Entre las recomendaciones para una buena digestión figura el cuidar el intestino, para que exista un buen tránsito intestinal, aprender a relajar el abdomen, cuidar la microbiota y dedicar el tiempo necesario para ir al baño.
De forma similar, la doctora Irina Matveikova, en su libro titulado: Inteligencia digestiva, una visión holística de tu segundo cerebro, indica que dentro de nuestras entrañas poseemos un verdadero cerebro, cuya función neuronal es similar a la actividad cerebral de la cabeza. Dicho sistema digestivo cuenta con una extensa red de neuronas, que se localizan entre las dos capas musculares de sus paredes.
También señala que la estructura de las neuronas digestivas es parecida a la estructura de las neuronas cerebrales, y tienen la misma capacidad de liberar los mismos neurotransmisores, moléculas químicas y hormonas. Con ello se refiere al sistema nervioso entérico, o segundo cerebro.
¿Qué hay de la microbiota?
La microbiota está conformada por el conjunto de microorganismos que habitan en el tracto digestivo, y esta información también es relevante en lo concerniente a las emociones y el sistema digestivo.
En el intestino se encuentran, aproximadamente, unos cien trillones de microorganismo, de acuerdo con los datos aportados por el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC). Dichos microorganismos son principalmente bacterias y tienen un papel crucial en la salud digestiva, además de que tienen influencia en el sistema inmune, por lo que es importante atender el tema de las emociones y el sistema digestivo y cómo estos se relacionan.
Debido a esto, muchos especialistas recomiendan llevar una alimentación adecuada para hacer una buena digestión. Entre las sugerencias se encuentra el incremento del consumo de fibra, ya que esto previene el estreñimiento; además, para tener un intestino saludable es necesario tomar las fibras de diversas fuentes, tales como el arroz integral, el pan integral, las verduras, frutas, avena, judías, entre otras.
En el caso de las personas a quienes los cereales les produzcan gases y experimenten el síndrome del intestino irritable, se les recomienda obtener la fibra a partir de las frutas y los vegetales.
Asimismo, los expertos recomiendan ingerir mucho líquido, en especial agua, pues la fibra absorbe el agua y esto ayuda al tránsito intestinal. Para asegurarse de que se está ingiriendo suficiente agua, se sugiere tomar un vaso con cada comida.
En el caso de las gaseosas, el café y los refrescos de cola, o el té, estas bebidas pueden provocar acidez en algunas personas, así que se sugiere escoger bebidas que no contengan burbujas, tales como la leche, las infusiones de hierbas o el agua.
Respecto a los alimentos, algunos pueden ser difíciles de digerir para algunas personas. En el caso de los cítricos o tomates, que son ácidos, pueden causar acidez, al igual que los aliños para las ensaladas. La cebolla y el trigo también pueden provocar el síndrome del intestino irritable.
En todo caso, la relación entre las emociones y el sistema digestivo está comprobada, por lo que con ello se abre una puerta a futuras investigaciones y terapias para mejorar, no solo la salud digestiva, sino también la mental.
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