Parece ser que los incas fueron unos de los primeros que comenzaron a llevarlo a cabo. Ellos consideraban que el sol era su dios y colocaban el alimento fresco bajo sus rayos. Así mismo, durante la Edad Media los frutos secos fueron de gran utilidad. Las guindillas, los orejones, los higos secos o las pasas formaban parte de la alimentación de muchos pueblos.
En qué consiste la deshidratación
La deshidratación, o también llamada desecación, de los alimentos consiste en eliminar una buena cantidad del agua o la humedad del alimento. Este proceso se lleva a cabo bajo una serie de condiciones de circulación de aire, humedad y temperatura.
Como ya sabes, el agua es un elemento básico para la vida. Y también lo es para la vida microbiana. Entonces, al retirar el agua, evitamos que ciertos microorganismos puedan vivir en el alimento y así prolongamos su vida útil.
Cuando desecamos un alimento, al perder gran parte de su volumen de agua, este reduce considerablemente su tamaño. Debido a esto, su peso es menor con lo que facilita su almacenamiento y transporte. Sin embargo, el alimento conserva el sabor y el olor y reduce, en gran medida, el riesgo de descomposición o crecimiento de microbios.
La conservación de los alimentos
Todos conocemos la facilidad con la que se descomponen los alimentos frescos. Según que tipo de alimento sea la descomposición se produce por la acción de levaduras, bacterias, enzimas o mohos.
Cuando los alimentos se exponen al aire libre o a temperaturas elevadas se descomponen con más rapidez. Al descomponerse, podemos observar como su aspecto, su olor, color y su sabor cambian y, por supuesto, esto indica que es perjudicial para la salud.
Debido a la facilidad con que los alimentos se descomponen en estado natural, el hombre ha buscado la manera de poderlos conservar en buen estado. Gracias a los distintos métodos de conservación, podemos disponer de muchos alimentos en cualquier momento del año.
Ventajas de la deshidratación
Cuando sometemos a deshidratación a los alimentos nos beneficiamos de todo esto:
- Los alimentos conservarán durante mucho tiempo su sabor, color y aspecto.
- Las propiedades nutritivas del alimento siguen siendo prácticamente las mismas.
- Al estar deshidratado, el tamaño del alimento es mucho menor y también su peso. Esto nos permite almacenar y transportar con mucho más facilidad.
- Es muy fácil volver a rehidratar el alimento, si es así como queremos consumirlo.
- El tiempo de conservación se alarga en comparación con el alimento fresco.
- Si lo queremos transportar será mucho más barato y mucho más fácil su almacenaje en las tiendas.
- Posibilita que dispongamos del alimento en cualquier temporada.
- Este tipo de alimentos es muy buena elección para personas con falta de tiempo. Nos facilita la vida enormemente.
- Ocupan poco espacio en el bolso por lo que son una buena opción para tomarlo en cualquier momento.
- Cuando se deshidratan los alimentos es necesario que sean alimentos de buena calidad y que estén en su mejor momento de madurez. Por este motivo vuelve a ser una estupenda elección.
- Podemos deshidratar alimentos variados: semillas, algas, frutas, vegetales, granos, pescados, carnes, etc.
Cómo hacer la desecación de los alimentos
Aunque la desecación es un método muy sencillo hemos de tener en cuenta ciertas reglas si queremos llevarlo evitando que proliferen bacterias indeseadas. Es muy importante que eliminemos las frutas y hortalizas que no tengan buen aspecto y hacer un escrupuloso lavado de aquello que vayamos a desecar. La limpieza se puede hacer de dos formas:
Blanqueado
El blanqueado se utiliza sobre todo con verduras y frutas. Gracias a él las verduras y frutas mantienen sus color y sabor característicos. Se trata de introducir el alimento en agua salada hirviendo o en vapor (para verdura de hoja verde) durante unos segundos o, dependiendo del alimento, algunos minutos. Después se sumergen en agua helada y se escurren.
Baño de limón
El limón evita la oxidación del alimento que le hace ponerse de color oscuro. Seguro que has visto el color de las manzanas cuando llevan un rato peladas, esto es la oxidación.
El procedimiento es sencillo. Se trata de exprimir el zumo del limón directamente sobre le alimento que vayamos a deshidratar. Otra manera de hacerlo es sumergirlo en un poco de agua con limón. Después dejaremos el alimento secar sin haberlo enjugado.
Deshidratación
Después de llevar a cabo cualquiera de estos métodos procederemos a la deshidratación.
Actualmente, existen diferentes técnicas para deshidratar alimentos. La más natural y económica es exponer el alimento a los rayos del sol con un ventilador. De esta forma, el aire caliente estará en constante circulación. Existen también máquinas deshidratadoras o procedimientos industriales que utilizan hornos para este fin.
Cuando el alimento ha sido deshidratado, es muy importante que se almacene de manera correcta para evitar la contaminación microbiana. Lo ideal es almacenar el alimento en frascos de cristal herméticos. Así mismo, el ambiente debe de ser fresco y con poca exposición a la luz solar directa. Una vez abierto el envase lo consumiremos lo antes posible, procurando cerrarlo muy bien después de cada uso.
Cualquiera de los alimentos deshidratados pueden hidratarse antes de consumir. En el caso de las semillas y frutos secos es muy importante que las hidratemos antes de ingerirlas para que, de esta manera, liberen los antinutrientes. Este procedimiento es muy sencillo. Solo tienes que poner las semillas en agua durante una noche y tirar el agua a la mañana siguiente. Con este sencillo proceso conseguiremos asimilar y digerir las semillas y frutos secos con mucha más facilidad.
¡Incorpora los alimentos deshidratados a tu vida y disfruta de sus muchas virtudes!
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