La falta de energía, el hecho de ganar peso o que cueste perderlo, los problemas digestivos o la inflamación crónica pueden indicar un metabolismo con poca flexibilidad. Hablamos con la doctora Isabel Belaustegui, referente en nutrición y medicina integrativa, que nos da las claves para conseguir o mantener un metabolismo activo y flexible.
Disponer de un metabolismo flexible es la clave para disfrutar de una salud óptima, para sentirnos con energía durante la toda la jornada, nos cuenta la doctora Isabel Belaustegui en su nuevo libro Optimiza tu metabolismo (Ed. Grijalbo). La Dra. Belaustegui ha profundizado en el estudio de cómo impacta la nutrición y el estilo de vida en la salud, y se ha formado en medicina integrativa. Todo el conocimiento que ha adquirido de sus estudios y de la consulta ahora lo comparte haciendo divulgación de los hábitos que llevan a ganar salud y alejar la enfermedad, en otras palabras, a vivir más y mejor.
-¿Qué es la flexibilidad metabólica?
-La flexibilidad metabólica es la capacidad que tiene el cuerpo de poder recurrir a una fuente de combustible u otra según las circunstancias. Si hemos comido alimentos ricos en carbohidratos, el organismo podrá recurrir a la energía de la glucosa, y si hemos hecho una comida a base de grasa o estamos en ayuno podrá recurrir a la grasa de nuestras reservas.
Según cada caso, el cuerpo tiene la capacidad de elegir una ruta u otra para conseguir la energía, y eso, es ser flexible metabólicamente.
-¿Por qué es tan relevante tenerla o, si ha perdido, recuperarla?
-Disponer de flexibilidad metabólica es fundamental porque está en la base del desarrollo de la mayoría de enfermedades más habituales de hoy en día, o sea, nos permite sentirnos a gusto en nuestro cuerpo, vivir de forma más plena y, además, estar sanos en el presente y en el futuro también.
Cuando el organismo no tiene la capacidad de moverse libremente en las dos vías principales de conseguir combustible, entonces se traduce en que nos falta energía, en que tenemos que comer cada pocas horas o en que estamos más inestables emocionalmente.
-La inflamación también se asocia al origen de la enfermedad. ¿Qué relación hay entre inflamación y flexibilidad metabólica?
-Pues te diría que la flexibilidad metabólica está por debajo de la inflamación. Yo visualizo la inflamación como el suelo del escenario en una obra; vemos la función con los personajes en la que los fondos y los paisajes cambian, si bien el suelo está ahí. Ese suelo podría ser el equivalente, en lo que respecta a mantener o no la salud, a la inflamación, y por debajo hay algo que no vemos los espectadores, pero que está sosteniendo ese suelo.
En este símil, la flexibilidad metabólica es lo que sostiene el suelo y controla la inflamación. El conocimiento científico actual nos muestra que, un metabolismo flexible, óptimo y en buenas condiciones permite controlar la inflamación y por eso está vinculado con el desarrollo de tantas enfermedades.
-¿Qué enfermedades se asocian a una falta de flexibilidad metabólica?
-Un mal funcionamiento metabólico conlleva un problema de inflamación, sobrepeso, enfermedad cardiovascular, alteración del sistema inmune, envejecimiento precoz. Todos son ejemplos de una inflamación descontrolada. Cuando encontramos casos de inflamación y rascamos más y vamos quitando capas, lo que nos vamos a encontrar es la base del metabolismo.
La buena noticia es que trabajando en el metabolismo, en recuperar la flexibilidad, en optimizarla, podemos controlar esa pieza clave del desarrollo de enfermedad, que es la inflamación, y esto nos da las riendas de la salud. Nos podemos cuidar para optimizar el metabolismo y, con ello, desde luego la salud, el bienestar, incluso en momentos en los que perdemos esa flexibilidad.
-¿Qué hábitos nos llevan a perder la flexibilidad metabólica?
-El cuerpo es maravilloso y responde a lo que le pedimos. Se adapta siempre que puede, pero llega un momento en que colapsa, como cuando estamos comiendo constantemente, haciendo una dieta a base de carbohidratos e incluyendo constantemente azúcares simples, refrescos, bollería o chucherías. O cuando nos olvidamos de ayunar, es decir, de dejar un tiempo de descanso del sistema digestivo, porque entonces no le damos respiro, ni tampoco permitimos el cambio de clavija de la vía de la glucosa.
