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La guerra de los panes: de espelta, maíz, trigo… ¿son tan saludables como prometen?
Por un lado, cada vez comemos menos, y por otro, cada vez tenemos más variedades para elegir. Todos aseguran ser los más nutritivos, pero no siempre es cierto
Hace unas décadas, se consumía mucho más pan que en la actualidad. Hablamos de que en los años sesenta del siglo pasado, el consumo de pan por persona y año en España era de 130 kg. Sin duda, uno de los mejores momentos que ha vivido este alimento. De hecho, según los registros, desde entonces comenzó a descender hasta los 27,35 kg por persona y año que se registraron en 2023.
Además, resulta interesante comproba cómo precisamente en los años en los que más pan se comía, prácticamente solo había tres tipos: pan blanco, pan integral y pan sin sal, mientras que hoy, cuando su consumo cae progresivamente cada año, la “carta” de panes es más variada que nunca.
Sin entrar en las razones que podrían explicar este descenso en el consumo del pan, lo cierto es que uno de los motivos que más se aducen es que el pan no es un alimento saludable. Además, en general, se hace hincapié en que es un alimento que engorda. Por tanto, el pan se relaciona con dos ideas que claramente juegan en su contra: no saludable y que favorece el aumento de peso. Algo que se paga muy caro en una sociedad como la actual en la que se condena a todo aquello que no sea suficientemente saludable, y que se huye de lo que se cree que engorda.
Sin embargo, al preguntar a los expertos en nutrición acerca de si es o no saludable el pan, la respuesta no es, ni de lejos, rotunda. Además, teniendo en cuenta que las variedades de pan se han multiplicado sobremanera en los últimos años, la confusión es todavía mayor, ya que, ahora la pregunta debería ser: de todos los tipos de pan que hay en el mercado ¿cuál es el más saludable?
Alternativa a la bollería
A pesar de las cifras mencionadas, lo cierto es que todavía hay muchas personas que no conciben sentarse a la mesa sin acompañar la comida con un trozo de pan, bien sea para darle un par de bocados, bien para mojar la salsa. Ahora bien, cada vez son menos. Y es que “el pan es un alimento que, en la época de nuestros abuelos, donde la actividad diaria era más activa, aportaba una función importante. Sin embargo, hoy en día, el pan se ha convertido en un alimento más superfluo o complementario que no debería estar tan presente dado que hay otros grupos de alimentos más interesantes que pueden sustituirlo”, opina Mª Cruz Manzaneque, Secretaria del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa).
Ahora bien, una cosa es que no sea necesario incluirlo en la dieta, y otra que haya que eliminarlo. De hecho, la experta ve en este alimento una buena alternativa para la bollería industrial. “El pan puede ser un gran recurso cuando hacemos pequeños cambios en nuestra dieta, sustituyendo la bollería en el desayuno, la media mañana y merienda por una rebanada de pan tostado con un poco de tomate, por ejemplo. Esto sería una alternativa más saludable”.
El que más y el que menos saludable
Aunque, en principio, sustituir la bollería por una rebanada de pan sea mejor decisión nutricional, lo cierto es que hay matices, ya que no sirve cualquier pan. Y es que, “para que un pan sea saludable debería contener los siguientes ingredientes: harina de cualquier cereal integral o de grano entero, agua, levadura y sal”, apunta la nutricionista. Y añade: “Hay algunos tipos de pan que se les añade además aceites. Si es así, debería ser aceite de oliva virgen”.
El pan menos saludable es aquel elaborado con harinas refinadas, azúcares, grasas de mala calidad y mucha cantidad de sal
Por tanto, el pan integral es el pan que podría considerarse más saludable, mientras que “el menos saludable es aquel elaborado con harinas refinadas, azúcares, grasas de mala calidad y mucha cantidad de sal”.
Catálogo de panes
Queda claro que, según la experta, más allá del tipo de cereal que se emplee para la elaboración del pan, lo realmente importante es que sea integral. Así, entre las numerosas opciones que tenemos hoy en día, “una buena elección sería escoger un pan integral y rellenarlo de alimentos frescos, por ejemplo”. Aunque, “hay que tener en cuenta que no es un alimento imprescindible, por lo que tampoco hay que forzar a comerlo”, insiste Manzaneque quien a modo de guía describe los panes más consumidos, apuntando sus puntos fuertes desde el punto de vista nutricional.
- Pan blanco: Es rico en almidón y con un sabor tirando a dulce. Es un buen recurso para personas deportistas por su rápida absorción.
- Pan de trigo sarraceno: El trigo sarraceno no es un cereal, sino que se trata de un pseudocereal cuya principal diferencia con un cereal es la ausencia de gluten. Por lo tanto, sería apto para una persona con celiaquía.
- Pan de espelta: La espelta es un tipo de trigo que lleva gluten, aunque en menor cantidad. A nivel vitamínico y mineral es más interesante que el trigo convencional. Si optamos por este tipo de pan, siempre hay que elegir el pan de espelta 100% integral porque en muchas ocasiones lo mezclan con otros trigos de menor calidad para abaratar costes.
- Pan de centeno: Tiene una tonalidad marrón, independientemente de que se haya elaborado con harina refinada o integral. Hay que tener cuidado porque se suele utilizar como “trampa” por su similitud visual con el integral. Es un pan que tiene menos gluten, pero no es un pan sin gluten. Hay una idea de que este tipo de pan es más saciante, pero no es verdad. Sin embargo, existe un pan alemán que incluye el centeno molido y entero, que sí podría aumentar la saciedad.
- Pan de maíz: Suele dar una tonalidad amarillenta. Si los panes solo fueran de maíz, serían panes sin gluten con una textura menos esponjosa y válido para personas celíacas. Sin embargo, hay que prestar atención porque se suelen vender panes amarillos de maíz que también llevan otras harinas con gluten.
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