Si aún no conoces los beneficios del té blanco en el desayuno, toma nota, pues seguramente te interesará conocerlos.
Si eres de las personas que cada mañana consumen una bebida caliente o fría para despertar, seguramente sabes que esta es una de las favoritas y te explicamos la razón.
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Antes de conocer algunos de los beneficios del famoso té blanco, es indispensable conocer de qué está hecho y así saber si es la mejor opción para ti.
¿De qué está hecho el té blanco?
Debes saber que esta bebida se elabora con hojas jóvenes y brotes de la planta Camellia sinensis, la misma con la que se elaboran otros tés como el verde y el negro.
La diferencia de este té es que su proceso es mínimo de oxidación y su cosecha es más temprana que la de otras hojas, esto es para que no se abran por completo, cuando aún están cubiertas por una capa de pelusa blanca.
De acuerdo con la National Library of Medicine, las plantas de este té contienen entre un 5 y un 6 % de cafeína, la cual es la responsable del efecto estimulante que algunas personas tienen al consumirla.
Cabe mencionar que está compuesto de antioxidantes como los polifenoles, catequinas y flavonoides, además de tener bajos niveles de cafeína.
¿Cuáles son las ventajas del té blanco?
Después de conocer los ingredientes secretos de este té, es momento de compartirte cuáles son losbeneficios del té blanco en el desayuno.
Antioxidantes: El té blanco es una de las variedades menos procesadas, por lo que conserva antioxidantes que combaten los radicales libres, ayudando a proteger las células del envejecimiento y enfermedades.
Estimula el metabolismo: Puede contribuir a acelerar el metabolismo. Esto lo convierte en un aliado en la quema de grasas, lo que te ayudará a controlar o perder peso.
Salud cardiovascular: El consumo regular de té blanco puede ayudar a reducir los niveles de colesterol malo y mejorar la salud arterial.
Energía: A diferencia del café, el té blanco contiene menos cafeína, pero es suficiente para proporcionar un impulso de energía suave sin causar los nervios o el "bajón".
Salud dental: Contiene fluoruro y taninos, por lo que te ayudará a fortalecer el esmalte dental y combatir las bacterias, lo que reduce el riesgo de caries y problemas en las encías.
¿Cuántas tazas de té blanco puedo tomar al día?
Ahora que sabes las propiedades de esta bebida, seguramente te interesa consumirla con regularidad, por lo que es fundamental saber que los expertos recomiendan consumir de dos a cuatro tazas durante el día, pero siempre será mejor acudir con un experto que pueda brindarte mayor información.
Recuerda que si deseas probar sus beneficios, puedes hacerlo durante el desayuno, así te sentirás con mayor energía y podrás mejorar tu salud.
El discurso de la ciencia de la nutrición ha cambiado mucho a lo largo de los años. Con las últimas investigaciones, se ha descubierto que uno de los principales enemigos de la salud, y causante de la obesidad, es el azúcar. Sin embargo, lo que mucha gente no sabe es que esta sustancia también tiene efectos muy negativos sobre el cerebro.
Y es que, además de estar relacionado con enfermedades del corazón o con la diabetes, el azúcar provoca toda clase de problemas en nuestra mente. En este artículo descubrirás cuáles son los más preocupantes. No obstante, antes de meternos de lleno en el tema, es necesario despejar algunos de los mitos sobre esta sustancia.
Consumo de azúcar en el cerebro
El cerebro es el mayor consumidor de azúcar del organismo. ¿Alguna vez te ha pedido el cuerpo una buena merienda después de una tarde de estudio intenso? Pues es tu cerebro demandando glucosa debido al gasto excepcional.
Este órgano gasta hasta el 20% de la energía total de la glucosa que se metaboliza en el organismo. La media, en números, es de 5,6 miligramos por 100 gramos de tejido cerebral. Nada más entrar esta sustancia en contacto con la lengua, el tronco cerebral manda señales que activan el circuito de recompensa.
Pero, ¿el azúcar no es bueno?
Mientras crecíamos, fuimos bombardeados con una serie de ideas sobre la alimentación y la nutrición totalmente falsas. Por ejemplo, la creencia de que el principal factor de riesgo para sufrir enfermedades del corazón es el consumo de grasas.
Durante mucho tiempo, se promovió el azúcar como una sustancia totalmente inofensiva y sin ningún efecto perjudicial para la salud. Sin embargo, en el año 2016 una investigación reveló que la industria azucarera había sobornado a varios investigadores a lo largo de la historia. ¿Su objetivo? Ocultar todos los efectos perjudiciales de esta sustancia, que hoy en día sabemos que está relacionada con el cáncer y las enfermedades de corazón.
El 80 % de los productos procesados que se encuentran en el supermercado contienen azúcares ocultos bajo sinónimos que consumimos sin darnos cuenta.
