Bueno, según la Nueva Medicina Germánica no debería… ¡porque no existe el contagio!
Y de hecho si te asusta el riesgo de contagio es más probable que desarrolles la “gripe del coronavirus”.
Me explico: Las investigaciones del doctor Ryke Geerd Hamer, creador de la Nueva Medicina Germánica (NMG), nos revelan otra manera de entender las enfermedades infecciosas. En vez de concentrarse solamente en lo físico, el doctor tomó en cuenta los efectos de la psique y las emociones, y también del cerebro, al cual identificó como el “mediador” entre la psique y el cuerpo. Las investigaciones del Dr. Hamer presentan un innovador descubrimiento en el que los microbios no causan las enfermedades, sino que juegan un papel de apoyo en el proceso de sanación.
La NMG se basa en 5 Leyes Biológicas Naturales, con la Primera Ley estableciendo lo siguiente: que todas las enfermedades se desarrollan a partir de un shock causado por un conflicto, una sorpresa inesperada que asalta al individuo mientras está con la guardia baja, en la forma de una situación imposible de anticipar.
Y para comprobar esto, el Dr. Hamer obtuvo tomografías computarizadas (TAC) cerebrales sin contraste de todos sus pacientes, y los comparó con los registros médicos, historias personales y los recientes traumas emocionales que ellos habían tenido. Lo que descubrió es que todas las enfermedades tienen su propia área en el cerebro que las comanda, sea algún tipo de cáncer, un sarpullido a la piel, una parálisis muscular o una enfermedad infecciosa como tuberculosis o gripe. Entonces, cuando sufrimos un shock de conflicto, este impacta en un área muy específica en el cerebro, observable en el TAC sin contraste como una mancha con anillos concéntricos. La ubicación donde impacta el conflicto en el cerebro se debe a la naturaleza del conflicto.
Por ejemplo, un conflicto de susto de muerte, posiblemente gatillado por un diagnóstico o el riesgo de “contagiarse” de algo, como ocurre con el coronavirus, siempre impacta en el tronco cerebral en el área que controla los pulmones. Y si uno logra resolver ese conflicto se pasa a una fase de recuperación.
La actividad microbiana siempre es parte de un Programa Especial específico que incluye solamente a la persona que se encuentra en la fase de recuperación del órgano relacionado al conflicto. Según este entendimiento, las “enfermedades infecciosas” no pueden ser contagiosas.
Al contrario, nuestro organismo usa los microbios para optimizar el proceso de sanación. Así, en vista de este nuevo entendimiento, el término “contagio” se vuelve obsoleto.
Y de hecho si te asusta el riesgo de contagio es más probable que desarrolles la “gripe del coronavirus”.
Me explico: Las investigaciones del doctor Ryke Geerd Hamer, creador de la Nueva Medicina Germánica (NMG), nos revelan otra manera de entender las enfermedades infecciosas. En vez de concentrarse solamente en lo físico, el doctor tomó en cuenta los efectos de la psique y las emociones, y también del cerebro, al cual identificó como el “mediador” entre la psique y el cuerpo. Las investigaciones del Dr. Hamer presentan un innovador descubrimiento en el que los microbios no causan las enfermedades, sino que juegan un papel de apoyo en el proceso de sanación.
La NMG se basa en 5 Leyes Biológicas Naturales, con la Primera Ley estableciendo lo siguiente: que todas las enfermedades se desarrollan a partir de un shock causado por un conflicto, una sorpresa inesperada que asalta al individuo mientras está con la guardia baja, en la forma de una situación imposible de anticipar.
Y para comprobar esto, el Dr. Hamer obtuvo tomografías computarizadas (TAC) cerebrales sin contraste de todos sus pacientes, y los comparó con los registros médicos, historias personales y los recientes traumas emocionales que ellos habían tenido. Lo que descubrió es que todas las enfermedades tienen su propia área en el cerebro que las comanda, sea algún tipo de cáncer, un sarpullido a la piel, una parálisis muscular o una enfermedad infecciosa como tuberculosis o gripe. Entonces, cuando sufrimos un shock de conflicto, este impacta en un área muy específica en el cerebro, observable en el TAC sin contraste como una mancha con anillos concéntricos. La ubicación donde impacta el conflicto en el cerebro se debe a la naturaleza del conflicto.
Por ejemplo, un conflicto de susto de muerte, posiblemente gatillado por un diagnóstico o el riesgo de “contagiarse” de algo, como ocurre con el coronavirus, siempre impacta en el tronco cerebral en el área que controla los pulmones. Y si uno logra resolver ese conflicto se pasa a una fase de recuperación.
