Ayudan a eliminar sustancias de desecho y contienen ácido salicílico, el precursor natural de la aspirina, de acción analgésica y antiinflamatoria. Con ellas se puede hacer una sencilla cura depurativa.
Las cerezas son ricas en nutrientes como potasio, hierro, vitamina C o ácido fólico, pero destacan por su contenido en compuestos que ejercen un efecto desintoxicante sobre el organismo.
Por eso son útiles para eliminar toxinas que se pueden haber ido acumulando en el cuerpo durante los meses de invierno. Entre estas sustancias se encuentran los ácidos orgánicos málico, succínico y cítrico, que actúan como estimulantes de las glándulas digestivas y como depurativos de la sangre. Las cerezas de color rojo claro y las guindas suelen ser más ricas en estos ácidos.
Poder antioxidante y antiinflamatorio
Las cerezas aportan ácido elágico, que protege los vasos sanguíneos y contribuye a neutralizar sustancias cancerígenas. Lo mismo hacen las antocianinas, unos pigmentos que no solo les confieren ese bonito color tan característico sino también un potente efecto antioxidante.
Por si fuera poco, esta fruta de primavera contiene ácido salicílico, precursor natural de la aspirina, de acción antiinflamatoria y antirreumática.
El ácido salicílico está presente en las cerezas en una cantidad muy pequeña (unos 2 mg por kilo), pero suficiente para hacer notar sus efectos analgésicos.
Es además una de las frutas más ricas en melatonina, la hormona del sueño que también previene los daños oxidativos sobre los tejidos y fortalece el sistema inmunitario.
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