09 noviembre 2021

Suplementos naturales para unas defensas más fuertes que nunca

 




El otoño ha sido tradicionalmente la estación en la que nos enfrentamos a los primeros resfriados y gripes. El cambio de temperatura y de humedad y la transición del frío al calor pone a prueba las defensas de nuestro cuerpo que, si se encuentran bajas, no son capaces de combatir a los virus y bacterias que nos rodean y acabamos con los clásicos e indeseados síntomas de congestión nasal y mucosidad, tos, dolor de garganta, dolor de cabeza o fiebre.

Este año, además, afrontamos un otoño distinto al resto: a los retos inmunológicos de la nueva estación tenemos que añadirle el combate global contra el COVID-19, que sigue representando una amenaza en nuestro país y que sigue exigiéndonos un extra de prevención y de cuidado. Así que, a las conocidas medidas de higiene y seguridad como el lavado frecuente de manos y de muñecas con agua y jabón, el uso de la mascarilla, el respeto de la distancia de seguridad o la limitación de reuniones sociales, deberíamos sumarles todos aquellos hábitos saludables que tenemos a nuestro alcance para fortalecer nuestro sistema inmunológico y ser más capaces de evitar los virus o de combatir y de minimizar sus síntomas con el mínimo tiempo de recuperación posible.

 

Las bases de un sistema inmunológico fuerte

En este caso, y al igual que sucede con la mayoría de aspectos relacionados con nuestra salud global, debemos prestar atención a tres aspectos básicos: la alimentación, el descanso y el ejercicio físico. Tres grandes puntales que deben ir en sintonía y que condicionan también la fortaleza de nuestro sistema inmunológico y de nuestras defensas.

Siguiendo con esta pauta, es imprescindible que nos aseguremos una vida activa y que realicemos ejercicio moderado regular, que evitemos el estrés, que disfrutemos de suficientes horas de descanso y de un sueño verdaderamente reparador y que le proporcionemos a nuestro organismo todos aquellos nutrientes esenciales que necesita a través de una correcta y personalizada alimentación.

 

La alimentación, el descanso y el ejercicio físico son los tres grandes puntales que condicionan la salud de nuestras defensas

 

Para ello, una dieta basada en comida real, que evite el consumo de productos ultra procesados, y con una gran cantidad de productos frescos y de temporada como las verduras y las frutas de otoño, las legumbres, los frutos secos y semillas, los cereales integrales, el pescado y la carne de calidad o los productos lácteos y los huevos ecológicos nos ayudarán a darle a nuestro sistema inmunitario las proteínas, las vitaminas C y A, el hierro y el resto de minerales esenciales que necesita para mantenerse sano, fuerte y preparado para combatir cualquier amenaza externa. Aunque, para un extra de prevención, vale la pena que apoyemos estos hábitos saludables con suplementación natural a base de principios activos que han demostrado su eficacia en el fortalecimiento de nuestras defensas.

 

Los mejores aliados naturales para tus defensas

Dopamina: la molécula que nos ayuda a comprender por qué somos como somos







Descubre la molécula que condiciona con quién nos acostamos, a quién votamos o qué será de nosotros en el futuro. La dopamina es una sustancia que controla nuestros impulsos y que nos incita a buscar siempre nuevos estímulos. ¿Por qué nos comportamos cómo lo hacemos en el amor, los negocios o la política?

08 noviembre 2021

Viviendo la salud perfecta

 


Viviendo la salud perfecta

Algunas veces pensamos que una salud perfecta es una utopía que en nada coincide con nuestras vidas, probablemente porque tenemos alguna enfermedad o de alguna manera no sintamos que nuestro cuerpo está en perfecta armonía en cuanto a la salud.

El tema de la salud es bastante complejo, porque está muy ligado a nuestra mente, a nuestras emociones e incluso puede ser que hasta nuestra alma esté involucrada en ciertos estados de nuestra salud.

Nuestro cuerpo reacciona a todo lo que procesamos, a nuestras creencias, a lo que integramos a nuestras vidas, bien sea alimentación, ejercicios o bien pensamientos, hábitos y programas mentales.

Salud integral

Nuestra salud es integral, nuestro cuerpo no va a sentirse completamente bien, si en nuestra mente albergamos mil preocupaciones, miedos, rencores, culpas… De hecho hay muchas teorías que hablan de que cada parte nuestro cuerpo está asociado a una emoción, a situaciones que manejamos de una manera determinada.

Por ejemplo se dice que cuando tenemos algún problema que involucre nuestros riñones, nos estamos dejando llevar por el miedo. Si es la garganta la que nos molesta, esto puede tener origen en cosas que nos callamos, que necesitamos decir. En caso de tener acidez, gastritis, úlceras, esto se vincula a la rabia contenida. Si sentimos molestia en nuestras manos, puede haber cosas que nos sepamos cómo manejar o que sentimos se nos escapan de nuestro alcance… Y así podríamos ir recorriendo cada parte de nuestro cuerpo, buscando la interpretación que se la ha dado en cuanto a nuestro sistema emocional.

Lo importante que debemos rescatar es que nuestras emociones cuando no las canalizamos de una buena manera y dejamos que predominen en nosotros, se pueden manifestar en nuestro organismo, haciéndonos sentir algún malestar.

La raíz del problema

salud

La mayoría de las veces atendemos los síntomas, pero no la raíz del problema. Vamos a un nefrólogo, quien cortésmente nos manda a hacer exámenes de nuestros riñones, tomografías, con y sin contraste, orina, sangre, etc… Y nos manda el tratamiento que mundialmente es aceptado y probado para la afección que se diagnostique… Y sí, quizás las molestias cesan, la enfermedad se retira, pero si el origen está allí, si no atendemos lo que nos hizo manifestar ese cuadro, si no atendemos la raíz del problema y no temamos las medidas realmente efectivas, el problema volverá, el mensaje se dará nuevamente.

