Terminadas las fiestas navideñas, casi todos nos proponemos hacer un período de dieta detox para perder los kilos que hemos ganado en exceso y para eliminar tóxicos como alcohol, azúcar, etc., pero, ¿cómo tenemos que depurar el organismo tras los excesos navideños?
Hoy en día hay sustancias tóxicas en todas partes, desde el aire que respiramos, al agua que bebemos, los alimentos que comemos, los cosméticos que utilizamos y los productos de limpieza que usamos.
Sin embargo, también nuestro propio cuerpo produce toxinas, como consecuencia de su actividad metabólica, y a veces no conseguimos eliminar estas sustancias por completo. Entonces podemos decir que la capacidad para desintoxicar nuestro organismo es uno de los determinantes principales del nivel de salud de una persona.
Hay muchos tipos de sustancias tóxicas con las que estamos en contacto, y las podemos reunir en algunas categorías, por ejemplo:
- Metales pesados;
- Tóxicos hepáticos;
- Productos químicos;
- Fármacos;
- Alcohol;
- Pesticidas, herbicidas;
- Aditivos alimenticios.
Todas estas sustancias son causantes de numerosas alteraciones bioquímicas y enzimáticas que pueden dar lugar a enfermedades o, como mínimo, ralentizar el metabolismo y debilitar nuestro sistema inmunitario, dejándonos desprotegidos frente a los ataques de virus o bacterias.
También, si imaginamos nuestro organismo como una ciudad, donde cada órgano es representado como un edificio (escuelas, viviendas, supermercados, hospitales, iglesias, etc…) y nuestros sistemas circulatorio y linfático (y los líquidos extra-celulares) como las calles que conectan estos edificios entre ellos, por donde circulan todas las sustancias nutritivas que tienen que alcanzar cada órgano, como si fueran vehículos de transporte (autobús escolar, ambulancia, vehículos privados y camiones de mercancías…), podemos bien imaginar que pasaría en caso de atascos.
Si las “calles” están llenas de “camiones de basura” (o sea, los desechos de nuestros órganos y las sustancias tóxicas circulantes), o los vehículos están atascados, la gente no se puede mover y las mercancías no llegan a su destino, y así pasaría con las sustancias y los nutrientes destinados a nuestros órganos y tejidos, causando un sin-fin de problemas.
No olvidemos, además, que en esta situación de “atasco”, dar a nuestro cuerpo cualquier tipo de sustancia beneficiosa, como pueden ser suplementos de vitaminas, minerales o fármacos, puede ser casi inútil si tenemos en cuenta que no lograrán nunca llegar a su “destino” y cumplir su función beneficiosa, si antes no “limpiamos las calles”, o sea no desintoxicamos el organismo.
Entonces tenemos claro que los residuos acumulados en los tejidos y en las células pueden y deben ser movilizados y expulsados fuera del organismo. Esta operación puede ser más o menos rápida, pero siempre progresiva, y lo más importante es que el balance entre aporte y salida de sustancias tóxicas siempre sea favorable:
- Cuando los aportes tóxicos sobrepasan las salidas, el resultado, tarde o temprano, es una enfermedad;
- Cuando las salidas sobrepasan los aportes, el cuerpo permanece sano, o, si estaba enfermo, el regreso a la normalidad es factible;
- La eliminación parcial de los residuos se traduce en una mejoría del estado de salud;
- La eliminación total de los residuos se traduce en una remisión completa.
Los emuntorios para depurar el organismo
Para expulsar las moléculas indeseables, el organismo dispone de diversos emuntorios:
- El riñón, que elimina urea e iones;
- El hígado, que es nuestro laboratorio, y procesa y elimina muchísimas sustancias;
- El intestino, en particular el colon, donde se eliminan sustancias que llegan de la sangre y sobre todo de la bilis;
- La piel, que participa en los procesos de depuración, a través de las glándulas sudoríficas;
- Los bronquios, que también, gracias a su mucosa, secreta grandes cantidades de moco que ayuda a eliminar toxinas, además de las secreciones líquidas de la nariz, la saliva y las lágrimas.
La eliminación no produce ningún trastorno mientras la cantidad de residuos sea moderada, pero cuando la cantidad de moléculas no metabolizables es abundante, el proceso de depuración se vuelve demasiado intenso y llega a provocar una inflamación crónica de uno u otro emuntorio (ej: colonopatías, eczemas, psoriasis, bronquitis, rinitis sinusitis… para mencionar sólo algunas).
Para evitar todo esto, entonces es muy importante un buen proceso periódico de depuración de todos nuestros emuntorios, a empezar por el más importante, el hígado.
El hígado es un órgano muy valioso de nuestro cuerpo, pero muy a menudo descuidamos de su salud. Tiene cientos de funciones diferentes y está conectado a todas partes del cuerpo: procesa y sintetiza grandes cantidades de nutrientes, que después alimentan a todas las células del cuerpo.
