La disbiosis intestinal podría ser la causa de que algunas personas presenten una mayor sensibilidad al gluten. No obstante, las evidencias no son del todo concluyentes. Descubre más al respecto en este artículo.
Algunas corrientes actuales en lo relacionado con la nutrición apuestan por retirar el gluten de la dieta, pues argumentan que puede ser perjudicial para el cerebro. En concreto, se ha sugerido que esta proteína puede ser la responsable de aumentar la inflamación.
Por lo anterior, no solo el cerebro podría resultar perjudicado, sino también otros órganos. Además, de ser cierto esto, esta proteína podría predisponer al organismo a sufrir ciertos trastornos relacionados con la salud mental.
¿Qué dicen las investigaciones respecto a este tema? ¿Es cierto que el gluten compromete la salud del cerebro? En esta oportunidad resolveremos estos interrogantes. De igual forma, haremos un repaso sobre algunas investigaciones relevantes sobre el tema.
Gluten e inflamación
Existe una patología denominada sensibilidad al gluten no celíaca que podría relacionar el consumo de gluten con un aumento de la inflamación y de los problemas gastrointestinales. No obstante, existe mucha controversia al respecto.
No se ha identificado de forma concreta la fisiopatología de la enfermedad. En un artículo publicado en la revista World Journal of Gastroenterology se relaciona la ingesta de esta proteína con la aparición de dolores de cabeza y fatiga.
Pese a esto, no existe una evidencia sólida como para recomendar eliminar esta proteína de la dieta de una forma sistemática. La respuesta a las dudas que genera su consumo podría estar escondida en un determinado perfil de microbiota, más propenso a generar molestias a partir de su consumo.
El gluten y la salud del cerebro
Otros artículos científicos, uno de ellos publicado en el año 2018, enuncian la capacidad del gluten de inducir ciertas enfermedades a nivel mental. Igual que en el caso anterior, la fisiopatología por la cual esto ocurre no está clara.
Tampoco existe la evidencia suficiente como para relacionar la ingesta de gluten con un aumento del riesgo de enfermedades del cerebro. Sin embargo, existen indicios que llevan a suponer que el consumo de esta proteína es capaz de aumentar las probabilidades de padecer trastorno bipolar o esquizofrenia.
El modelo expuesto para respaldar esta teoría se basa en la existencia de una disbiosis intestinal. Esta condición aumenta la permeabilidad de la barrera del intestino, aumentando la absorción de beta amiloides, que pueden pasar más adelante al líquido craneoencefálico.
La acumulación de estas sustancias está directamente relacionada con la aparición de enfermedades neurodegenerativas y de carácter mental.
Una dieta variada: la mejor opción
A pesar de estas suposiciones, hoy en día no existe la certeza necesaria para afirmar que el gluten es una sustancia dañina para todos los individuos. Por este motivo, solo se recomienda su restricción en el caso de manifestarse molestias gastrointestinales recurrentes tras su ingesta.
Si el médico no desaconseja su consumo, eliminarlo de la dieta puede ocasionar la aparición de una intolerancia a medio plazo. Esto se debe a que el organismo detiene la producción de enzimas necesarias para su degradación, en un intento por ahorrar energía.
Lo indicado para la mayoría de personas es llevar a cabo una dieta variada. Eso sí, dado que las cantidades de carbohidratos que se consumen en la actualidad son elevadas, es conveniente disminuir su consumo.
A la hora de incluir alimentos con hidratos de carbono en la dieta, la mejor idea es priorizar los tubérculos. Estos contienen, además, vitaminas y minerales esenciales.
Los granos con gluten que aparezcan en la alimentación han de ser de preferencia integral. Así, se aprovecha la fibra del producto, lo cual beneficia a la flora intestinal, reduciendo el riesgo de disbiosis.
El gluten, la proteína que causa incertidumbre
Como hemos comentado, no existe evidencia científica suficiente para afirmar que el gluten es perjudicial para la salud. Salvo que presentes alergia, intolerancia o celiaquía, no deberías de suprimirlo de tu dieta. No obstante, puede ser beneficioso reducir su consumo.
Los últimos artículos científicos sugieren una cierta capacidad inflamatoria de esta proteína, que puede ser mayor si existen patologías previas a nivel de la microbiota. Su incidencia sobre la salud cerebral tampoco está del todo clara, y puede depender de las bacterias que habitan en el intestino y de la permeabilidad intestinal.
Por todos estos motivos, la mejor recomendación es la prudencia. Priorizar los tubérculos y los granos sin gluten como el arroz pueden ser una estrategia eficaz. Además, a la hora de incluir alimentos con esta proteína en la dieta, lo óptimo es recurrir a las variedades integrales de los mismos.
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