En cierta ocasión le preguntaron a una mujer:
_ ¿Qué ganas ayudando a los demás, si las personas siempre pagan mal?
Ella respondió:
Pierdo el estrés, porque soy feliz al ver sonreír a las personas.
Pierdo la arrogancia, porque ser egoísta destruye el alma.
Pierdo la codicia, así gano el amor por mi misma.
Pierdo la envidia, porque comparto con alguien menos afortunado.
Pierdo mi ira, porque mi corazón se llena de emociones.
Pierdo la impaciencia, la desesperación y el desánimo.
Muchas de las veces ayudamos, ayudamos no para ganar algo, sino para perder cosas que no nos permiten crecer como personas.
Ayudar te elimina el estrés, ayudar te hace sentirte útil.
Hacer un trabajo desinteresado por otros aumenta la autoestima y confianza en ti mismo, porque tienes la capacidad de hacer algo bueno por una persona.
Ayudando recibes más, las personas que dan más, reciben más: por simple ley del “Karma”, lo que envías al universo, él te lo retribuye multiplicado.
Al conocer y ayudar a distintas personas en situaciones menos favorecidas, notarás como tienes más energía y optimismo en tu vida.
Ayudar a quien más necesita es el canal que nos conecta directamente con la vida.
Despertar espiritual
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