El amor propio es un concepto que muchos confunden. El amor propio no es orgullo, porque el que se respeta a sí mismo no busca sentirse superior a nadie. Siempre habrá alguien que te llame egoísta cuando quieras hacer de ti mismo una prioridad y es muy posible, también, que te acusen de cobarde cuando no quieras participar de algo, porque te has dado cuenta de que hay cosas que ya no merecen tu energía.
Lo más importante es que comprendamos que debemos querernos y cuidarnos, que hay momentos que requieren que nos llenemos de buena energía, esto es, acompañarnos de personas, situaciones y cosas… que nos hagan sentir bien. Cuando aprendes a quererte entiendes que siempre, sin importar las circunstancias, estarás en el lugar correcto y en el momento correcto.
Y te pregunto si no tienes amor propio ¿A qué tipo de amor puedes aspirar?
Relacionado al tema de la autoestima cada día florecen más enfoques, más técnicas y renombrados expertos intentan darnos la fórmula perfecta. Sin embargo, hay un aspecto que debemos tener claro: el amor propio no se encuentra fuera de nosotros, se construye, se teje con delicadeza y se riega cada día como la semilla más poderosa de nuestro ser. El amor propio implica por encima de todo dejar a un lado el “yo debería ser” y comenzar a actuar desde el “yo soy”. Solo así nos vamos llenando de ese brillo personal que hemos estado opacando.
Otro aspecto a considerar, y que sin duda no siempre ponemos en práctica, es el de la satisfacción personal. Disfruta de ti mismo, aprecia lo que eres, lo que has hecho e incluso los errores dejados atrás, ya que todo es parte de tu crecimiento.
Deléitate con cada aspecto de tu vida. Queda claro que no podemos aspirar a una total satisfacción personal, pero mereces y debes luchar por conseguir una gran parte de ella. Recuerda que, cuando menos nos aceptemos más necesitaremos de la aceptación de los demás, solo piensa si depender de la aceptación de otros es lo que verdaderamente mereces.
Karim Temple
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