17 noviembre 2022

Luciérnagas y seres humanos: ¿en qué se parecen sus comportamientos?

 


Luciérnagas y seres humanos: ¿en qué se parecen sus comportamientos?

Hay noches en que los bosques o esas zonas cercanas a los humedales se llenan de luces parpadeantes, como en una discoteca. Tienen una tonalidad verduzca y fría, muy diferente de la luz solar o artificial a las que el ojo humano está acostumbrado. Y es que las luciérnagas se comunican entre ellas para informarse sobre su disponibilidad para reproducirse y también para defenderse de los depredadores.

Si hay un tema fascinante al que no siempre prestamos la suficiente atención es la comunicación animal. Los ecosistemas están llenos de sutiles señales que no todos sabemos leer y de las que aprenderíamos infinitamente. Mamíferos, aves e insectos se comunican entre ellos de manera constante. Y en dicho mundo salvaje están los fascinantes lampíridos, esos pequeños “bichos de luz” que, tristemente, abundan cada vez menos en nuestros entornos.

La pérdida de sus hábitats, la contaminación lumínica, los pesticidas y la presencia de otras especies invasoras hacen que cada vez disfrutemos menos de sus luminosas presencias durante las noches. Esto debe hacernos reflexionar. Porque, aunque nos sorprenda, las luciérnagas tienen ciertas similitudes con el ser humano.

Más allá de ser criaturas habitando un planeta sobreexplotado, atenazado por el cambio climático y en crisis, los psicólogos y biólogos han descubierto ciertas particularidades sobre estos insectos que vale la pena conocer.

Las personas, como las luciérnagas, somos capaces de alinear nuestros comportamientos para enviar mensajes al entorno.

mano con insecto para representar la unión entre luciérnagas y seres humanos
Las luciérnagas son capaces de sincronizarse las unas con las otras para emitir señales lumínicas en grupo.

Luciérnagas y seres humanos: el arte de emitir señales

Imaginemos, por un momento, un desfile militar en Corea del Norte. Hay miles de soldados perfectamente organizados moviéndose de manera sincrónica. En esas multitudinarias exhibiciones se acompañan de armas de gran potencia y todo está milimétricamente planeado. Ningún gesto, paso o movimiento está fuera de lugar, la coordinación es perfecta, sobrenatural casi.

Ahora bien, tras ese espectáculo increíblemente sincronizado, se esconde una señal, un mensaje muy concreto: quieren mostrar al mundo su poderío armamentístico y también la unión del pueblo. Curiosamente, en el reino de los lampíridos (cuya raíz etimológica proviene de la palabra “rayo” por su destello lumínico) acontece algo muy similar.

Hugh M. Smith fue un biólogo estadounidense que descubrió en 1930 cómo las luciérnagas eran capaces de emitir señales lumínicas de manera conjunta. Es decir, puede haber grupos de 50, 100 o más individuos que se ponen de acuerdo para iluminar su abdomen a un mismo ritmo, como soldados en una exhibición militar… ¿La razón?

Las luciérnagas, además de emitir señales lumínicas de manera sincrónica y en grupo, también producen ciertos ultrasonidos que solo los murciélagos pueden percibir. Gracias a ellos alteran su ecolocalización y se defienden de ellos.

Las luciérnagas emiten señales de advertencia en grupo contra sus depredadores

Luciérnagas y seres humanos comparten conductas similares. Una de ellas es ser capaces de unirse en un mismo fin, como es la defensa de un grupo social. Una investigación de la Universidad Estatal de Boise, en Idaho, Estados Unidos, descubrió en el 2018 un hecho tan curioso como fascinante.

Las luciérnagas emiten destellos bioluminiscentes para defenderse de los murciélagos. Y lo hacen de manera sincronizada para que esa señal de advertencia sea más llamativa para estos animales. Durante un tiempo se asumía que ese parpadeo sincrónico se vinculaba únicamente al comportamiento de apareamiento. Ahora sabemos que lo hacen por más finalidades.

De este modo, aunque estos insectos sean de lo más diminutos y nos quepan en la palma de una mano, tenemos ciertas semejanzas con ellos. Nosotros, como las luciérnagas, también podemos organizarnos en grupo para defendernos de los peligros y amenazar a nuestros enemigos.

Luciérnagas y seres humanos comparten la sincronía interpersonal

Los seres humanos no brillamos como las luciérnagas, pero practicamos como ellas la sincronía interpersonal. Es decir, al igual que ellas se coordinan para defenderse de los enemigos o lanzar señales para la búsqueda de pareja, nosotros llevamos a cabo un proceso similar.

Cuando estamos con un amigo, con un compañero de trabajo durante muchas horas o con nuestra pareja, terminamos imitando las posturas corporales, los movimientos y hasta las expresiones. Lo hacemos sin darnos cuenta. La sincronía corporal favorece la unión psicoemocional y la integración al grupo. Luciérnagas y seres humanos practican la sincronía biológica para estrechar vínculos y también como respuesta prosocial.

Un ejemplo, el Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas, Leipzig, en Alemania, realizó un estudio sobre los efectos de la sincronía. Cuando dos individuos cooperan y trabajan juntos, suele aparecer ese tipo de sincronía física.

Esto favorece, a su vez, una interacción social exitosa, nos sentimos más unidos y nos preocupamos más los unos por los otros, favoreciendo así la aparición de conductas de apoyo mutuo. Ese vínculo puede ser tan intenso, que hasta podemos unirnos como las luciérnagas para defendernos de los enemigos comunes…

Las luciérnagas, como nosotros, también tienen sus propios rituales sociales para conocerse y buscar pareja.

bosque para simbolizar la unión entre luciérnagas y seres humanos
Humanos y luciérnagas evidencian un comportamiento sincrónico: emitimos comportamientos similares entre nosotros.

Emitimos señales para atraer la atención de quien nos gusta

Luciérnagas y seres humanos hacen uso de las señales corporales para aportar información a su entorno. Sabemos ya que son capaces de unirse de manera sincrónica y emitir unas mismas secuencias lumínicas para ahuyentar a sus depredadores. Ahora bien, si de algo les sirve la luciferina, esa sustancia de su abdomen capaz de emitir luz es para el apareamiento.

Hay bosques que actúan casi como auténticas salas de discoteca. Los incontables parpadeos de luz en medio de la oscuridad dan forma a un ritual de seducción entre hembras y machos de lo más hermoso. Ellas, agazapadas en la hojarasca, emiten una luminosidad más tenue, ellos vuelan en grupo lanzando sus señales luminosas, a veces de manera sincrónica y otras de manera individual.

De algún modo, también las personas emitimos señales en nuestros rituales de cortejo. Al fin y al cabo, los procesos de seducción no dejan de ser conductas con las que enviar señales, gestos e información verbal y no verbal sobre nuestra disponibilidad e interés en alguien. Las ciudades y los locales de ocio son nuestros bosques nocturnos donde encontrar el amor o un encuentro sexual.

Lampíridos y seres humanos tenemos más en común de lo que pensamos…

La mente es maravillosa

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