14 marzo 2023

La vida está hecha para dar,




 Una pequeña tarea realizada con sinceridad vale mucho más que una gran tarea realizada con motivos egoístas.

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La vida está hecha para dar, no para tomar, porque es al dar cuando realmente recibimos. A la vez que recibimos el verdadero conocimiento, que es inherente a nosotros mismos, utilizamos sabiamente este conocimiento en servir.
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En la vida todo es servicio, todo excepto la astuta mente que prepara las cosas para su gloria personal. ¿Qué gloria se pone a sí misma la flor cuando da aroma y belleza al mundo? El viento silba a través de los árboles sus hermosas canciones, el sol brilla, la luna refleja su luz. ¡Qué servicio! Las mareas del océano refluyen, las lluvias vienen y crece el alimento. Mira el servicio que nos da siempre la naturaleza.
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Cuando sirves a la humanidad, lo que sucede es que te sirves a ti mismo. Todo servicio realizado con humildad total volverá a ti multiplicado por diez, porque hay sinceridad en el propósito.
Si realizas el servicio como ofrenda, la alabanza o la condena no te afectarán
Porque, una vez encontrada la felicidad interna de servir, te vuelves como una flor de loto, creciendo entre el barro sin mancharte, permaneciendo siempre puro. Tu misma ofrenda es alegría, y la alegría es la esencia de la pureza.
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Servir es un arte, y el arte es libertad. Por lo tanto, cuando servimos con espíritu de ofrenda, lo que expresamos es libertad desde nuestro fuero interno. El servir no ata, libera a la persona. Esa libertad tiene su propia recompensa, no necesita pago, puesto que lo tiene en la satisfacción obtenida al remodelar y cambiar el estilo de nuestras vidas. Este es el gran beneficio. Tal remodelación y tal cambio de estilo solo puede llevarnos a una mayor felicidad.
Todas las cosas de la naturaleza realizan un servicio
Observad una flor, lo bien que nos sirve con su belleza su fragancia; lo bien que nos sirve la lluvia al darnos el agua para que crezcan las cosas; observad lo bellamente que nos sirve el sol dándonos luz y calor. Así todo lo que constituye un servicio es la expresión de nuestra naturaleza real, y nuestra naturaleza real no es otra cosa que una ofrenda. Esta misma ofrenda es la base real del servicio.
El servicio genuino, como la vida de una flor, consiste en su florecer, porque este florecer es la vida, y la vida nunca se paraliza, fluye siempre, todo el tiempo, porque la vida es servir sin ningún motivo.
Tania Alexandrova

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