01 abril 2018

Qué le pasa a tu cuerpo cuando dejas de hacer ejercicio


Por un viaje, por una enfermedad, por una lesión, por un cambio de vida o simplemente por pereza puede llegar un día en que dejas de salir a correr. De acudir a las sesiones de spining en el gimnasio, a las partidas semanales de pádel o de subir montañas durante el fin de semana.
Se acabó el ejercicio físico. Y, aunque el cuerpo proteste, decides dedicar tu tiempo a otras cosas sin tener en cuenta cómo esta falta de movimiento pasará factura a nuestra salud: pérdida de masa muscular y pérdida de fuerza, a la vez que la capacidad para almacenar grasa aumenta. Y todo esto sin tener en cuenta distinciones por edad ni género.

La pérdida de masa muscular, otro de los perjuicios de abandonar el deporte
La pérdida de masa muscular, otro de los perjuicios de abandonar el deporte

Abandonar la práctica periódica de ejercicio físico no solo significa remar a favor del riesgo de enfermedades cardiovasculares, patologías crónicas y los trastornos metabólicos, entre otros perjuicios derivados de la falta de movimiento, sino que conlleva cambios corporales muy bien estudiados.
“A partir de la octava semana de abandono del entrenamiento la pérdida de la fuerza muscular se sitúa entre el 7-12%”, advierte el doctor Mario Lloret, especialista en Medicina del deporte y catedrático de Anatomía aplicada a la actividad física de INFEC.

La ausencia de actividad física provoca más de cinco millones de muertes en el mundo”
MARIO LLORET
Médico especialista en Medicina del deporte
Y además, “el glucógeno muscular (el combustible para el correcto funcionamiento del organismo) se reduce en un 40%. Todo ello seguirá disminuyendo mientras la inactividad física se prolongue”, añade.
El cuerpo se vuelve más fofo y, si se continúa comiendo igual, “el incremento del porcentaje graso va al alza indefectiblemente, y esto podría empezar a comportar cambios en el metabolismo del colesterol, en la morfología arterial, en el incremento de peso, etc. No olvidemos que, actualmente, la inactividad física conlleva la muerte de más de cinco millones de personas en el mundo”.

La elasticidad es una de las facultades que antes se pierden al dejar de practicar ejercicio físico
La elasticidad es una de las facultades que antes se pierden al dejar de practicar ejercicio físico
La ciencia de la actividad física y el deporte tiene muy bien estudiadas las repercusiones del abandono de ejercicio. Y la conclusión básica es queinterrumpir la práctica regular de ejercicio favorece el envejecimiento lógico del organismo, en todos los sentidos.
Efectos cardiovasculares
En un cuerpo activo, sobre todo si está acostumbrado a ejercicios de resistencia, la capacidad del corazón para bombear sangre aumenta y el órgano está activo y fuerte. Esto significa que el oxígeno y los alimentos que las arterias transportan llegan mejor y de forma más eficaz a todas las partes del cuerpo, que entonces funcionan mejor.

Al abandonar un entrenamiento y reducir el trabajo de los músculos, el cuerpo consume menos oxígeno”
Además de una buena oxigenación general, la práctica de deporte aumenta la capilaridad. Es decir, crece la capacidad de los vasos sanguíneos para irrigar más zonas y órganos. Un cuerpo bien oxigenado y bien alimentado no solo se siente mejor, sino que también aprovecha mejor sus recursos y su rendimiento.
Al abandonar un entrenamiento y reducir el trabajo de los músculos, el cuerpo consume menos oxígeno y también genera menos dióxido de carbono. La circulación también se desacelera, porque la musculatura no pide aportaciones extraordinarias de oxígeno para mantenerse activa.

El abanico de ejercicios para estar activos es tal que no hay excusa para no moverse
El abanico de ejercicios para estar activos es tal que no hay excusa para no moverse
El volumen del plasma de la sangre disminuy e, así como el volumen sanguíneo, y se reduce la viscosidad de la sangre, que entonces tiende a espesarse respecto al momento en que estábamos en forma.
Cambios musculares
Seguramente son los cambios que más se notan, y más rápido, y se caracterizan por la pérdida de fuerza y por la disminución del tamaño y la distribución de las fibras de los músculos, como señalan numerosos estudios científicos. De alguna forma la musculatura se acorta y perdemos elasticidad, además de volumen.

Uno de los cambios que más rápidamente se manifiestan es la pérdida de fuerza, tamaño y tono muscular”
El ejercicio regular mantiene a raya la distrofia muscular propia del paso del tiempo. Al volvernos pasivos se acelera el peso de la edad, que también conlleva una reducción en la potencia de la musculatura, en la agilidad, la coordinación y la movilidad del cuerpo. Nos volvemos más lentos y torpes.
El metabolismo se lentifica
Uno de los grandes beneficios del deporte es la capacidad para alterar el metabolismo, acelerándolo. Se denomina metabolismo al conjunto de procesos químicos por los que el cuerpo convierte los alimentos en energía, y así funcionamos.

Además de beneficioso para músculos y huesos, el deporte aporta bienestar mental
Además de beneficioso para músculos y huesos, el deporte aporta bienestar mental
Una dieta sana y equilibrada y la práctica de ejercicio permiten actuar sobre el metabolismo, que de otra forma gasta poco y, por lo tanto, tiende a acumular energía en forma de grasa. El deporte, al incrementar la masa muscular, obliga al metabolismo a consumir más energía, que entonces no se almacena.
Por otro lado el ejercicio, en general, facilita que los niveles de glucosa (azúcar) en sangre disminuyan, por lo que se reduce el riesgo de diabetes.
Mente despejada
Finalmente, el deporte también tiene efectos sobre nuestra psique. Se ha comprobado que al realizar ejercicio se liberan endorfinas, unos neurotransmisores que generan sensación de bienestar.
Sentirse mejor psicológicamente ahuyenta el riesgo de depresión, además de reforzar la autoestima y tener una vida más plena. ¿Se puede pedir más? Además, un cerebro bien oxigenado gracias al ejercicio funciona mejor.

Nunca debemos dejar de practicar algún tipo de ejercicio”
Si bien es cierto que el impacto de estas consecuencias varía en función de la edad, del sexo y del tipo y la frecuencia con que el ejercicio se llevaba a cabo, abandonar el movimiento no es una buena idea. “Nunca debemos dejar de practicar algún tipo de ejercicio”, afirma el doctor Lloret.
Por ello, el especialista recomienda aprovechar el trasiego diario para mantenerse en forma: andar, bajar y subir escaleras, ir a comprar o dedicar unas horas a la jardinería o al bricolaje durante entre 60-90 minutos al día.
Y siempre que sea posible, tratar de volver a una rutina deportiva, por leve que sea. “Realizar ejercicio moderado durante unas dos horas y media a la semana o ejercicio intenso durante unos 50 minutos a la semana”. O la mejor opción: combinar ambas rutinas.

Pintar, hacer las labores de casa o practicar jardinería, formas para mantenerse activo
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