Pero quizás más preocupantes son los últimos descubrimientos sobre los efectos del azúcar en nuestro cerebro. A continuación veremos cinco de los más importantes.
1. Produce adicción
A pesar de sonar a fábula, la adicción al azúcar es un problema real. Este trastorno afecta cada vez a más personas, que sienten que tienen que consumir más cantidad de esta sustancia para sentirse bien. De hecho, aquellos que la han eliminado de su vida hablan de síntomas muy desagradables durante los primeros días.
Por ejemplo, al dejar el azúcar, los adictos podrían sentir dolores de cabeza, mareos, debilidad muscular, ansiedad y bajadas de tensión. Por suerte, estos síntomas no son permanentes, solo duran hasta que el cuerpo se adapta a funcionar sin la sustancia.
¿Cómo funciona esta adicción? Al ser absorbido por nuestro organismo, el azúcar libera una gran cantidad de endorfinas en nuestro cerebro. Así, cada vez sentimos menos placer con el resto de aspectos de nuestra vida, necesitando ingerir esta sustancia para sentirnos bien.
2. Causa problemas de memoria y de aprendizaje
Un estudio de la Universidad de California sobre los efectos del consumo de fructosa (una de los tipos de azúcar encontrado en los vegetales, las frutas y la miel) reveló que afecta negativamente a la formación de sinapsis en el cerebro. Es decir, al tomar mucha fructosa, nuestra capacidad de aprender y formar nuevas conexiones se ve disminuida.
Por otra parte, otras investigaciones también han mostrado que las personas que toman mucha fructosa presentan menores niveles de FNDC. Esta sustancia (cuyas siglas significan ‘factor neurotrófico derivado del cerebro’) tiene un efecto fundamental sobre nuestra capacidad de generar nuevos recuerdos y aprender nueva información.
No solo nuestras capacidades cognitivas están en peligro. Al tomar glucosa, nuestro estado de ánimo varía de formas extremas. Debido a sus efectos sobre la insulina en nuestro cuerpo, los picos de azúcar pueden provocarnos depresión, ansiedad y cambios de humor repentinos.
A largo plazo, estos efectos pueden volverse aún peores. Cuando ingerimos glucosa, nuestro cerebro libera serotonina, uno de los neurotransmisores implicados en el placer. Sin embargo, las reservas de esta sustancia no son infinitas: al emitirse de manera continua, cada vez quedará menos cantidad en el cerebro.
Por ello, una persona que lleve mucho tiempo consumiendo demasiado azúcar lo tendrá muy difícil para sentir emociones positivas de manera continua.
4. Impide que nos sintamos saciados
Por último, recientes investigaciones han descubierto que la glucosa “secuestra” nuestro mecanismo de saciedad. Debido a ello, tomar demasiado de esta sustancia hará que nos sintamos siempre hambrientos. Esto está altamente relacionado con problemas de obesidad y sobrepeso.
El problema está causado por el efecto del azúcar sobre la oxitocina y sus funciones en el cerebro. Uno de los papeles de este neurotransmisor es avisar a nuestro cuerpo de que estamos llenos. Sin embargo, la glucosa le impide realizar esta función.
La OMS recomienda reducir el consumo de azúcar libre (el que se añade a los alimentos, no el que se encuentra de forma natural en ellos), por debajo del 10 % de la ingesta calórica total del día.
Tomar azúcar tiene todo tipo de efectos indeseables sobre nuestro cuerpo. Sin embargo, más preocupantes pueden ser las consecuencias sobre nuestro cerebro. Si quieres mantener una buena salud física y mental, prueba a reducir el consumo de esta sustancia lo máximo que puedas.
El nervio vago tiene es clave en nuestra alimentación: le dice al cerebro cuándo hay que comer y en qué momento el organismo está saciado. Asimismo, este nervio neumogástrico también se relaciona con nuestras emociones.
Nervio vago y alimentación evidencian una relación directa y decisiva para nuestra salud y bienestar. Por un lado, sabemos que el primero es quien le avisa al cerebro de que “pare de comer” porque ya estamos saciados. Asimismo, es importante saber que este nervio neumogástrico también regula nuestro estado de ánimo y tienen un impacto en la salud mental.
Si pensamos en cómo se relacionan las emociones con las conductas alimentarias entenderemos también la trascendencia del nervio vago en esta regla de tres. Sabemos, por ejemplo, que factores como el estrés alteran el equilibrio de esta estructura y que con ello hasta la microbiota intestinal queda alterada. Su buen funcionamiento revierte tanto en nuestra salud física como psicológica de un modo casi asombroso.
El nervio vago actúa como un centro de mando del apetito y regula también nuestro estado del ánimo. Así, una mejor conexión entre este nervio y los intestinos favorece la producción del GABA, el neurotransmisor de la calma y el bienestar.