Vemos las enfermedades como enemigos, cuando la verdad es que el enemigo está en nuestra mente, dibujándonos un escenario que nos paraliza de miedo, de angustia, que nos hace sentir pequeños ante nuestros retos o inclusive ante las cosas más sencillas y cotidianas. Porque cuando permitimos que el miedo se apodere de nosotros, lo más simple se ve como algo muy complejo. Nos colocamos unos lentes que magnifican negativamente todo lo que vemos y lo vuelven gris, impenetrable, inalcanzable.

Aprendamos a atender la raíz, viendo la enfermedad como el síntoma de que hay algo que atender y qué resolver. Cuando nos creemos lo que la mente dice, cuando no sabemos diferenciar nuestros pensamientos de la realidad, estamos en problemas. Nos hacemos vulnerables de una mente inquieta y traviesa que nos puede colocar en situaciones de extremo peligro.

Escuchando nuestro cuerpo

Si queremos ir a un médico, está bien, nuestro cuerpo no está encontrando el balance por sí mismo. Pero entendamos que lo que hay que atender para sanar realmente, no curarnos, SANAR, que implica una transformación, no tiene la raíz en nuestro cuerpo físico.

Aprendamos a escucharnos, a canalizar nuestras emociones, a limitar la mente, a darnos espacio para ser felices. Cuando nos sentimos bien, es difícil que nos enfermemos. Cuando nos atendemos, nos amamos, buscamos nuestro bienestar, nuestro cuerpo responde a la armonía que brinda la mente y no tiene nada que alertarnos… Pero si lo hace, lo mejor es escuchar lo que realmente está diciendo, porque su naturaleza es vivir la salud perfecta.

Por: Sara Espejo 

Una buena salud comienza por una mente tranquila


Una buena salud comienza por una mente tranquila

Nuestra salud física está totalmente vinculada a nuestro estado emocional y éste parte de una mente tranquila, alimentando y fomentando pensamientos que nos conecten con un estado de bienestar.

En estos momentos en donde nuestra mente puede estar bastante intranquila, nuestro cuerpo reaccionará a nuestros pensamientos por medio de emociones, que cuando se hacen presentes vienen acompañadas por una segregación de hormonas y un comportamiento particular de los sistemas de nuestro cuerpo.

Nuestro cuerpo es realmente sabio y normalmente sabe cómo reaccionar a lo que le amenaza. Si bien es cierto que lo ideal es mantenernos en un buen estado anímico, esto ha sido confundido por muchos a forzar algo que no se está sintiendo.

El pretender o fingir que las cosas están bien, realmente no engaña a nuestro sistema y nos puede debilitar incluso más que asumir lo que estamos sintiendo.

Reconocer y validar nuestras emociones

Debemos aprender a reconocer nuestras emociones, sabiendo que ninguna de ellas es inadecuada. Debemos aprender a darle calma a nuestra mente, partiendo del reconocimiento y la libertad de sentirnos de una determinada forma.

Lo que no debemos hacer es encariñarnos con emociones que no  nos hacen sentir bien. Es inconveniente tomarlas como residencia permanente, porque esto terminará por afectar nuestro sistema inmunológico y nuestro sistema nervioso.

Dar sosiego a una mente inquieta lleva un trabajo que debe estar regido por la constancia. Imaginemos que intentamos domar a un animal salvaje. La paciencia y el amor son la clave para que esa mente sea programada para procesar a través de nuestro sistema de creencias, toda la información que recibimos de nuestro mundo exterior.

Cultivando la tranquilidad

Para cultivar una mente tranquila y que no entre en resonancia con ninguna enfermedad o malestar, debemos comenzar a conocernos, aprender cómo pensamos y cómo procesamos cada estímulo, detectando las tendencias de nuestra mente.

La idea es que podamos sentir bienestar incluso cuando hay factores que podrían generarnos angustia, miedo, tristeza o rabia… No se trata de negarnos a alguna realidad. Sino aprender a ver el lado positivo de las cosas, sacar provecho de cada situación y acostumbrar a nuestra mente a enfocarse en lo que le produce placer y no al contrario.

Luego, no estaremos escondiendo emociones con falsas sonrisas, sino que la sonrisa será espontánea. A veces ni siquiera habrá sonrisa en el rostro, pero sí tranquilidad en la mente y esto es una vacuna muy efectiva para cualquier malestar.

Lo que más evitamos, lo atraemos o al menos hacemos que su presencia en nuestra mente nos afecta casi como si efectivamente tuviese lugar en nuestras vidas.

Dejemos de pensar en lo que no queremos vivir y acostumbremos a la mente a conectarse con lo que sí deseamos, desde la confianza y la fe de que la vida está trabajando a nuestro favor. Pero aplica de una manera que debemos entender, porque ese “a nuestro favor” incluye que podemos atraer a nuestras vidas lo que predomina en nuestras mentes…

De ser así, ¿qué te gustaría mantener en tu mente?

Pues en estos momentos en lo particular mi mente está enfocada en la salud, en el bienestar, en una buena alimentación, en unión, en emprendimientos, en buenas lecturas… Obviamente tengo muchos motivos para lanzarme al otro lado, al de la angustia, la incertidumbre, el miedo, la rabia…

Pero sé que mi mente puede ser mi amiga ahora, puede estar alineada con mi propósito y por ello mi trabajo es observarla y guiarla cuando siento que el rumbo se torna inconveniente… No importa cuántas veces tengas que traerla de vuelta, siempre podrás dirigirla hacia lo que te conecta con el bienestar, que ello está asociado a una buena salud.

Por: Sara Espejo