La vida es tan bella o ten terrible como nosotros mismos la creemos, esto suena muy duro cuando no estamos pasando por los mejores momentos de nuestra existencia, e inclusive se vuelve muy complicado de creer, pero la realidad es que cada una de las situaciones que atraemos a nuestras vidas, no son otras diferentes a las que necesitamos.
Y cada una de esas situaciones que necesitamos corresponde con nuestros niveles de vibración y vibramos solo con aquello que estamos convencidos de que nos merecemos. Luego, ¿cuál es la condición para que la vida nos dé lo que queremos?
¡Que no dudemos de que te lo merezcamos!
Entonces suena sencillo, pero la verdad es que lleva un trabajo de fondo de aceptación, de reconocimiento, de confianza, de agradecimiento y de mucho amor propio. Si mejoramos cada uno de estos aspectos, comenzaremos a manifestar lo que realmente nos gustaría en nuestras vidas y no lo que realmente sentimos merecer (ojo, que esto puede ser por razones que no son evidentes, pero que están sembradas en nuestras creencias fundamentales).
Aceptación: el entender que hay cosas de nosotros que no nos agradan tanto y trabajar por lo que sí podemos mejorar, nos permite reconciliarnos con nosotros mismos, nos permite ver todo lo bueno antes de criticarnos y juzgarnos, nos permite ser nobles con nuestros procesos, con nuestros tiempos y saber que estamos haciendo lo mejor que podemos con lo que contamos.
Reconocimiento: el reconocer que ya de manera esencial somos perfectos como somos, que tenemos cualidades únicas, que hemos superado muchas cosas, que hemos aprendido y que hemos sembrado, nos recuerda más un nuestro valor, de lo que estaos hechos y de lo que somos capaces de alcanzar.
Confianza: el creer que estamos aquí por algo, con un propósito y con capacidades de creación prácticamente ilimitadas es una puerta que al cruzarla nos muestra un universo de infinitas posibilidades, que podemos escoger nosotros a cada segundo.
Agradecimiento: el dar gracias es una manera de reconocer nuestras bendiciones y de conectarnos con la prosperidad, es darle pistas a la vida de qué es lo que nos gusta y qué nos gustaría tener más y más en nuestras vidas. Así que tener la atención en lo que nos agrada y reconocerlo, nos hace multiplicar ese tipo de cosas, lo mismo ocurre al contrario.
Amor propio: el amor más importante, el que nos acompaña a donde vayamos, el que debe ser incondicional, ese que nos ayuda a establecer límites, a cuidarnos, a valorarnos y a sentirnos realmente merecedores de la vida que queremos vivir. La relación con nosotros mismos debe estar llena de detalles, debe cultivarse y cuidarse como un tesoro, porque de ella dependerá nuestro verdadero bienestar.
Cree que te lo mereces y prepárate para recibirlo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
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