CON UNA MIRADA DESDE EL SISTEMA

 


Decálogo que dará a su descendiente la libertad de ser él mismo.

La Psicogenealogía, es el estudio de la carga emocional y conductual que arrastramos de nuestros ancestros en el inconsciente familiar y que nos predisponen a repetir comportamientos (generalmente nocivos) que duermen visibles u ocultos en nuestro árbol familiar.

Desde el punto de vista de la maternidad, se ha demostrado científicamente que las vivencias de los padres, especialmente de la madre, tienen una influencia en el bebé desde el vientre materno. El bebé viene con una memoria celular, en donde guarda las emociones que ha experimentado durante su gestación, así como los hechos que han sido más relevantes para la madre especialmente. Luego se comprueba que esos hechos pueden incidir en su vida, bien como un obstáculo ó como una fuerza de avance. De ahí la importancia de la salud tanto física, como espiritual de la madre desde el momento de la gestación.

DECÁLOGO DE UNA MADRE, según la PSICOGENEALOGIA

1.- He parido un hijo que no es mío. Lo entrego al mundo.

2.- Este hijo no ha venido a cumplir mi proyecto, ni los proyectos de mi árbol genealógico, sino el suyo propio.

3.- No lo bautizo con ningún nombre ya presente en el árbol, ni con nombres que le impriman un destino.

4.- Se lo doy todo, lo crío con afecto, sin dejar de ser yo misma, sin adicción al sacrificio, sino con responsabilidad y desde la libertad.

5.- Le ofrezco herramientas que ayuden a construir el edificio de su propia vida, pero acepto que tome libremente las que el juzgue adecuadas y rechace las inadecuadas para él. Me doy cuenta que la mejor manera de enseñar a un hijo no es con mítines, ni con límites, sino con el ejemplo.

6.- Acepto que deje de llamarme “mamá” cuando él lo decida, para pasar a llamarme por mi propio nombre, porque así rompe lazos de dependencia y la relación entre ambos se equilibra.

7.- Le permito y facilito que tenga un espacio privado e íntimo en la casa que sienta como su propio territorio.

8.- En cuanto a la elección de sus amistades, de su carrera, de sus actividades de ocio, etc., le escucho, le doy mi parecer, pero no selecciono nada por él, ni le prohíbo, ni lo obligo.

9.- Dejo que mi hijo cometa errores, que se caiga, que no sea perfecto. Comprendo que cada fracaso es un cambio de camino y con ellos se crece cada día; si lo protejo demasiado nunca será adulto.

10.- Jamás definiré a mi hijo (“es tranquilo”, “es nervioso”, “es tímido”…), porque entiendo que los niños se forman su autoconcepto a partir de lo que sus padres dicen de él.

Le transmito que dentro de él están todas las posibilidades del ser, LO ES TODO EN POTENCIA.

Criar a nuestros hijos desde este paradigma nos permite enfrentarnos a los transgeneracionales que operan dentro de nosotras mismas que se hacen visibles en forma de resistencias para llevar a cabo el decálogo citado.

Alejandro Jodorowski