También ocurre con la vía de las grasas, cuando tenemos fobia absoluta a las grasas y las evitamos a toda costa en la dieta, a pesar de que son un combustible que necesita nuestro metabolismo para funcionar bien.
-¿Hay etapas en que afecte más?
-Todo este desajuste se ve precipitado con la edad, porque con la edad disminuye la producción de jugos gástricos y la actividad de enzimas digestivas. También se puede ver afectada la motilidad intestinal y se puede alterar la microbiota y, todo ello ya es como la gota que colma el vaso, de haber tirado tanto y tanto y tanto de metabolismo en un solo sentido, en una sola vía, como suele ser la de conseguir energía a través de la glucosa.
Esto nos lleva a tener un metabolismo más rígido, menor energía tanto física como mental, inestabilidad emocional y bajones. Si no comemos, sentimos que nos falta ese empuje, o no logramos estar en ayunas, alargar el tiempo entre comidas. Todo eso son señales muy características de la pérdida de flexibilidad metabólica, y nos lleva a ganar peso, acumular grasa y tener una gran dificultad a perderla, aunque nos estemos empeñando y esforzando cada día en ello con dietas.
-Lo importante, como dices en tu libro, es que se puede recuperar el estado “flex”…
-Este es el punto clave, la idea que ojalá se lleve la gente al leerlo, que no hay nada perdido: si la hemos perdido, la podemos recuperar; si la conservamos, la podemos mejorar; y si la tenemos bien, la podemos optimizar. Hay una idea muy generalizada de que no hay nada que hacer ante un metabolismo que no funciona bien, y bien al contrario, la flexibilidad metabólica se puede siempre mejorar con muchos elementos del día a día.
-Vamos a la práctica. ¿Cómo podemos recuperar o mejorar la flexibilidad metabólica? Hablas de hacerlo en tres pasos...
-El primero paso sería sin duda la dieta, quitar lo que perjudica a la flexibilidad metabólica e incluir lo que la beneficia. Así, hay que quitar esos alimentos que producen hipertrofia de la vía de la glucosa, como azúcares, cereales refinados, bollería, chucherías, procesados. También hay que eliminar los aceites refinados, los que no son virgen extra, ya que dañan directamente a la mitocondria por un exceso de radicales libres. La mitocondria es la protagonista principal de esta historia, la que tenemos que tener bien cuidada para conservar el metabolismo en óptimas condiciones.
-¿Cuál sería el segundo paso?
-En segundo lugar, está la actividad física, y aquí cuenta todo el movimiento que se hace cada día. Lo ideal es hacer ejercicio de fuerza, sobre todo el de intervalos de más intensidad del tipo HIIT, que incluso en personas mayores ha demostrado su eficacia. En personas más mayores, que puedan pensar que ya no pueden recuperar la flexibilidad metabólica perdida, es muy interesante contemplar el NEAT, todo lo que nos movemos en las tareas cotidianas y no es ejercicio.
Las siglas NEAT provienen del inglés “non-exercise activity thermogenesis”, termogénesis producida por actividad fuera del ejercicio. Salir a hacer un recado, las tareas domésticas, subir escaleras en lugar de coger el ascensor o mantener una postura erguida; todo ello activa la maquinaria metabólica y nos va a permitir optimizar la flexibilidad.
-Alimentación, ejercicio... ¿y el tercer paso?
-Lo tercero sería el estilo de vida. Destaca como importantísimo reducir la carga de estrés, ya que tiene una asociación directa con la pérdida de flexibilidad metabólica. También hay que cuidar el sueño: dormir no es tiempo perdido, una idea bastante extendida. Necesitamos un sueño reparador para disfrutar de una salud óptima y es crucial para la salud de las mitocondrias y de toda la maquinaria metabólica.
-Queda claro que las mitocondrias son las protagonistas…
-Efectivamente, y con los hábitos podemos ayudarlas a estar más sanas y funcionales. Por ejemplo, evitar los aceites refinados, como decía antes, pues son muy perjudiciales para la mitocondria, o el hacer una cena abundante e irnos a dormir. Las cenas tardías y copiosas son un asesino mitocondrial. Las grasas sanas y cenar pronto y ligero, ahí está la clave.
-Algún mensaje más para nuestros lectores…
-Que no haya culpa, que haya motivación. A menudo estamos en esa fase de lo hago todo mal y ya está, tiro la toalla. El mensaje es que, por poco que hagas, ya está influyendo positivamente en tu metabolismo. Así que, ánimo, porque cada pasito te acerca más a ese camino.
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