A veces no llegamos a creernos todo lo que somos capaces de hacer, toda la luz que podemos irradiar y el alcance que podemos tener. Le tenemos miedo a nuestro brillo, a volar, allegar a donde queremos…
Hay una guerra de voces adentro, una diciéndonos que claro que podemos, que vamos allegar a donde queramos, que vamos a alcanzar lo inimaginable, que sí podemos y tenemos los dones y talentos necesarios, mientras la otra nos dice hey, cuidado, te puede ir mal, realmente no sabes tanto, tú no te mereces eso, no tienes ni idea de lo que estás hablando.
Depende de a cuál voz estemos acostumbrados a escuchar la que se hará sentir con mayor fuerza. Tenemos la tendencia de escuchar la que nos paraliza, la que nos hace inventarnos mil excusas para no poner a prueba nuestra grandeza, lo que tenemos para mostrar, todo lo que en nosotros está listo para llegar a lo más alto.
Limitar la voz de la mente
La voz que nos impulsa es la voz del alma, que tiene un plan perfecto para nosotros, pero que no contó con que tendría una mente adversaria y por eso trata de abrirse espacios en los que ella hace silencio para convencernos de la ruta a tomar. Limitar la voz de la mente se nos hace más que necesario, es vital, cualquier pausa que hagamos a su incesante intervención, es un rayito de luz que sale de nosotros y nos muestra qué tanto podemos brillar.
A veces sin mucho dominio de cómo calmar a la mente, debemos actuar en contra de su voluntad, saltando a pesar del inmenso miedo… Pero esto nos permite demostrarle que la vida requiere de eso, de actuar a pesar del miedo y demostrarle que aun cuando las cosas pueden no salir bien, tenemos alas para ser usadas, para dirigirnos hacia nuestros sueños, en lugar de ir pretendiendo que pasamos desapercibidos entre otros tantos que andan en lo mismo.
No le creas tanto a tu mente, a ella le encanta sentarse en el drama, en la escasez, en la desdicha, en las limitaciones… Lleva a todos lados una brocha y una pintura gris y apenas nos descuidamos, pinta todo de su color preferido. Pero debemos recordar que aun cuando la mente nos pinte un escenario, la realidad va más allá de eso y más aun lo que puede llegar a ser, va muchísimo más allá de lo que percibimos.
Démosle rienda suelta a nuestra intuición
Si te emociona, ve por allí. Todo lo que te hace vibrar el alma merece ser atendido, merece ser escuchado… Esa emoción es la pista de que estamos pensando en tomar un buen camino. Quizás ese “buen camino” no coincide con nuestro plan racional, pero a través de él iremos conociendo nuestro potencial y perdiendo el miedo al triunfo y a su vez al fracaso.
No pasa nada si tropezamos y caemos, lo único malo que nos puede pasar en ese caso es que nos acostumbremos a no levantarnos… Pero está en nosotros sacudirnos, limpiarnos los raspones y seguir… Es parte de la vida, si aprendiendo a caminar tropezábamos y caímos, imagínense lo que puede ser aprender a volar. Siempre será mejor arriesgarse a una que otra caída que mirar desde el suelo el cielo que siempre quisimos recorrer, sentir, vivir…
Deja de ponerte excusas y decide mostrar esa luz que es tu naturaleza, que está en ti. Brilla, encandila, ilumina, haz lo que quieras, menos temerle a la luz que es tu verdadera esencia. Disfruta de ella y de tu recorrido por esta maravillosa experiencia.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com
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