Para garantizar que todos los nutrientes y hormonas lleguen con una corriente constante a todas partes del cuerpo, el hígado necesita estar libre de cualquier obstrucción. Entre las varias funciones hepáticas, la más complicada y valiosa quizás sea la de desintoxicación.
La desintoxicación del organismo
Este proceso se divide en dos fases (Fase I y Fase II):
En la primera fase, llamada de activación, se procesan las sustancias tóxicas liposolubles, que se transforman en derivados oxidados más solubles en agua, pero más perjudiciales para el organismo.
En la segunda fase, de detoxinación, estos derivados vienen degradados a través de 7 vías metabólicas diferentes, a toxinas desnaturalizadas solubles en agua, para ser eliminadas por la sangre, los riñones y los pulmones.
Las dos fases de desintoxicación necesitan un complejo de enzimas y cofactores (vitaminas y minerales), para poder llevarse a cabo de manera correcta.
Una vez llevado a cabo este proceso, los materiales de desecho resultantes se secretan a través de sus conductos biliares. Los cálculos biliares obstructivos pueden mermar en gran manera la capacidad del hígado para desintoxicar todas estas sustancias. Esto puede afectar al delicado equilibrio del cuerpo, la “homeostasis”, y dar como resultado enfermedades importantes.
Limpiar el hígado y la vesícula de todos los cálculos acumulados ayuda a restaurar la homeostasis, a equilibrar el peso corporal y a preparar el cuerpo para que sane automáticamente; es también una de las mejores precauciones que uno puede tomar para evitar enfermedades en el futuro, ya que la presencia de cálculos biliares, se relaciona con toda una serie de enfermedades.
Las causas más comunes de formación de cálculos de bilis tenemos que buscarlas en el hecho de sobrealimentarnos, picar entre comidas, cenar copiosamente, consumir proteínas en cantidades excesivas, tomar bebidas alcohólicas y gaseosas, uso de sal refinada, deshidratación, pérdida rápida de peso, dietas bajas en grasas. Además el uso de sustancias farmacológicas (terapias de sustitución hormonal y píldoras anticonceptivas, fluorinas…) y el estilo de vida (ciclo del sueño alterado, abuso de televisión, estrés emocional) pueden contribuir a la formación de cálculos biliares o a un hígado saturado.
La detoxificación hepática, se puede llevar a cabo de diferentes maneras, a través de:
- La dieta, aportando alimentos que ayudan a la formación de la bilis y a su expulsión, (sustancias coleréticas y colagogas), cuales son: alcachofas, espárragos, acelga, achicoria, ajo, apio, cardo, coliflor…
- La toma de plantas depurativas en forma de infusiones y extractos como: cardo mariano, alcachofera, diente de león, bardana, borraja, cola de caballo, tomillo, saúco, grama (reina de los prados), abedul, etc.
- Suplementos específicos, que contienen una concentración de los ingredientes mencionados, acompañados de aminoácidos, vitaminas y minerales cofactores de las fases de desintoxicación hepática.
- O también a través de la “limpieza” propuesta por el Dr. Andreas Moritz, u otras similares.
Es muy importante también mantener limpios los riñones, ya que se cargan mucho sobre todo cuando se abusa de proteínas animales, utilizando alimentos adecuados, diuréticos y purificantes, como: alcachofa, apio, avellana, berenjena, borraja, calabaza, castaña, coliflor, dátil, espárrago, fibra, judía verde, limón, maíz, manzana, melocotón, melón, níspero, patata, pera, perejil, sandía, uva,…
Cuando nuestro cuerpo está bien desintoxicado, es más fácil que alcance un equilibrio también entre los ácidos y las bases de sus líquidos intersticiales, entonces el pH será más próximo a los valores neutros, situación muy deseable para mantener la salud.
Para depurar la piel y los bronquios, además de una dieta sana y de los alimentos depurativos ya mencionados, es importante el ejercicio físico moderado y constante, acompañado de una buena respiración, mejor al aire libre en un lugar natural y bien oxigenado, así como los baños turcos (de vapor) y las saunas, que ayudan a expulsar más toxinas a través de estos emuntorios.
Estaría bien llevar a cabo esta depuración durante unas tres semanas, para alcanzar un buen estado de salud y conseguir unos buenos resultados a todos los niveles, no sólo de peso ideal, sino también de energía y de equilibrio psico-emocional, que siempre van conectados al bienestar físico.
Nota: Las informaciones contenidas en este artículo se publican únicamente con fines informativos y no pueden ser consideradas como recomendaciones médicas personalizadas. No debe seguirse ningún tratamiento basándose únicamente en el contenido de este artículo, y se recomienda al lector que para cualquier asunto relacionado con su salud y bienestar, consulte con profesionales de la salud.
Laia Naturopatia
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