La actividad microbiana siempre es parte de un Programa Especial específico que incluye solamente a la persona que se encuentra en la fase de recuperación del órgano relacionado al conflicto. Según este entendimiento, las “enfermedades infecciosas” no pueden ser contagiosas.
Al contrario, nuestro organismo usa los microbios para optimizar el proceso de sanación. Así, en vista de este nuevo entendimiento, el término “contagio” se vuelve obsoleto.
Contagio no, conflictos compartidos sí
Si dos o más personas presentan los mismos síntomas, esto implica que están todos en la fase de sanación del mismo tipo de conflicto. Una familia o una ciudad entera pueden presentar los mismos síntomas si todos se ven afectados por un conflicto inesperado.
El “resfriado común” está ligado a un “conflicto maloliente”, que puede presentarse en término reales, pero también figurativamente; algo así como “¡esta situación apesta!” o “¡estoy harto de esto!” Durante la fase activa del conflicto, el forro o mucosa de la membrana nasal se expande mediante la ulceración, lo que suele pasar inadvertido. En la fase de sanación durante la cual el tejido nasal está siendo reparado, la membrana nasal se hincha. Los síntomas típicos de sanación incluyen mucosidad de la nariz, dolores de cabeza, cansancio, temperatura elevada o fiebre. Si estos síntomas son más severos, se etiquetarán como una “gripe”. La aseveración de que los virus de “influenza” son los culpables es solo una suposición basado en el hecho que suelen encontrarse virus en el lugar, pero no se ha comprobado que esos virus sean lo que causó ese estado.
Aspectos climáticos, culturales, políticos, sociales o económicos pueden ser los factores decisivos del por qué personas en ciertos países o regiones se ven afectadas por ciertos conflictos.
Existen severos conflictos biológicos que pueden afectar a múltiples individuos en una población, como durante los tiempos de guerra o de una crisis económica. Lo que se conoce como una “epidemia” no es el brote de una “enfermedad infecciosa”, sino más bien la indicación de que las personas de toda una región están entrando en fase de sanación al mismo tiempo.
Esto explica el estallido de “Gripe Española” en 1918, y la epidemia de tuberculosis pulmonar después de la Primera Guerra Mundial, durante la cual millones de personas sufrieron “conflictos de miedo territorial” –que afectan los bronquios y causan una neumonía potencialmente fatal durante la fase de sanación–; y también “conflictos de miedo a morir”, que se manifiestan como tumores pulmonares, no detectados durante el periodo de conflicto activo.
Después de la guerra, una gran cantidad de personas entraron en la fase de sanación. Muchos no sobrevivieron a la pandemia de tuberculosis, porque las secreciones producidas durante el proceso de descomposición de los tumores pulmonares contienen altas cantidades de proteínas, que se expelen por medio del esputo (expectoración). Una dieta rica en proteínas es indispensable para suplementar la pérdida nutricional; sin embargo, debido a la crisis económica mundial que siguió a la guerra, muchos no pudieron conseguir los alimentos que necesitaban para sanarse, y murieron.
Se podría decir que lo mismo está ocurriendo en la actualidad con las epidemias de tuberculosis, de “SIDA” y ahora con el coronavirus, en los países de África y Asia. Estas pandemias no son causadas por bacterias de la tuberculosis, así como tampoco por el VIH o el ahora famoso coronavirus, sino que son el resultado de aterradoras condiciones políticas, sociales y económicas. Lo que estas personas realmente necesitan no son fármacos ni drogas, sino que alimentos sanos y paz.
El “resfriado común” está ligado a un “conflicto maloliente”, que puede presentarse en término reales, pero también figurativamente; algo así como “¡esta situación apesta!” o “¡estoy harto de esto!” Durante la fase activa del conflicto, el forro o mucosa de la membrana nasal se expande mediante la ulceración, lo que suele pasar inadvertido. En la fase de sanación durante la cual el tejido nasal está siendo reparado, la membrana nasal se hincha. Los síntomas típicos de sanación incluyen mucosidad de la nariz, dolores de cabeza, cansancio, temperatura elevada o fiebre. Si estos síntomas son más severos, se etiquetarán como una “gripe”. La aseveración de que los virus de “influenza” son los culpables es solo una suposición basado en el hecho que suelen encontrarse virus en el lugar, pero no se ha comprobado que esos virus sean lo que causó ese estado.
Aspectos climáticos, culturales, políticos, sociales o económicos pueden ser los factores decisivos del por qué personas en ciertos países o regiones se ven afectadas por ciertos conflictos.