Nervio vago y alimentación, una conexión muy importante
Fue en 1921 cuando Otto Loewi, fisiólogo alemán y ganador del Premio Nobel descubrió que al estimular el nervio vago se regulaba la frecuencia cardíaca y se liberaba un líquido muy especial: “Vagusstoff”, lo llamó (en alemán ‘sustancia vaga’). Esa “sustancia vaga” en concreto, era uno de los neurotransmisores más importantes de nuestro organismo: la acetilcolina, clave para el impulso nervioso.
Desde entonces y hasta hora, sabemos mucho más sobre esta estructura. Corresponde al par craneal X, es un nervio que nace del bulbo raquídeo e inerva la faringe, la laringe, la tráquea, el esófago, los bronquios, el corazón, el estómago, el páncreas, el hígado, los intestinos… Es decisivo porque es el nervio parasimpático principal del organismo y las funciones que realiza son múltiples.
Ahora, los científicos del Instituto Max Planck de Alemania han publicado un estudio hace poco para relevarnos algo llamativo. Nervio vago y alimentación tienen una relación directa y decisiva. Es el centro de control entre el cerebro y el intestino.
Tenemos células nerviosas vagas especializadas para regular el apetito
El nervio vago dispone de unas células especializadas en mantener una comunicación constante entre el cerebro y el intestino. Es como una vía de dos sentidos: una que recibe información y otra que la envía. Lo que han descubierto los científicos, dirigidos por el autor principal, el doctor Henning Fenselauh es lo siguiente:
Disponemos de un tipo de células que detectan el estiramiento del estómago, momento en que esta señal se procesa como que ya estamos saciados. Es entonces cuando se le informa al cerebro para que este disminuya los niveles de azúcar en sangre.
Por otro lado, existen también otras células del nervio vago alojadas en el intestino. Estas lo que hacen es reaccionar según el tipo de alimentos que hayamos ingerido y las señales químicas que estos emitan. Es decir, se ha visto que cuando se ingieren alimentos muy ricos en nutrientes, se demora un poco más la sensación de saciedad.
Emociones, nervio vago y alimentación
El nervio vago es el componente más importante del sistema nervioso parasimpático. Lo es porque está compuesto por un 80 % de fibras aferentes y un 20 % de fibras eferentes. Así, figuras como el profesor Wolfgang Langhans del ETH Zurich nos hablan sobre cómo esta estructura, además de estar conectara con todas nuestras vísceras, se relaciona también con nuestras emociones.
Estados como el estrés o la ansiedad alteran su correcto funcionamiento y esto, tiene un impacto sobre la alimentación y la microbiota del intestino. Trabajos de investigación como los de la Universidad de Grenoble nos hablan sobre cómo el estrés altera el equilibrio del tracto gastrointestinal y la microbiota, hasta cursar con trastornos gastrointestinales como el síndrome del intestino irritable.
Las épocas de ansiedad alteran la forma en que nos relacionamos con la comida: los atracones, el necesitar comer más dulce o los antojos constantes terminan también alterando nuestra microbiota intestinal. Cualquier cambio en esta área revierte a su vez en nuestra salud y estado de ánimo.
Nervio vago y salud mental
Lo cierto es que no ha sido hasta hace unos años en que se ha puesto el énfasis entre la microbiota intestinal, el nervio vago y la alimentación. Sabemos, por ejemplo, que este nervio neumogástrico, es clave en la producción de neurotransmisores como la norepinefrina y la acetilcolina.
Estos neuroquímicos son esenciales para la reducción de la inflamación y al fortalecimiento de las defensas frente al estrés. De este modo, factores como la mala alimentación o determinadas enfermedades, pueden dar paso a lo que se conoce como tono vagal bajo. Es una condición en la que este nervio deja de trabajar al mismo nivel y aparecen condiciones como migrañas, alteraciones digestivas, hipertensión y también problemas de salud mental, como las depresiones.
¿Qué podemos hacer al respecto?
En realidad, podemos llevar a cabo muchas acciones para favorecer esa correcta armonía entre la microbiota, el nervio vago y alimentación. La primera es elegir mejor qué alimentos consumir y cómo. Por ejemplo, los probióticos son siempre una buena opción.
Asimismo, controlar el hambre emocional, motivada por la ansiedad, el malestar, los problemas de autoestima, la autoexigencia, etc., es decisivo. Por otro lado, es importante que aprendamos a manejar el estrés crónico, a favorecer una correcta higiene del sueño y a mantener, a su vez, una vida activa en la que no falte el ejercicio aeróbico.
Para concluir, el nervio vago y su íntima conexión con el cerebro y el intestino configuran ese eje que regula buena parte de nuestro bienestar físico y mental. Cuidar de ellos es atendernos como merecemos para obtener una buena calidad de vida.