Existen severos conflictos biológicos que pueden afectar a múltiples individuos en una población, como durante los tiempos de guerra o de una crisis económica. Lo que se conoce como una “epidemia” no es el brote de una “enfermedad infecciosa”, sino más bien la indicación de que las personas de toda una región están entrando en fase de sanación al mismo tiempo.
Esto explica el estallido de “Gripe Española” en 1918, y la epidemia de tuberculosis pulmonar después de la Primera Guerra Mundial, durante la cual millones de personas sufrieron “conflictos de miedo territorial” –que afectan los bronquios y causan una neumonía potencialmente fatal durante la fase de sanación–; y también “conflictos de miedo a morir”, que se manifiestan como tumores pulmonares, no detectados durante el periodo de conflicto activo.
Después de la guerra, una gran cantidad de personas entraron en la fase de sanación. Muchos no sobrevivieron a la pandemia de tuberculosis, porque las secreciones producidas durante el proceso de descomposición de los tumores pulmonares contienen altas cantidades de proteínas, que se expelen por medio del esputo (expectoración). Una dieta rica en proteínas es indispensable para suplementar la pérdida nutricional; sin embargo, debido a la crisis económica mundial que siguió a la guerra, muchos no pudieron conseguir los alimentos que necesitaban para sanarse, y murieron.
Se podría decir que lo mismo está ocurriendo en la actualidad con las epidemias de tuberculosis, de “SIDA” y ahora con el coronavirus, en los países de África y Asia. Estas pandemias no son causadas por bacterias de la tuberculosis, así como tampoco por el VIH o el ahora famoso coronavirus, sino que son el resultado de aterradoras condiciones políticas, sociales y económicas. Lo que estas personas realmente necesitan no son fármacos ni drogas, sino que alimentos sanos y paz.
Entonces….
Para resumir un poco, hay que saber que no existe el contagio sino que para que alguien desarrolle síntomas de gripe debe haber vivido algún choque biológico relacionado con las vías respiratorias (como son los miedos, sentirse amenazado, tener pánico a morir, pasar algún susto, etc.). Reitero: podemos llegar a estar expuestos a este y todos los virus que existen, pero si no sufrimos el choque biológico el virus no va a ser necesario y no va a participar de ninguna fase resolutiva con todos los síntomas asociados.
Y si llegamos a caer en los conflictos antes mencionados y participa el coronavirus, pues podemos tener la confianza que es un proceso de recuperación más (conocido como vagotonía en la NMG), y que debemos evitar tener recaídas, que ocurrirían solo si entramos en pánico, nos sentimos amenazados o tenemos miedo.
Claro que uno puede hacerse algún tratamiento natural que le ayude a aliviar los síntomas, y es muy importante tener presente que también existe el conflicto de abandono, que hace retener líquido y empeora todos los síntomas. Por lo que que además hay que mantenerse acompañado y disintiéndose querido… y esperar que pase.
La campaña hacia la prevención del resfriado común, la temida gripe invernal y ahora el coronavirus se basa en la teoría de que las enfermedades infecciosas son propagadas por unos microorganismos conocidos como gérmenes o virus. Gracias a este concepto, la Industria de las Enfermedades genera miles de millones de dólares al año con la masiva producción de medicamentos y vacunas.
Así que no caigas en las campañas. Ten confianza en la sabiduría de tu propio cuerpo, y si algo de lo que leíste aquí no te cuadra te sugiero informarte más sobre la Nueva Medicina Germánica viendo este entretenidísimo documental:
Y si llegamos a caer en los conflictos antes mencionados y participa el coronavirus, pues podemos tener la confianza que es un proceso de recuperación más (conocido como vagotonía en la NMG), y que debemos evitar tener recaídas, que ocurrirían solo si entramos en pánico, nos sentimos amenazados o tenemos miedo.
Claro que uno puede hacerse algún tratamiento natural que le ayude a aliviar los síntomas, y es muy importante tener presente que también existe el conflicto de abandono, que hace retener líquido y empeora todos los síntomas. Por lo que que además hay que mantenerse acompañado y disintiéndose querido… y esperar que pase.
La campaña hacia la prevención del resfriado común, la temida gripe invernal y ahora el coronavirus se basa en la teoría de que las enfermedades infecciosas son propagadas por unos microorganismos conocidos como gérmenes o virus. Gracias a este concepto, la Industria de las Enfermedades genera miles de millones de dólares al año con la masiva producción de medicamentos y vacunas.
Así que no caigas en las campañas. Ten confianza en la sabiduría de tu propio cuerpo, y si algo de lo que leíste aquí no te cuadra te sugiero informarte más sobre la Nueva Medicina Germánica viendo este entretenidísimo documental:
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